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Gana (y pierde) Mendoza, pierde Reig y, sobre todo, pierde la Iglesia

El caso de la Universidad católica de Murcia

José Luis Mendoza, patrón de la Universidad Católica de Murcia y miembro destacado de los Kikos, se ha salido con la suya. Le ganó el pulso que le echó el obispo, Juan Antonio Reig,por la titularidad de la Universidad y, además, consiguió que Roma lo trasladase lejos, muy lejos de Murcia, a una diócesis pequeña, de reciente creación, como es Alcalá de Henares. Una victoria aplastante de un laico sobre un obispo. Algo sólo comparable a la victoria del cura Castillejo, ex patrón de Cajasur, sobre el entonces obispo de Córdoba, Javier Martínez.

Con la agravante de que, entonces, con monseñor Martínez se utilizó la técnica de la "patada a seguir" o, dicho en latín que suena más fino y más clásico, promoveatur ut removeatur.

Pero en este caso, a Reig se le remueve, pero no se le promueve. Alcalá es, en el argot eclesiástico, una diócesis de entrada. Y de entrada lo fue, por ejemplo, para monseñor Ureña que, precisamente desde Alcalá, dio el salto a Murcia, donde precedió a Reig. Hacer el viaje inverso es una humillación en toda regla.

¿Se merecía este trato un obispo sanguíneo e impulsivo, pero competente, preparado, cercano y pastoral como Reig? Sobre todo cuando lo único que pretendía era defender un bien (una Universidad) de la diócesis. Para él y para sus sucesores.

El precedente que se sienta es grave. Porque se viene a decir que no siempre un obispo es "dueño y señor" de su diócesis. Porque un cura o un laico con poder en Roma, puede conseguir su traslado.

El caso escenifica también cómo se las gasta la derecha eclesiástica. Reig pertenece al ala dura del episcopado y fue siempre amigo de los Kikos, a los que incluso erigió un seminario en su anterior diócesis de Segorbe-Castellón. Mendoza es kiko de pura cepa. Cuando el poder anda de por medio, los camaradas se pueden tornar adversarios. O enemigos.

Y sobre todo pierde la imagen y la credibilidad de la Iglesia, expuesta, durante años, al escarnio público de dos de las má simportantes figuras eclesiásticas de Murcia enfrentadas como dos gallitos. Por eso, me atrevo a decir que, en el fondo, han perdido todos los implicados: Mendoza (a pesar de haber ganado esta batalla, puede perder la guerra de la UCAM, sumida en una penosa situación económica), Reig y, sobre todo, la Iglesia española.

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