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Escrivá de Balaguer, s/n

Vicente Aleixandre, nuestro gran poeta, vivía en una urbanización de hotelitos en el parque metropolitano de Madrid donde las calles tenían nombres de árboles y plantas. Pero en los días de caudillo y generales al alcalde de turno se le ocurrió cambiar el nombre de no me acuerdo qué árbol por el de un general del que tampoco me acuerdo. Lo cierto es que Aleixandre se cogió un gran cabreo. Ahora, en Zaragoza, no es que hayan intentado quitarle a un árbol la calle para dársela a un general, que generales democráticos hay con méritos para tenerla -Gutiérrez Mellado, sin ir más lejos- sino que han intentado quitársela a un general para dársela a un cura: el fundador del Opus Dei, José María Escrivá de Balaguer. Lo que pasa es que se ha montado tal rifirrafe que el alcalde, el socialista Juan Alberto Belloch, se ha visto obligado a someter a Escrivá a la innecesaria humillación de relegarlo a una calle sin casas en la que no habrá vecino que vea ahora en sus cartas el nombre del autor de Camino. Para consuelo de Belloch y de los hijos de Escrivá les contaré que en Santa Cruz de Tenerife dedicaron a uno de sus fallecidos intelectuales más eximio, -socialista sin flojeras, eso sí- un paseo del parque. No le iban a quitar al General Goded la calle con la que se le honraba, y en la que vivió siempre Domingo Pérez Minik, para dársela a un rojo. Me cuentan que ya le han quitado la calle al general, pero la llaman del Perdón. A la calle de Aleixandre le quitaron el nombre de Velintonia, que era un emblema en la vida literaria española, para ponerle el de Vicente Aleixandre al otorgársele el Nobel, con lo que tuvo el poeta que cogerse el mismo cabreo que cuando le quitaron al árbol la calle y se la pusieron al general. Los últimos años de su vida se los pasó recibiendo cartas que ponían su nombre: Vicente Aleixandre. Y debajo: Vicente Aleixandre, 3. Madrid. Lo que hubiera dado Escrivá por recibir cartas a su nombre en una calle con su nombre, pero el Nobel lo dan en vida y para la santidad, por ahora, aunque Escrivá se saltara la lista de espera, es necesario que te mueras primero, aunque en su caso casi se la dan en vida. Para consuelo del aristócrata de Barbastro diré que la calle de Aleixandre también era chiquita.
Y APARTE. Zapatero será todo lo laico que quiera, aunque algunos lo tengan por un laico con flojeras, pero a su partido no le falta de nada. Que no le falten cristianos no tiene nada de particular, hay muchas formas de ser cristiano, y la de Gregorio Peces Barba, por ejemplo, que siempre fue socialista y cristiano, no debe estar mal. Es el que mejor explica el laicismo. El Congreso de los Diputados lo preside ahora un socialista cristiano, José Bono, que casi le hace allí un altar a una monja. Y hasta el segundo de Zapatero en el PSOE, José Blanco, se ha declarado si no cristiano al menos creyente. Lo que es más llamativo es que se pueda ser socialista y admirador de Escrivá de Balaguer, pero supongo que en el Opus no se pone trabas a que se pertenezca a la Obra y al PSOE a la vez. No creo que sea el caso del actual embajador ante el Vaticano, pero admirar a José María lo admira mucho. Sin embargo, fue alcalde de la Coruña muchos años y no tuvo la iniciativa de dedicarle una calle. Sí la ha tenido en cambio el alcalde socialista de Zaragoza. No sé si porque ya no quiere volver a ser alcalde, porque no quiere volver a ser alcalde socialista o porque aspira a la embajada ante el Vaticano.

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