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Geopolítica: La segunda muda del islamismo

Imaginemos que un cronista de la época intentara explicar a los persas la atrocidad de las guerras de religiones que desgarraban Europa. Habría tenido dificultades para no dejarlos llegar a la conclusión que todos estos europeos eran unos bárbaros y ahora que es el mundo árabe-musulmán que está sumergido en un caos similar, dos días después de que sus repercusiones hayan provocado la matanza que enluta Francia, Europa ya no está muy lejos de tener la misma reacción; todos son bárbaros, todos son unos locos sedientos de sangre se dice demasiado a menudo, pero no se lucha contra una locura mortífera ignorando sus raíces, su naturaleza y su verdadera amplitud .

El islamismo, la instrumentalización política del Islam, nació en Egipto a finales de los años veinte, cuando un maestro de escuela del nombre de Hassan el-Banna concibió de combatir la influencia occidental sobre los países árabes por la reafirmación de su identidad religiosa. En menos de quince años los Hermanos Musulmanes iban a contar con más de doscientos mil militantes y este movimiento iba pronto a convertirse en la única y verdadera fuerza de oposición a las dictaduras post coloniales pro-occidentales o pro-soviéticas que se habían ensañado a diezmar todas las fuerzas democráticas. La oposición a las dictaduras era el Islam, un Islam conservador y rigorista, pero no todavía fanático, pero no todavía guerrero. Es con la guerra de Afganistán que todo cambió porque para enfrentarse allí a la URSS los Estados Unidos, imaginaron entonces constituir legiones musulmanas venidas de todas las tierras de Islam. Armadas por la C.I.A y financiadas por los saudíes estas legiones contribuyeron ampliamente a la derrota soviética, pero el drama es que se consideraron como los únicos artesanos de la proeza y fueron así la cuna del yihadismo, la nueva forma violenta, belicista y totalmente fanatizada del Islamismo. De vuelta a sus países de origen, sus combatientes atacaron como en Argelia a los regímenes en el poder con la última ambición de derribar los Estados Unidos después de la URSS.

Fue Al Qu’ Aïda y el 11 de septiembre un movimiento mesiánico de conquista religiosa, que un frente de casi de todos los Estados del mundo acabó por debilitar mucho pero el yihadismo está hoy de vuelta con el Estado Islámico siendo la segunda muda del Islamismo. El mesianismo ya no es más ahora que un medio de reclutar, el objetivo primero del Estado Islámico es de crear un Estado sunita a caballo sobre Iraq y Siria, ya no es la verdadera fe contra los infieles sino el Islam contra el Islam, los sunitas contra los chiitas y detrás de ellos Arabia Saudita contra Irán. Es todo el Oriente Próximo que se está rediseñando en una guerra que no acaba de acabar, pero la barbarie del Estado Islámico no debe hacer olvidar el retroceso constante, ¡sí el retroceso! del Islamismo. No es él sino la juventud modernista que hizo las primaveras árabes y llevado al poder de Egipto y de Tunisia por medio de la democracia, a los Hermanos Musulmanes que han sido destituidos por una rechazo popular y si Bachar el Assad no hubiese utilizado los yihadistas para oponerse a la insurrección democrática que lo amenazaba el Estado Islámico jamás hubiese visto la luz en Siria. La historia está en marcha en el mundo árabe, será larga, varias décadas y siempre más sangrienta, habrá otros atentados en Europa pero como Al Qu’ Aida el Estado Islámico será vencido, porque el yihadismo es un callejón sin salida.

Traducción: Apure Yvorra

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