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Francia ante la deriva autoritaria. Contra el pánico que nos lleva por mal camino, la razón que nos protege. Denunciar el integrismo musulmán y defender la libertad de expresión no es contradictorio

[El último atentado mortal contra un profesor de historia-geografía en Francia ha servido de espoleta para activar toda una retórica identitaria, xenófoba y racista que lleva camino de marcar un nuevo paso en la restricción de los derechos y libertades. Por la importancia del tema, hemos considerado de interés publicar   el artículo que encabeza el título de Stephane Allies y Carine Fouteau, co-directores editorialistas de Mediapart, así como el comunicado unitario del espectro sindical y asociativo de la enseñanza, en contradicción con ese discurso oficial y su deriva autoritaria]     Viento Sur

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Tras el infame asesinato de Samuel Paty por un terrorista islamista en Conflans-Sainte-Honorine (Yvelines), Francia hace frente al pánico moral de su élite política y mediática. Incluso la de su Ejecutivo, que tras los desenfrenados anuncios de su ministro del interior, trata de desautorizar al Observatorio de la laicidad [órgano institucional que tiene por función asesorar al Gobierno en relación al respeto y promoción de la laicidad], que presenta un punto de vista sin estridencias de los valores de la República.

Tras el horrible decapitación del enseñante el viernes 16 de octubre, Francia se encuentra de nuevo sufriendo el pánico moral de su élite política y mediática.

Justo cuando habría que hacer el duelo y avanzar en la investigación, electos y editorialistas rivalizan en indignación y exageración, poniendo en marcha engranajes nocivos, que el día 20 se tradujeron en un gesto brutal e inquietante del Ejecutivo: la desautorización del presidente y del ponente general del Observatorio de la laicidad, Jean-Luis Bianco y Nicolas Cadene, fervientes defensores de una laicidad ilustrada, la misma que defendió Emmanuel Macron no hace muchos meses.

Denunciar el integrismo musulmán y defender la libertad de expresión no es contradictorio. No hay que negar las dificultades a las que está confrontada la República, pero sería deplorable renunciar por ello al ideal republicano, democrático y emancipador.

Sí, en la sociedad francesa hay problemas relacionados al fundamentalismo islámico; es obvio. Al atacar la escuela, los terroristas saben que atentan contra el lugar por excelencia en el que se forma a las y los ciudadanos a través del conocimiento y del espíritu crítico.

Por otra parte, el encadenamiento de hechos que parece haber presidido la tragedia de Conflans nos plantean algunas interrogantes: ¿Cómo es posible que los delirios mentirosos del padre de un estudiante, apoyados en la implicación de un imprecador fichado S, hayan conducido a una decapitación en medio de la calle? La sideración, la emoción y el enfado son infinitos.

Pero nos tememos que el engranaje político y mediático que se ha puesto en marcha pocas horas después de haberse cometido el atentado persigue otro objetivo: aniquilar todas las voces que hacen un llamamiento a la calma y a no perder la razón con el objetivo de amalgamar mejor y estigmatizar a las personas musulmanas, cuya mínima manifestación de fe se considera como connivencia con el integrismo y, por tanto, con el terrorismo. La construcción de un continuum entre el velo y el filo del cuchillo destinado a matar resulta devastadora para una sociedad fragilizada por años de neoliberalismo salvaje y de regresión identitaria, que poco a poco genera la nauseabunda diferenciación entre un ellos y nosotros supuestamente irreconciliables.

Ahora bien, la abrumadora mayoría de la clase política, con el estímulo de una esfera mediática histérica, ha decidido dejar de lado cualquier matiz y toda la dignidad, mientras sus votantes y las y los telespectadores, o lo que quede de ellos, meditan y rinden homenaje a la memoria del profesor.

