Los defensores de la aconfesionalidad del Estado (exigida por la Constitución) y, por tanto, del respeto a la libertad de conciencia de todos los ciudadanos, nos felicitamos de actitudes como la de Pedro Garijo, alcalde de Cúllar, de retirar los símbolos religiosos de las dependencias municipales. Recordemos que éstas no son de los seguidores de unas creencias u otras (que las hay a miles, con sus correspondientes increencias), sino de todos. Cabe destacar aún más esta decisión en unas fechas en las que vemos cómo se violenta a diario aquella aconfesionalidad estatal con la participación en eventos religiosos de tantos cargos y empleados públicos (munícipes, militares, policías…) que sería lícito que fueran a título privado. Eventos que, además, suelen recibir abundante dinero del erario… tan escaso para fines de verdadero interés social.
El coste de acceso a la escuela concertada en España: las cuotas que pagan las familias y sus causas
La educación concertada es un elemento central del sistema educativo español. Mientras que un 67% del alumnado acude…