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En los Estados Unidos ser ateo sigue siendo un tabú

El número de americanos ateos o agnósticos ha aumentado de forma significativa estos últimos años. Decirse ateo sigue siendo, a pesar de todo, difícil en esta sociedad en la que creer en dios es una garantía de moralidad.

Ante la evocación de la religión su mirada se ensombreció. Hija de un pastor presbiteriano educada entre diez hermanos y hermanas, Deborah Lash, 32 años, es un poco la excepción en su familia. Hace ocho años, esta joven música de Washington abandonó de puntillas la comunidad protestante “fundamentalista y muy unida” en la que había crecido por una iglesia más liberal.

Pero al cabo de tres años, se dio cuenta de que la idea misma de dios la dejaba “totalmente indiferente”. “Cuando dije a mi padre que ya no creía, intentó convencerme con la Biblia… Luego lloró. Mi madre, por su parte, pareció no comprender y no me ha vuelto a hablar nunca del tema”. Deborah Lash, ¿una “anomalía”, del otro lado del Atlántico? No tanto.

La religión omnipresente

Si los Estados Unidos siguen siendo el primer país cristiano en el mundo con 7 americanos de cada 10 que se reclamaban del cristianismo en 2014, el número de no creyentes -ateos, agnóstico o “nada en particular”- como Deborah ha subido más de seis puntos en siete años (del 16,1% al 22,8%), según un estudio del Pew Researsch Center publicado en mayo.

Y sin embargo, decirse ateo no es sencillo en un país en el que dios está en todas partes: en la Constitución, en el dólar -“In God We Trust”-, a lo largo de las autopistas en las que hay carteles haciendo publicidad de dios, sin contar con las innumerables capillas de todas las denominaciones que recuerdan su presencia en cada rincón.

¿Se puede ser un auténtico americano sin creer en dios? “Es tan difícil, hoy, como para un homosexual hacer su salida del armario hace algunos años”, estima Benjamin Biber, 53 años. Él mismo, que pasó del judaísmo al ateísmo, secretario de los estudiantes humanistas del American University de Washington, es testigo de las dificultades que encuentran los jóvenes que se dicen sin dios.

Resistencias al ateísmo

David, 39 años, se niega a dar su nombre. “No quiero hacer sufrir a mi abuela, se excusa. Mis padres comprenderían, pero no el resto de mi familia, de origen italiano, católico, muy tradicional… Solo se lo he dicho a algunos amigos, más jóvenes”.

Si no cree en dios desde hace una decena de años, solo hace un año que David se atreve a decirse ateo. “El término tiene connotaciones muy fuertes aquí. Para los americanos, si no se cree en una potencia superior, esto quiere decir que no se tiene ninguna moralidad”.

“En el instituto me han respondido: “Si eres ateo, entonces ¿qué te impide matar a todo el mundo?, confirma Rosa, 22 años. Con algunos amigos, esta joven americana de origen iraní ha creado un grupo de estudiantes humanistas en el campus de la American University de Washington. Eran cinco al comienzo, 30 tres años más tarde. “Esto puede parecer extraño, pero decirme atea suscita tantas resistencias en la sociedad americana como en el seno de mi familia musulmana”, prosigue.

Creencia en “una fuerza”

Según un reciente sondeo del Pew Research Center, los americanos preferirían, de hecho, un presidente anciano, abiertamente homosexual, o incluso que no hubiera tenido jamás responsabilidades públicas… antes que a un ateo. Y en ciertos Estados conservadores como Missisipi o Alabama, algunos incluso pierden el empleo por este motivo.

El clima ha evolucionado un poco desde los acontecimientos del 11 de Septiembre, con el éxito de best-sellers ateos firmados por Richard Dawkins, Christopher Hitchens o Sam Harris. “El ateísmo estaba considerado como algo intolerante o radical. Tras los atentados, muchos abrieron los ojos sobre los peligros potenciales de la religión cuando es fundamentalista y se ha vuelto posible criticarla en el espacio público”, constata Maggie Ardiente, directora de comunicación de la Asociación Humanista Americana.

La rama más virulenta del ateísmo americano, encarnada por Dawkins y otros, sigue siendo, no obstante, muy minoritaria. El ateísmo más extendido en los Estados Unidos, en particular entre los jóvenes, está relacionado sobre todo con una indiferencia o un miedo a la intolerancia de las religiones hacia minorías, en particular las homosexuales. Sin estar cerrados a la religión, algunos dicen creer en “una fuerza”, el amor, la naturaleza.

La “Sunday Assembly” toma al oficio religioso como modelo

En este país en el que pertenecer a una comunidad es esencial, estos nuevos ateos han sentido la necesidad de crear asambleas siguiendo el modelo de las parroquias que han abandonado… En Washington, son una treintena, entre 20 y 40 años, que se reúnen el domingo por la tarde en la Sunday Assembly. El desarrollo está calcado del de un oficio religioso. El grupo utiliza incluso, por comodidad, los locales de un centro cristiano ecuménico.

“Tenemos necesidad de apoyarnos y ayudarnos en nuestros cuestionamientos respectivos”, explica uno de sus fundadores, Alex Shannon, 24 años. Educado en una familia católica “muy abierta”, este estudiante de economía y filosofía confía, sin complejos, su entusiasmo por la idea de acompañar a su novia, católica, a ver al papa Francisco cuando vaya a Washington en septiembre.

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