Sólo la efímera Segunda República Española (1931-1933) se pronunció abiertamente a favor de una escuela laica y prohibió a las órdenes religiosas el ejercicio de la enseñanza en la Constitución de 1931. Pero la “guerra escolar” que se desató entonces con la Iglesia Católica, dijo Tolosana, pesó como una losa a la hora de redactar la actual Carta Magna. El fin de la etapa republicana, la guerra civil y la dictadura de Franco fueron nuevos episodios que reafirmaron la confesionalidad del Estado y de la escuela, plasmada, por ejemplo, en el Concordato de 1953 y en la Ley General de Educación de 1970.
Durante la transición a la democracia, el laicismo se abordó con una “prudencia exquisita, quizás excesiva” que, de acuerdo con Tolosana, ha llevado a una situación de “falsa aconfesionalidad de la escuela”, pues se garantiza el derecho a recibir formación religiosa y se mantiene la “omnipresencia” de la Iglesia Católica en virtud de los acuerdos firmados con el Vaticano en 1979, que reprodujeron la esencia del Concordato.
La conferenciante no escatimó adjetivos para mostrar su disconformidad con la nueva vuelta de tuerca dada por el Gobierno popular mediante la LOCE. La introducción del hecho religioso como alternativa a la religión es, a su juicio, “el disparate supremo”. Tolosana cree innecesaria la creación de un área para enseñar cultura religiosa: “¿Es que alguien se atreve a explicar historia y prescindir de la religión?”.
Muchos de los asistentes que pidieron la palabra en el debate posterior abundaron en este tema. “¿Qué camino tenemos que seguir ahora y por dónde empezamos?”, se le preguntó. Y Tolosana, que calificó de “error” tender hacia la multireligiosidad para vencer la ominipresencia de la religión católica, emplazó a la sociedad civil a tejer complicidades para construir una nueva cultura del laicismo que fomente un espacio público común de derechos y deberes que “nos salvará de los particularismos, religiosos y no religiosos”.