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Fátima: «Me cubro para ocultar mi belleza a los hombres que no son de la familia»

Tiene 36 años, está casada y tiene dos hijos, que espera que vayan a la universidad. Su risa es solo audible tras el niqab pero cuando habla de su madre enferma en Bangladés las lágrimas son imposibles de ocultar. Repasa la foto para estar segura de que no se la reconocerá.

–¿Desde cuándo y por qué lleva niqab?
–Lo llevo por mi religión, desde que me casé en Bangladés a los 18 años.

–¿Su marido te obligó a llevarlo?
–No, mi marido no me obligó. Me lo puse convencida, en mi país lo llevan muchas mujeres, algunas también llevan guantes y medias.

–¿Cuál es la función de este velo?
–Es para que mi belleza no la puedan ver otros hombres. Solo mi marido, mi padre y el resto de mi familia. El Corán dice que antes de salir de casa debes cubrirte el cuerpo.

–¿No es discriminatorio para la mujer?
–Es mi religión. Los hombres no pueden verme y yo tampoco puedo verles directamente. La primera vez sí, en la calle, porque tengo que ir mirando por donde voy. Después ya no. Pero no me impide salir de casa, ni comprar ni estudiar.

–¿Al llegar aquí usó también el niqab?
–Al principio no, porque con la cara cubierta no podía hablar y por eso me lo quité para poder explicarme. Pasado un tiempo me lo puse. Ahora si me lo quito me siento mal.

–¿Ha notado rechazo en la calle?
–Sí, he escuchado palabras malas, como «quítatelo, guapa» o «esto es España». Ahora ya no hago caso. Respeto a las otras personas, no molesto a nadie, otra gente se pone otras cosas y no digo si está bien.

–¿Se lo quitaría si le obligaran a ello en dependencias públicas?
–Puedo quitármelo y llevar hiyab si la policía me lo pide, en un hospital o si me lo exigen en el trabajo, en el aeropuerto o en un banco porque son casos urgentes de necesidad. Pero en la calle yo soy libre.

–¿Y si la prohibición se extendiera?
–Si me ponen más problemas iré a mi país para vivir allí mi última vida.

–Ante la separación aquí entre Iglesia y Estado, si le piden que se adapte…
–Cuando vine aquí no dejé a Dios en mi país, va conmigo siempre. ¿Qué problema hay? No soy ladrona, ni asesina. Busco trabajo y mi marido está en paro.

–¿Obliga a su hija a que lo utilice?
–No, pero sí a que lleve el hiyab, forma parte de mi función como madre.

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