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Felipe y Mariano en la misa de ´Su Santidad Francisco`

COMENTARIO: Ante las observaciones de quienes señalan que el acto al que acudieron en representación de todos los españoles el príncipe, el presidente del gobierno y varios ministros fue de tipo político, más que religioso, el autor ofrece una versión ampliada de la carta publicada ayer.


Siguiendo la tradición asentada por su padre, que a su vez continuó la que estableció Franco, el príncipe Felipe ha participado en un solemne acto religioso, en este caso el conocido como 'misa de entronización' del nuevo papa. Algunos argumentarán que el evento fue un acto político, y que lo religioso era secundario. Es decir, que se trataba del acto inaugural del mandato del jefe del Estado conocido como Santa Sede, más que de la ceremonia inaugural del líder religioso de la Iglesia Católica.

    Bien, ¿quiénes mejores para sacarnos de dudas que el rey (a quien representaba el príncipe) y el presidente del gobierno? Pues lean este impagable Real Decreto de la Presidencia del Gobierno, firmado por el rey: "Real Decreto 187/2013, de 15 de marzo, por el que se confiere a Su Alteza Real don Felipe, Príncipe de Asturias, la representación de España en la Misa Solemne de Inicio del Ministerio como Pastor Supremo de la Iglesia Universal de Su Santidad Francisco." (http://www.boe.es/boe/dias/2013/03/16/pdfs/BOE-A-2013-2877.pdf ).

    El príncipe podría haber asistido al evento religioso a título privado, y yo no lo denunciaría, pero al hacerlo con carácter institucional, el valor simbólico que adquiere su desprecio –y el de su genuflexora esposa– a la aconfesionalidad del Estado (de hecho, a la libertad de conciencia de los ciudadanos) se hace merecedor de la mayor de las repulsas. Nadie como la Casa Real es tan consciente del alcance simbólico de sus actuaciones, por lo que agravios así son perfectamente premeditados, y, por tanto, especialmente inaceptables.

  Lo mismo cabe decir de la no menos beata presencia del presidente del Gobierno y de tres de sus ministros (con las correspondientes esposas), por supuesto. Me temo que este tipo de comportamientos nos dan una idea poco halagüeña sobre los intereses que sirven nuestros máximos dignatarios (desde luego, no los que cabe esperar de unos servidores democráticos de los ciudadanos): si tienen la osadía de hacer esto a la vista del mundo…

 

 

 

 

 

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