En la izquierda, algunos designan chivos expiatorios (según Jean-Luc Mélenchos, líder de la France Insoumise, la comunidad chechena, que plantearía problemas en Francia); otros, señalan a los cómplices (como el islamoizquierdismo, entre quienes también se acusa a Jean-Luc Mélenchon, como los hacen Bernard Cazeneuve o Manuel Valls, miembro y exmiembro del Partido Socialista). En la derecha (tanto en la mayoría gubernamental como en la oposición), se suceden las declaraciones delirantes; la utilización del término islamofobía vuelve a ser sospechosa de colusión con el yihadismo y se cuestiona el anonimato en Internet. Les Républicans y la extrema derecha llegan hasta exigir la interdicción de la lengua árabe en la escuela y el velo en la universidad.

Apenas cometido el atentado y antes incluso de que Matignon [residencia del primer ministro] exija al Observatorio de la laicidad, institución muy respetada, que “evolucione” a fin de “ponerse más en consonancia con la lucha contra los separatismos”, el poder ejecutivo dio la “respuesta”. Estimulado por el clima de confusión, el ministro del interior, Gérald Darmanin, utilizó todos los mecanismos disponibles. Llamó a la unidad de los franceses para honrar la memoria del difunto, al mismo tiempo que salía a la caza de los “enemigos de la República”, de los nuevos traidores de la nación, de los símbolos de la anti-Francia y enemigos del interior, olvidando la cantidad de veces que estas mismas fórmulas fueron utilizadas por las fuerzas más oscuras de nuestra historia nacional: durante el Caso Dreyfus, en el período de entre guerras mundiales y en las guerras coloniales, en especial la de Argelia.

¿Qué sentido se le puede dar a la utilización de este lenguaje tan propio de notorios antirepublicanos como Charles Maurras y Acción Francesa, recuperados reiteradamente por la extrema derecha xenófoba y racista? ¿Resulta tranquilizador para el orden público ver que un ministro del Estado recurre a la policía administrativa para “transmitir un mensaje” y asumir el “desestabilizar y acosar”, según una semántica que nos recuerda más los excesos en las redes sociales que la preservación del Estado de derecho?

Para adelantarse al resto, con riesgo de mezclarlo todo, Gérald Darmanin multiplica los aspavientos mediante el anuncio de expulsiones de extranjeros fichados por radicales (ya prometido, pero difícil de poner en práctica), de registros sin relación alguna con la investigación que no han llevado más que a un arresto, y prohibiciones simbólicas de centros o de asociaciones declaradas culpables, sin ninguna intervención judicial, del fundamentalismo. Sin olvidar atacar al derecho al asilo. La ira del ministro ya ha señalado la ONG BarakaCity, a que le tenía en el punto de mira desde hacía meses.

También ha sufrido las consecuencias, sin ni siquiera esperar a que la investigación arroje luz al respecto, el Colectivo contra la Islamofobia en Francia (CCIF), al que se le acusa de haber sido invitado por el predicador islamista que se encuentra al principio de uno de los videos [difundidos]. Poco importa que esta asociación dedicada al apoyo jurídico de las personas musulmanas víctima de discriminaciones haya logrado, al cabo de los años, sacar a la luz pública numerosos casos de insultos y violencias constitutivas de delitos en relación con la práctica de una religión: ¡es hora de ponerse duro!

En este momento represivo, el ministro parece guiarse menos por el respeto al derecho que por los anatemas lanzados por los miembros de Primavera republicana, impulsores de una visión radical de la laicidad diametralmente opuesta a la de quienes defendieron la ley de 1905.

Disolver las asociaciones y destituir a quienes molestan. En sí mismo, los estruendosos apoyos del ministro de interior que van del centro izquierda a la extrema derecha, sirve para ampliar el espectro de los sospechosos y cómplices a excolmugar. Además del Observatorio de la laicidad, la toman con la Liga de los derechos humanos (LDH) y la Liga de la enseñanza… Como tantas otras estigmatizaciones sin sentido de mediadores que luchan en todas partes contra las estrategias de fracturación de la sociedad francesa y cuyo único error sería de no bendecir la lógica de la guerra de civilizaciones que se está poniendo en marcha.

