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Eso sí que será una crisis

Me resulta incómodo que el Papa hable del Mal. La existencia del mal es un misterio si queremos ir más allá de la naturaleza humana, si creemos que el mal es una entidad superior que está fuera de nuestra especie. En este sentido, no entiendo el Mal ni entiendo el Bien.
En el último sínodo de obispos de todo el mundo, Benedicto XVI se manifestó rotundamente catastrofista. Y la culpa del previsible desastre final es de la actual sociedad moderna. Sinceramente, no creo que la sociedad ni la cultura actuales, por más defectos que tengan, sean capaces de provocar una hecatombe. En otros siglos ha habido formas terribles de mal y aún no ha pasado nada. Genocidios espantosos, hombres convertidos en esclavos, niños obligados a trabajar en las minas de carbón… Y la especie ha sobrevivido, y en bastantes aspectos se ha moralizado. Hoy hay crímenes y delitos evidentes, pero el juicio popular sobre estos abusos es claramente ético.
Así, no me gusta que el Papa haga saber que se acercan "tiempos funestos que destruirán las secularizadas sociedades occidentales si seguimos viviendo al margen de la religión". "Tiempos funestos" ya los ha habido, y entonces las sociedades no estaban secularizadas, sino que eran catolizadas. Que alguien lea, si está a su alcance, las actas de la Inquisición.
El Papa se pregunta: cuando nos proclamemos dueños absolutos de nosotros mismos, ¿podremos construir una sociedad en la que reine la libertad, la justicia y la paz? ¿Es que la construyeron en tiempos en que se quemaba a las brujas porque eran siervas del diablo, o los guerreros y monjes que iban a las cruzadas con la cruz como señal de identidad?
No dudo en absoluto de la buena fe y la sinceridad del Papa, pero me parecen escalofriantes sus pronósticos. Habla del castigo divino que va a caer sobre los pobres que rehúyen el mensaje de Dios. Me pregunto dos cosas. Primera: ¿de qué castigo se trata? ¿Terremotos espantosos, infecciones mundiales? ¿Es que la actual crisis económica es un preludio de unos castigos durísimos?
El segundo punto que me inquieta es: ¿qué capacidad tiene Dios de hacer daño? Si la tiene, cosa que no acabo de entender, ¿será un mal injustamente generalizado? Porque Benedicto XVI habla de las "naciones". El mal caerá sobre las naciones y las sociedades que vivan al margen de la religión. Los ejemplares ciudadanos creyentes de estas naciones, ¿también tendrán que pagar las culpas de los infieles? Hay proclamaciones que no suenan muy bien.

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