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Gil Tamayo equipara los peligros del laicismo con los del fundamentalismo

DECLARACIÓN DEL PRESIDENTE DE EUROPA LAICA, FRANCISCO DELGADO, ANTE LAS DESAFORTUNADAS, VERGONZANTES E INSIDIOSAS DECLARACIONES DEL PORTAVOZ DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL EN LA CADENA SER DE HOY 20 DE NOVIEMBRE DE 2015.

El Sr. Gil Tamayo no sabemos si en su nombre o en nombre del conjunto de la Conferencia Episcopal ha lanzado un ruin ataque al “laicismo” tratando de equipararlo con los fundamentalismos, afirmando –además- que supone un peligro para la paz, indicando que este pensamiento desea reducir las religiones al ámbito de lo privado.

Demuestra el señor Tamayo una enorme incultura política y social y en materia de principios y de convicciones. Actúa torticeramente como un talibán fundamentalista católico, lanzando mensajes insidiosos contra el LAICISMO, cuando éste -el laicismo- tiene como objetivo fundamental “la defensa del derecho a la libertad de conciencia de cada persona y del pluralismo ideológico (y por ende religioso) en pie de igualdad como regla fundamental del Estado de Derecho y el establecimiento de un marco jurídico que fomente y  garantice esa pluralidad y esos derechos, frente a toda interferencia de instituciones religiosas o de otras ideologías que mantengan o exijan  privilegios”.

Y lo hacen, porque lo que desea la cúpula de la Iglesia católica son: privilegios y poder. Ésta,  más que una entidad espiritual con un compromiso ideológico con sus fieles creyentes, se ha convertido en una enorme corporación empresarial que con leyes que le favorecen: roba al fisco, hacen negocio con la Sanidad, la Educación y los servicios sociales, que participa en bolsa y que tiene oscuras cuentas en su sede central en el Vaticano y en otros muchos lugares.

Y ahora, cuando ve peligrar tan sólo algunos de sus históricos privilegios, por justicia social en un Estado de Derecho, consecuencia de la profunda secularización de la sociedad española, algunos de sus clérigos más integristas se ponen nerviosos, braman y mienten, insultan… es lo que han hecho, demasiadas veces, a lo largo de la historia, apoyando a dictaduras, matando a herejes y no hace tantos años, por no entrar en sus vergonzantes fobias en contra del sexo, la libertad de las mujeres, etc. etc.

Si ésta es la Iglesia que proclama el nuevo Papa, poco han avanzado. Siguen “haciendo política” a favor de sus intereses, de sus privilegios y de los partidos que les dan cobertura y privilegios y la Campaña electoral está sólo comenzando.

Estaría bien una ilustrada rectificación. Que no les vamos a pedir. Ellos mismos se descalifican si siguen en esta línea. Esperamos que la fiscalía no tenga que intervenir si el tono de insultos e insidias continúa.


Para al Conferencia Episcopal, los peligros del laicismo y del fundamentalismo son similares. Al menos es lo que se desprende de las palabras del secretario general de la Conferencia Espiscopal española, José María Gil Tamayo.

Uno de los dos grandes peligros para la paz está en el laicismo. El laicismo quiere excluir el hecho religioso de la vida social y pública como si no existiera y reducirlo al ámbito de lo privado. Por otra parte, están los fundamentalismos. Aquellos que exacerban el sentido religioso, la fe, hasta el punto de querer imponerla por la fuerza o de querer llevar el nombre de Dios a causas e intereses humanos que llevan la violencia”, ha afirmado Gil Tamayo en una rueda de prensa.

De este modo, el secretario general de la Conferencia Episcopal ha defendido que el hecho religioso tiene una implicación social, forma parte de la vida de las personas y de su dimensión social, “con exquisito respeto a las convicciones de los demás”. Además, Tamayo ha alertado también de los fundamentalismos “que exacerban el sentido religioso y la fe hasta el punto de querer imponerla por la fuerza”.

En este sentido, Gil Tamayo ha insistido en que “no se puede matar en nombre de Dios” y ha condenado los atentados de París y el que ha tenido lugar hoy en Mali denunciando la invocación a Dios por parte de los terroristas como “una perversión del hecho religioso”. También ha pedido poner la mirada en Oriente Medio y que la sociedad no se “acostumbre” al sufrimiento de los seres inocentes y a la plaga del terrorismo.

Al mismo tiempo ha pedido que no se generalice, ataque, ni se ponga en cuestión la fe “sincera” de tantos millones de musulmanes y que no se asocie a los refugiados con delincuentes, ya que tienen derecho a que su vida sea preservada y a rehacerla fuera de sus países.

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