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España está eucaristizada

MENUDO escándalo mediático se ha levantado, al aprobar el Consejo de Ministros el 17 de mayo el anteproyecto de Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), un título tan largo que se la conoce como Ley Wert, por el apellido del pío ministro de Educación, Cultura y Deporte que la patrocina. Este ministro tiene las ideas muy claras, como lo demuestra que ha militado en cuatro partidos políticos sucesivos, en busca de lo mejor para el pueblo, como dicen todos los dedicados a la política, empezando por los que cobran sobresueldos millonarios mensuales. Y no quiero señalar.

   La Ley Wert ha provocado huelgas y manifestaciones en todos los niveles de la enseñanza y por todos los implicados en ella, alumnos, padres, profesores y bedeles. Una de las cuestiones que origina mayor rechazo es que se vuelva a considerar a la religión una asignatura evaluable, como en los tiempos anteriores, no tan viejos, porque yo mismo la tuve que estudiar: junto con la gimnasia y la llamada Formación del Espíritu Nacional eran conocidas como “las tres marías”, pero había que aprobarlas para licenciarse.

   Esto es lógico en el reino de España, y resultan incomprensibles esas huelgas y manifestaciones de rechazo. Todo el mundo sabe que el reino de España es ultracatólico y archifanático. Por algo está doblemente consagrado a la eucaristía, que es como denominan cardenales, arzobispos, obispos, abades, curas, frailes y sacristanes a la hostia consagrada, en donde aseguran se halla concentrado el cuerpo de Jesucristo, gracias a una transustanciación que realiza el oficiante de turno. Nanorreligión debe de ser eso.

Cuando  reinaba Alfonso XIII

   Van a cumplirse enseguida 102 años de la consagración del reino de España a la eucaristía. La hizo el rey católico Alfonso XIII, tan virtuoso como su abuela Isabel II, la mayor golfa de España. El fastuoso acontecimiento tuvo lugar el jueves 29 de junio de 1911, festividad catolicorromana de los apóstoles Pedro y Pablo. Vamos a recodarlo.

   El domingo 25 fue inaugurado el Congreso Eucarístico de Madrid, por el cardenal legado del papa Pío X, que lo era el cardenal Aguirre, acompañado por todos los jerarcas del catolicismo español. Por deferencia del rey católico Alfonso XIII, el cardenal legado se alojaba en el palacio de Oriente, junto a la llamada familia real y cortesanos.

   Ahora no es momento de historiar las actividades del Congreso Eucarístico, sino solamente el acto de consagración. Pero conviene recordar una anécdota muy significativa e ilustrativa del espíritu religioso que dominaba a los fanáticos congresuales. El 1 de julio el presidente del Gobierno, que lo era José Canalejas, salió en tren con el propósito de pasar el día siguiente en una finca. Al llegar a la estación de Villalba se detuvo el convoy, para dejar paso a otro especial que conducía a militantes del movimiento llamado de Adoración Nocturna a Jesús Sacramentado, es decir, a la hostia consagrada: se dirigían al real sitio de El Escorial, para celebrar en el monasterio una de sus tenidas. Los dos trenes permanecían detenidos en la estación, y al percatarse los congresistas de la presencia del jefe del Gobierno en un vagón, bajaron en tropel para rodearlo y ponerse a cantar desafiadoramente, y tal vez desafinadamente el himno del Congreso.

   El odio a Canalejas, líder del Partido Liberal, estaba motivado por su política religiosa. Mediante la conocida como “ley del candado” pretendió impedir que se instalasen en España nuevas órdenes religiosas, por considerar que ya había demasiadas, y quiso que las existentes se registraran como asociaciones, y no designó embajador ante el papa romano. Por eso se le consideraba ateo, aunque practicaba públicamente la religión.

La consagración real

   Vamos a rememorar la consagración del reino de España a la eucaristía. Aquel 29 de junio de 1911 el cortejo salió de la iglesia de los jerónimos, para pasear la custodia con la hostia consagrada, llevada bajo palio, por las principales calles madrileñas, hasta llegar a la plaza de la Armería del palacio de Oriente. A la puerta esperaba el rey Alfonso XIII, entre su mujer y su madre, y tras ellos el resto de la familia y más atrás los cortesanos de diversa especie, todos con vistosos uniformes de gala, y las mujeres con trajes largos y mantillas de las conocidas como españolas. Si la hostia consagrada es el cuerpo de Jesucristo transustanciado, como aseguran los catolicorromanos, puede afirmarse que Jesucristo fue a visitar a Alfonso XIII en su palacio. Lógico al tener en cuenta que los reyes españoles gozan del apellido de católicos, por concesión del inmundo papa Alejandro VI en 1496 a Isabel y Fernando y sus sucesores.

   Al llegar la custodia toda la corte se arrodilló en señal de respeto, y las fuerzas militares presentaron armas, mientras sonaban clarines y fanfarrias. La custodia fue llevada al salón del trono, y toda la corte la adoró, empezando por el rey católico. Después el cardenal legado salió al balcón, para bendecir con ella a los reunidos ante el palacio. Finalmente, el rey consagró a España a la eucaristía.

   Esa tarde el cardenal legado remitió un largo telegrama a Pío X, que empezaba de esta cursi manera: “Lágrimas de júbilo saltan de mis ojos al anunciaros, beatísimo padre, el triunfo de Jesús sacramentado por las calles de Madrid.” Así lo contaron los diarios.

La consagración dictatorial

   Y España volvió a ser consagrada a la eucaristía el domingo 1 de junio de 1952, durante el acto de clausura del XXXV Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en Barcelona. Esta vez le correspondió hacer la consagración al dictadorísimo genocida que sojuzgaba entonces criminalmente al pueblo español, como lo estaba haciendo desde 1939 y continuaría hasta su muerte natural por decrepitud corporal en 1975.

   En esa ocasión el legado papal fue el cardenal Tedeschini, quien pronunció el discurso de clausura. A continuación el dictadorísimo genocida procedió a consagrar España a la eucaristía, no se sabe si porque había caducado la consagración de 1911, o porque él quería demostrar que era el rey de aquella España encarcelada. Entre otras cosas aseguró: “El espíritu de servicio a la causa de a fe católica que venimos a proclamar no es un mero enunciado; le precede una legión innumerable de mártires y de soldados caídos por nuestra fe en reciente cruzada.” Por la noche el papa nazifascista Pío XII dirigió un mensaje a la “amada España” desde Radio Vaticano, para confirmar la consagración.

   Puesto que el rey católico nuestro señor es nieto de Alfonso XIII y fue designado rey por el dictadorísimo, es lógico que mantenga la doble consagración de España a la eucaristía realizada por sus dos predecesores en el mando. En consecuencia, todas las leyes del reino deben estar atadas y bien atadas a la doctrina de la Iglesia catolicorromana. Así que Wert cumple con su obligación, y algún día será elevado por ello a los altares.

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