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En ocasiones veo muertos

En Texas todo es grande. Y los asesinatos también. Sólo así se explica la existencia de un cementerio clandestino en el que se apilaban hasta una treintena de cuerpos  mutilados, entre ellos los de varios niños. Como en La Matanza… pero con Leatherface haciendo horas extra. Lo curioso no es que la policía no tuviera ni idea de que un asesino andaba suelto, sino que la autora del descubrimiento fue una vidente.

Ocurrió el pasado 6 de junio en Liberty County (Houston). Una mujer llamó a la comisaría de policía para denunciar la existencia del cementerio, que había descubierto utilizando sus poderes psíquicos. Al principio, los agentes dieron a su testimonio la credibilidad que merecía –poca-, pero aun así se dirigieron al lugar de los hechos y encontraron lo que era de imaginar: nada.

Pese a todo, la vidente insistió al día siguiente y dio nuevos datos. Esta vez, la tomaron más en serio y llegó la caballería: la policía, el FBI, los Texas Ranger y el departamento de Salud Pública. Agentes, helicópteros, bulldozers, perros, periodistas, curiosos… parecía una romería. El resultado final fue todo menos sorprendente: un rastro de sangre de un accidente ocurrido semanas atrás y varios  huesos… de aceituna.

Lo curioso es que la tipa se ha ido de rositas (ni siquiera ha trascendido su nombre), aunque sólo el salario de los policías locales que participaron en la búsqueda fue de 823 dólares (unos 570 euros). No parece mucho, pero son 823 dólares más de los que se deberían haber invertido.

Una de las razones por las que la vidente se libró es que el sheriff no cree que actuara con malicia, pese a que la mujer mintió cuando dijo que jamás había visitado el lugar (o tenía un cómplice, que es quien avisó a la prensa). El motivo es que quizás supiera algo y que lo de la videncia no fuera más que un intento de dar una pista anónima y evitar preguntas. También es posible que estuviera mal de la cabeza y lo dejaron pasar.

Una encuesta realizada en 2006 por UK Skeptics reflejaba que la policía da muy poca credibilidad a los videntes, pero que en ocasiones se han tenido en cuenta sus afirmaciones, de la misma manera que también se investigan muchas pruebas aportadas por otros ciudadanos que tampoco tienen muchos visos de ser ciertas. La política que siguen es investigarlo todo.

En todo caso, los resultados brillan por su ausencia. En España, el mítico Padre Pilón y Octavio Aceves protagonizaron dos casos conocidos, y en ambos casos hicieron el ridículo más espantoso (lo que no afectó a sus carreras). El primero, equipado con un péndulo, ayudó a buscar a Javier Ybarra (asesinado por ETA), el teniente general  Emilio Villaescusa y el ex presidente del Consejo de Estado Antonio María de Oriol (secuestrado por el Grapo). Los resultados son de sobra conocidos.

Aceves, por su parte, se presentó como investigador psíquico en el caso de Anabel Segura. No sólo no dio ni una (dijo que estaba viva en Guadalajara cuando llevaba semanas enterrada en una fábrica abandonada de Toledo), sino que cuando se publicó el dato acudió a defender su honor en los tribunales… y perdió el juicio (legalmente hablando).

Y qué decir del caso Madeleine: cientos de videntes acudieron como buitres a dar pistas (falsas) sobre su paradero que hubo que perder tiempo y dinero investigando. Hasta los videntes de guardia del programa Hauting Evidence aprovecharon la desgracia para subir la audiencia. Sin embargo, para la empresa que contrataron los McCann para buscar a su hija, este tipo de testimonios era recibido como agua de mayo: nuevas pistas que seguir, nuevas facturas que cobrar.

Lo curioso de estos depredadores que actúan por dinero es que no dedicaran su talento a perseguir a Bin Laden, por el que había una recompensa de 27 millones de dólares. Un dinero que ahora nadie cobrará y que ellos podrían haber dedicado, como suelen hacer con todo lo que ganan, a donarlo a instituciones benéficas.

Según los que creen en estas cosas, la policía de todo el mundo ha recurrido en alguna ocasión a ‘dotados’ (con poderes psíquicos debo precisar). Si eso fuera cierto, ¿qué motivo tendrían para ocultarlo? Es cierto que, al negarlo, haría que los criminales se confiaran, pero esto más que un argumento es una calumnia contra las fuerzas de seguridad. ¿De verdad quieren que se cometa un crimen para poder resolverlo?

Si la policía utilizara videntes, lo menos inteligente sería ocultarlo. Publicitar su colaboración y los resultados obtenidos obligaría a los criminales a pensárselo dos veces. Ni todos los trucos aprendidos viendo CSI les servirían para escapar de los poderes paranormales. Pero no, no los usan porque no sirven para nada.

Conclusión: estos tipos no encontrarían a Wally ni aunque se lo cruzaran en un ascensor. Lo único que está claro es que si algún día un psíquico descubre un crimen, de algo podremos estar seguros: es el principal sospechoso.

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