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Felicitar las Navidades desde instituciones oficiales ¿Incongruencia o falta de respeto en un Estado aconfesional?

Todos los responsables de los organismos oficiales deberían estar obligados a acatar nuestra Constitución…

No creo correcto que personas que ostentan cargos en organismos oficiales se dediquen a remitir de forma indiscriminada “Felicitaciones Navideñas” a sus subordinados, hecho que ocurre dado que trabajo en una institución pública y algunos de sus gestores y responsables se empeñan en felicitarme año tras año una festividad que me es ajena, que no celebro.

Al realizar actividades de este tipo, o bien pretenden imponer sus convicciones a quien no las comparte o las rechaza, lo que constituiría un gesto autoritario y fundamentalista, o bien, me inclino más por esta segunda opción, podrían estar dando a entender que todos los empleados públicos, y por extensión deduzco que todos los españoles, compartimos la misma religión, creemos en el mismo Dios, precisamente el suyo, y festejamos su nacimiento, cuando evidentemente esto no es así, y sorprende que aún siendo conscientes de esta evidencia, la ignoran y pretenden justificar su actuación amparándose en costumbres y tradiciones que mantienen vigentes premisas actualmente contrarias a la razón como es el hecho de seguir considerando a España como un estado confesional católico en el que toda la población es creyente y practicante. Es lamentable que este argumento todavía pueda permanecer arraigado en la conciencia colectiva popular, pero aún es más patético e inmoral que sea adoptado y utilizado en multitud de ocasiones por muchos políticos que ocupan cargos de responsabilidad obviando la legislación y la realidad.

Voy a plantear una situación poco probable pero no imposible: supongamos que alguno de estos altos cargos lo ostenta una persona con una creencia distinta a la Católica, ¿qué sucedería si felicitase a todos la festividad más importante de su calendario religioso al igual que han hecho sus predecesores en el cargo y hacen algunos que ocupan puestos similares al suyo, todos ellos católicos?, es de suponer que agradaría a quienes profesan y practican esa religión, pero también es cierto que sorprendería a los demás, muchos ni siquiera sabrían de qué se trata e incluso algunos podrían calificar esta actuación de inoportuna, absurda, ridícula y fuera de lugar, pensando que lo correcto hubiera sido evitarla; pues bien, el hecho de que se me felicite por el nacimiento de Jesús me es tan indiferente y lo considero tan improcedente y desacertado como supongo que le resultaría a cualquier católico que se le felicite por el nacimiento de cualquier líder religioso ajeno a sus creencias, sin ninguna diferencia.

Todos los responsables de los organismos oficiales deberían estar obligados a acatar nuestra Constitución que exige la no adherencia institucional y el no reconocimiento oficial de ninguna religión en concreto por lo que, como representantes políticos y desde el cargo que ostentan, deberían adoptar una actitud prudente y neutral con todas las confesiones y mantenerse al margen de realizar actividades públicas que sólo ensalzan y celebran sus creencias personales.

A pesar de lo dicho, si el deseo de éstos sigue siendo el felicitar a todos de forma masiva, sería más respetuoso, más coherente y menos discriminatorio que a cada uno le feliciten sus fiestas y no las de otros; y a los no creyentes, ninguna, pero como las creencias de cada uno pertenecen a su vida privada y nadie tiene la obligación de declararlas, lo correcto y legítimo sería que se abstuvieran de hacerlo.

Por Armando Azulay Tapiero | Médico y Máster en Derecho y Bioética por la Universidad de Valencia

Felicitacion navidad Congreso 2014

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