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Fe, tradición y propaganda

Del conjunto de mitos de la religión católica, los dos con mayor trascendencia desde el punto de vista sociológico son el de la Navidad y el de la Semana Santa. En el primero conmemoran el nacimiento de Cristo y en el segundo su muerte y posterior resurrección. Tanto uno como otro se caracterizan por su proyección pública, en especial el segundo, puesto que pretende trasladar a la calle, al espacio común de todos los ciudadanos, un conjunto de episodios pertenecientes a la vida de Cristo, de acuerdo con el contenido narrado en los Evangelios

La Semana Santa no puede ser definida si no es en función del momento histórico en que la enmarquemos. Así, aunque muchas cofradías de penitencia tengan su origen varios siglos atrás, no podemos afirmar que el rito se desarrolle hoy, en el siglo XXI, de acuerdo con los mismos parámetros que en su momento fundacional.

Un estudio de la trayectoria histórica de esta celebración, de manera particular en Andalucía, es algo complejo, por cuanto se mezclan en ella gran cantidad de elementos y porque el grado de participación de la sociedad, de manera activa o pasiva, es muy importante. En la actualidad conviven elementos religiosos con otros de carácter cultural o antropológico y los de carácter económico. Y en especial se destacan mucho estos últimos, así estos días vemos cómo se dan datos sobre desplazamientos o de ocupación hotelera. Eso significa que la celebración religiosa se ha convertido en un reclamo turístico, de modo que cada ciudad y cada pueblo, por pequeño que sea, pretende mostrar el grado de originalidad de su Semana Santa, que la hace diferente de todas las demás.

Nadie duda acerca del beneficio económico que se produce en ciudades andaluzas como Sevilla, Málaga o Granada, y otras muchas que se podían citar, pero no es tan evidente el impacto real en otras poblaciones de tamaño medio donde siempre se cita ese teórico beneficio económico, pero donde nadie ha dado nunca cifras que permitan sostener dicha afirmación. Por otro lado, las procesiones generan una serie de inconvenientes para la población en general que casi nunca son tenidos en cuenta. ¿Por qué?

Uno de los problemas reside en el grado de confusión existente entre los poderes públicos municipales y la celebración religiosa. En primer lugar, porque desde que comienzan los preparativos para la celebración, buena parte de los servicios municipales están a disposición de las cofradías. Cualquier organización que pretendiera ocupar la calle durante tanto tiempo se encontraría con la respuesta de que eso es imposible, pues bien en este caso no solo es posible sino que además se facilita la tarea. Un ejemplo concreto: cualquier manifestación pública tiene su servicio de seguridad, sin embargo las procesiones cuentan con la fuerza pública, que por supuesto se desarrolla en horas extraordinarias que pagamos todos los ciudadanos. En segundo lugar, por la presencia de las autoridades en los cortejos procesionales, en el ejercicio de una falta de respeto absoluta hacia todos aquellos que no son creyentes o que pertenecen a otra confesión religiosa, pero alcaldes y concejales se escudan en la tradición, en la costumbre o en el arraigo popular de esa asistencia.

Me gustaría que algún día los ayuntamientos hicieran público cuánto nos cuesta a los ciudadanos la Semana Santa, cuestión en la cual no he visto que nadie haya hablado de las dificultades de la crisis para poner menos guardias municipales o menos servicio de limpieza. Pero quizás lo más importante sea que se ha generado una ceremonia de la confusión en la cual parece que todos los ciudadanos son partícipes de las creencias que sostienen las procesiones. Y no es así, porque hay quienes vemos religiosidad en algunos casos contados y estética en otros, pero en muchos también hay falta de gusto y excesos imperdonables. Pero todos tienen algo en común: forman parte de un eficaz aparato de propaganda de la religión católica, que consigue estar presente en la calle y en los medios de comunicación de tal manera que consiguen identificar a la sociedad española, y en especial a la andaluza, con una determinada celebración religiosa.

* José Luis Casas Sánchez es Profesor de Historia

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