“La locura está en que se reavivan estos debates cada vez que hay un atentado”

¿Hasta dónde irá el Ejecutivo? ¿Cuántos diques está dispuesto a romper Macron con la idea de que de esa forma se garantiza la reelección frente a Marine Le Pen en 2022? ¿Impondrá de nuevo un ministerio de inmigración y de identidad nacional como en tiempos de Nicolas Sarkozy, símbolo de la inscripción hasta en las instituciones del campo de la división? ¿Habrá que volver a rehacer el vergonzoso debate sobre la pérdida de nacionalidad que animó después François Hollande? El apoyo de Emmanuel Macron a una laicidad abierta y al diálogo, tal como la preconizó durante la campaña presidencial, parece lejos. Sin embargo es la que practican los enseñantes dedicados a enseñar la complejidad y a admitir las voces discordantes de sus alumnos sin renegar a sus principios. Esta República “una e indivisible” que no admite “ninguna aventura separatista” promovida por Emmanuel Macron de cara al futuro ¿ es capaz de responder a las expectativas de una sociedad plural y diversa rechazando de plano cualquier instrumentalización?

El cuadro que dibujan las medidas adoptadas en reacción al ataque terrorista de Conflans parece más bien ir camino del destierro indiscriminado de todos aquellos que “tienen la pinta de ” o están “camino de”. En cualquier caso alimentan un clima de discordia contraproducente en relación del objetivo que se busca: la lucha eficaz, focalizada y obstinada contra el terrorismo.

Algo que incluso lamentan algunos en el seno de la propia mayoría gubernamental. Entre ellos, el diputado de LREM Loïc Kercvran, miembro de la comisión de defensa en la Asamblea nacional y de la delegación parlamentaria sobre los servicios de inteligencia, que escribe en Twitter: “Se mezcla todo, se amalgama. Se mete en el mismo saco el CCIF, Jean-Luc Mélenchon, un predicador islamista fichado S, los inmigrados, la educación en el hogar, las redes sociales, etc. La palabra “compromiso” utilizada de forma indiscriminada ilustra este enfoque. El principal riesgo de este revoltijo es no abordar los problemas reales. La lucha contra el terrorismo es una profesión y se llama inteligencia. Precisamente su eficacia se basa en la capacidad de diferenciar e identificar el enemigo para poder detenerlo. Lo contrario de la confusión. (…) En fin, andemos con cuidado, no desacreditemos aún más el discurso público haciendo creer a la gente que con algunas disoluciones/prohibiciones se evitarán nuevos ataques. Y seamos prudentes, porque lo peor sería que nuestro Estado de derecho no tenga capacidad de implementar tal o cual decisión”.

Si no se hace nada para frenar la difusión de un binarismo hueco –ellos y nosotros, ellos contra nosotros- en el espacio público, el presidente tomará parte en la fabricación de ese separatismo que dice querer combatir. Tendrá que asumir la responsabilidad de alimentar la humillación y el resentimiento de los franceses que se sienten excluidos de la comunidad nacional. Porque el querer hacer “transmitir el mensaje” produce sus efectos.

En lugar de seguir adelante con el miedo y el odio, debería ser el momento del intercambio y de la confrontación de las convicciones. El espíritu crítico debe ejercerse en relación a todas las religiones, al igual que debe hacerse contra decenios de errores estratégicos, de la guerra de Afganistán y de Irak, en relación a los compromisos con los regímenes dictatoriales y las monarquías petroleras. Y, sobre todo, debe conducir a no esencializar a aquellos de nuestros compatriotas que, en función de sus creencias, su cultura o su origen tienen en común esta diabolizada palabra: islam.

Después de quince años de neoconservadurismo que desembocaron en la elección de Donald Trump, ¿cómo no temer un desbocamiento francés guiado por la “guerra” contra “el terror”, que desembocaría en el mismo empobrecimiento de nuestra democracia? Eso significaría caer en la trampa terrorista, abrazando su misma lógica de “guerra de los mundos”.

Lejos de proteger la democracia americana –y el resto del mundo- la reacción ciega a los atentados del 11 de septiembre dio lugar a nuevas monstruosidades terroristas –el totalitarismo del Estado islámico en Irak y Syria- mientras que en Estados Unidos producía el advenimiento de una presidencia autoritaria que se asemeja al neo-fascismo, que dio rienda suelta al racismo de los supremacistas blancos.

