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Estado Laico, necesario para frenar violencia contra las mujeres y la comunidad LGBTI

La injerencia de la agenda conservadora en las políticas públicas se contrapone con el avance de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, y los derechos de la comunidad LGBTI+

 La creciente ola de feminicidios y violencia en contra de las mujeres, la ineficacia de las estructuras gubernamentales y de justicia para hacer frente a esta situación, detonó el hartazgo de grupos de mujeres feministas que salieron a manifestarse el pasado 16 de agosto en la Ciudad de México. A la par, el número de crímenes de odio hacia la comunidad LGBTI+ sigue en aumento, así como las constantes formas de discriminación.

 Ante esta situación ¿por qué es importante el fortalecimiento del Estado Laico? El avance del laicismo y la laicidad en México se presenta como un reto ante la intromisión constante que tienen distintos actores religiosos en el ámbito político, como lugar para la toma de decisiones en el ámbito público. Esto no es propio de estos tiempos, las relaciones Iglesia-Estado en términos de negociación de intereses ha sido inherente a la constitución del Estado mexicano. Las históricas raíces de este vínculo de complicidad entre estos actores son inminentes, a pesar de la configuración de México como una República Laica, que se origina en el establecimiento de las leyes de Reforma en la segunda mitad del siglo XIX.

Es evidente en distintos momentos históricos el cómo la relación entre el Estado y particularmente la Iglesia católica ha sido de cercanía y cordialidad, aunque ha tenido momentos de discordia que quedan manifiestos en las pugnas por el poder. Sin duda, el carácter de Estado laico, la distinción de los ámbitos religiosos y políticos, es una base fundamental para salvaguardar las libertades, el avance y ejercicio de los derechos, en particular aquellos que tienen que ver con la libertad de creencias, y toma de decisiones de las personas en el plano ético y moral.

En particular en estos tiempos de la 4T, es evidente el diálogo y cercanía que existe no solo con la Iglesia católica, sino con otras Iglesias, en particular de corte evangélicas. Esta interlocución, puede ocasionar una apertura, una injerencia de la agenda conservadora en las políticas públicas; este carácter conservador se contrapone con el avance de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, y los derechos de la comunidad LGBTI+, aquello que desde la mirada conservadora-fundamentalista se ha denominado como “ideología de género”, pues desde su perspectiva es una mirada nociva hacia sus principios morales clásicos, como es la “defensa de la vida y de la familia”, que en el correlato base, se encuentra una visión patriarcal y heteronormada que rige el mundo.

Las recientes manifestaciones de las mujeres en contra de la violencia y las crecientes cifras de feminicidios son datos evidentes de los cambios culturales y sociales que se deben dar a nivel social para frenar la estructuras violentas, cosa que no será posible, sino se hacen cambios profundos en la forma de concebir a las mujeres, transformar el patriarcado, cuestionar la heteronormatividad,  pensar a la sexualidad y a la reproducción en términos de derechos y demás discursos propios de pensamientos conservadores y fundamentalistas.

Afortunadamente desde una visión cristiana del mundo hay un avance reflexivo desde la visión teológica novedosa identificada como queer, que propone cuestionar los relatos patriarcales y heteronormados existentes en la tradición cristiana clásica. Esto abona en los cambios sociales, en tanto transforma los mandatos e ideas establecidas milenariamente en los discursos religiosos que tienen incidencia en la cultura. Por ejemplo, cuestionar la idea de un solo tipo de familia, basada en un matrimonio (de un hombre y una mujer), unidos en un vínculo monogámico con carácter de perpetuidad (juntos hasta que la muerte nos separe) y con fines procreativos (abiertos a los hij@s que Dios nos mande).

Estos discursos teológicos emergentes como en su momento lo fueron la teología de la liberación y la teología feminista, abren el campo reflexivo en el plano religioso, que son esperanza de cambios profundos en los imaginarios sociales propios de sociedades con predominancia católica-cristiana como es la sociedad mexicana.

Para coadyuvar a estas transformaciones sociales, se espera del actual gobierno mantener una distancia adecuada con las Iglesias y grupos religiosos diversos, con el objetivo de que se premie la garantía de las libertades propias de una sociedad democrática, plural, laica y secularizada.

Tania Lizbeth Meléndez Elizalde                                                      

Socióloga, Maestra y Candidata a Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM. Docente en la carrera de Sociología en la FES Aragón UNAM. Líneas de investigación: Sociología de la Familia, Sociología de la Religión, Perspectiva de Género, Cambio social y cultura. 

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