¿Queremos esta espiral para Francia? Combatir el terrorismo no es estar en guerra. No se trata de que el Estado reúna al ejército, sino de hacer que funcionen los servicios de inteligencia y de la policía, con las herramientas del Estado de derecho, para prevenir el riesgo; es apoyar a las y los enseñantes cuando exigen ayuda y garantizar su formación e, incluso, contribuir al impulso de debates tranquilos en la sociedad.

¿Se ha demostrado en Conflans que el arsenal legal que permita trabajar a los servicios de inteligencia y a los magistrados antiterroristas es insuficiente? Si bien podemos dudarlo, el gobierno se está preparando para fortalecerlo aún más, incluso si eso significa restringir aún más nuestras libertades públicas.

Más que avivar una crisis de identidad para sacar provecho cínico de ella, la urgencia debería ser promover un imaginario alternativo, dirigido a resolver colectivamente la crisis ecológica, social y democrática. Este es el camino de la razón, el único capaz de protegernos, cuando este vendaval de pánico nos lleva por mal camino, sembrando una división que sólo puede debilitar a la República.

“La locura es que revivimos estos debates en cuanto hay un ataque”, nos dijo Emmanuel Macron durante un Mediapart en vivo en noviembre de 2016. Nos gustaría que lo recordara hoy.

Stephane Allies y Carine Fouteau

Mediapart  Traducción: viento sur


Frente al oscurantismo hagamos crecer una sociedad unidad y fraternal

La ligue de l’enseignement, Ligue des droits de l’Homme,  Mouvement contre le racisme et pour l’amitié entre les peuples, France Nature Environnement, CGT, CGT-Éducation, F.S.U., sgen.CFDT, Solidaires, Sud-Éducation, Unef, syndicat étudiant, UNL, la voix lycéenne, Unsa-éducation, Unsa, libre ensemble.

Una vez más la horrible imagen del terrorismo nos pone a prueba.

Asesinar y decapitar un enseñante, un profesor de historia-geografía encargado de la enseñanza de la moral y cívica es atentar contra el corazón de nuestra sociedad.

Es atacar a los hombres y mujeres que a lo largo del todo el territorio nacional se encargan de la enseñanza del conocimiento, de introducirnos en el debate razonado, de incitar el espíritu crítico y de garantizar la libertad de conciencia.

Es atentar contra la ambición de una escuela común que ofrezca a todos los jóvenes los medios para labrarse un futuro.

En todas nuestras escuelas, en el ejercicio de su profesión, los profesores y todo el personal dan vida a los valores republicanos de la libertad y la laicidad, llenándoles de sentido. Cada día, a través de su paciente quehacer, los profesores y el personal educativo nacional ayudan a construir una República unida y fraterna, diversa y respetuosa, ilustrada y capaz de debatir democráticamente.

Ante el oscurantismo que ha masacrado a uno de los nuestros y nos ha dejado heridos, nuestra respuesta debe ser firme y resuelta. Este acto se cometió en nombre del islamismo fundamentalista. Es esta ideología y quienes la impulsan a quienes hay que combatir sin descanso.

Por otra parte, la estigmatización de los musulmanes a la que determinadas fuerzas políticas tratan de arrastrar al país durante muchos años solo puede reforzar divisiones nocivas y alimentar la máquina del odio.

Es a través de una política educativa ambiciosa en el marco de la escuelas pública y laica, con la participación de los movimientos de la educación popular complementarios a la educación pública y las comunidades locales, para transmitir y apoyar valores de la República, a través de una política de justicia social que haremos recular los peligros oscurantistas y garantizar nuestras libertades.

Porque el futuro mismo de la República, su escuela pública y laica y nuestra Nación están en juego y, con ellos, una parte del mundo, hacemos un llamamiento a toda la población a impulsar una respuesta de este tipo con nosotros.

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Tomado de Viento Sur

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