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En defensa del derecho a rezar, siempre que se haga en lugares privados

Está bien respetar los derechos de los creyentes, mientras practiquen sus devociones en privado. Pero debemos recordarles que no atropellen los derechos de los laicos

¿Es la religión el opio del pueblo?

No rezo porque no creo que exista ningún ser divino al que deba devoción. Sin embargo, la realidad de cada día me muestra que viven muchas personas que creen en la existencia de estas divinidades. Además, se conservan unos documentos que orientan moralmente los sentimientos y el comportamiento de estos creyentes y colectivos, como son los Evangelios y la Biblia, la Torá, el Corán, los Sütras, los Upanishád, etc. Es decir, la religión se ha convertido en un viejo referente del ser humano que orienta, para bien o para mal, las formas de pensar y actuar de muchísimas de las personas con las que convivimos. Esto ha significado que, socialmente, la religión haya sido valorada por unos como un elemento de liberación,[1] mientras que para otros represente el opio del pueblo.[2] El lector juzgará en que polo quiere situarse.[3]

Rezar en privado: un derecho constitucional

En cualquiera de ambos casos, liberación u opio, lo que es evidente es que la religión se ha convertido en uno de los derechos humanos que está presente en la mayoría de las cartas constitucionales, un derecho que se manifiesta en el hecho de que cada persona ha de ser libre para creer y rezar. Una de las más modernas constituciones Declaración de Derechos del Pueblo de Virginia (1776), dice en su artículo 16: “Que la religión, o los deberes que tenemos para con nuestro Creador, y la manera de cumplirlos, sólo pueden regirse por la razón y la convicción, no por la fuerza o la violencia; en consecuencia, todos los hombres tienen igual derecho al libre ejercicio de la religión de acuerdo con el dictamen de su conciencia, y que es un deber reciproco de todos el practicar la paciencia, el amor y la caridad cristiana para con el prójimo”.[4]

La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (1789), inspirada en la declaración de independencia estadounidense de 1776 y en el espíritu filosófico del siglo XVIII,   marca el fin del Antiguo Régimen y el principio de una nueva era. El Art.10 establece que: “Nadie debe ser intimidado por sus opiniones, inclusive las religiosas, a condición de que su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley. Y añade otro muy importante contra la intolerancia, sea política, religiosa, o cultural, fanatismo que manifiesta diariamente la gente cuando se le pregunta sobre la posibilidad de que haya una mezquita al lado de su casa. Dice el Art. 9. “que toda persona es inocente mientras no sea declarado culpable”.[5]

Otra carta destacada es la aprobada por la Naciones Unidas como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948). El Art.18 deja bien claro que “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de Creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.”.[6]

Finalmente, ¿qué dice la Constitución española (1978) con referencia a este derecho? El Art. 16 dispone que: “1) Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley. 2) Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias. 3) Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.[7]

Las mezquitas: un lugar privado de culto que se debe respetar

Por tanto, cuándo creyentes del Islam se proponen abrir una mezquita para poder practicar su s rezos, no estaría de más recordar a los ciudadanos y vecinos de nuestros barrios que estas personas están amparadas por la Constitución, y que es una obligación de las autoridades políticas y civiles garantizarles este derecho. Eso sí, siempre recordando que, en una sociedad laica como está establecido en nuestra Constitución, el derecho a practicar una religión ha de realizarse en lugares privados y financiados con las aportaciones de sus propios creyentes, exigencia que obliga a todas las confesiones religiosas por un igual, pero con una especial advertencia a la dominante en el país, como es la Iglesia católica   Todas las religiones están obligadas a aplicar el principio de reciprocidad, en el sentido de que el espacio público pertenece a lo laico, mientras que el espacio privado pertenece a aquellas prácticas que los individuos deseen realizar en materia de drogarse, sexo, rezar, etc.

  Por tanto, por este principio y división de los ámbitos de convivencia social, hemos de considerar que tan mal está la jura de cargos de gobernantes, como de juristas o militares, cuando lo hacen delante de un crucifijo en presencia del soberano de la nación, como tan mal está la presencia de los gobernantes en actos y manifestaciones de índole religioso, sean públicos o privados, como la aplicación y ostentación que hace la familia real de esos mismos actos en ceremonias que son privadas de la familia, léanse bodas, bautizos, ofrendas natalicias, y toda esa parafernalia de la realeza que confunde y mezcla con la profesión de su religión individual. Los primeros en violar la Constitución frecuentemente son toda esta tropa de gobernantes, incluida la familia real, aparte de los miembros de la Iglesia católica que aprovechan cualquier ocasión oficial para sacarle jugo y ventaja sobre las otras denominaciones religiosas que existen en el territorio español. A unos y a otros, hay que exigirles respecto a los principios laicos que rigen nuestra sociedad. Está bien respectar los derechos de los creyentes, mientras practiquen sus devociones en privado, pero debemos recordarles que no atropellen los nuestros invadiendo el espacio y contaminando la actividad de lo público.

Intolerancia cargada de racismo, xenofobia y un mucho de analfabetismo e ignorancia
Los españolitos somos una suma de pueblos que leemos, a lo más, un libro al año. Sin embargo, seguro que conocemos las alineaciones de todos los equipos de fútbol de primera división, incluyendo, por descontado, el de la selección española. Una nueva religión, con sus ídolos, sus ceremonias y cantos, digo que, a pesar de esta práctica tan cargada de fanatismo local y nacional, que invade frecuentemente el espacio público, apostaría cien contra uno a que desconocen los derechos que tiene cada ciudadano y ciudadana a expresar y practicar en privado la   posibilidad de creer y rezar.

Entonces, fruto de esta incultura nacional/irracional, no me sorprende la intolerancia fanática, o el fanatismo intolerante, que manifiestan miles de personas cuando tienen noticia de que una mezquita va a ser abierta en su barrio. “Que se adapten a nosotros, y no nosotros a ellos” –suele repetir una parte del vecindario. Sin embargo, me llama la atención que no protesten contra la iglesia o capilla católica que tienen delante de su casa, o la de un local de los Testigos de Jehová dos puertas más abajo, o la de un centro evangélico o una sinagoga en cualquiera de la calles de su barrio. ¿Por qué se oponen a que los creyentes que practican el islamismo puedan disponer de mezquitas como posibilidad de disfrutar de un lugar privado dónde practicar sus rezos, y no abren la boca cuando se trata de las otras religiones? La respuesta sólo la puedo encontrar en esta mezcla de incultura, intolerancia, temor, fanatismo, odio a veces que sentimos contra los moros, gente que lee y practica el Corán, y no contra aquellos que se guían por la Biblia, la Torá, y otros libros considerados sagrados.

¿Libertad o seguridad? Cuidado con la islamofobia de ciertos grupos violentos

“La religión musulmana y las personas que la practican están en el ojo del huracán de la situación mundial. Desde múltiples voces se la identifica con el terrorismo y la guerra. Esta identificación es sin duda favorecida por quienes en su nombre cometen actos execrables y se proclaman portavoces de una  comunidad que es ante todo diversa, integradora y pacífica. Pero  también por quienes interesadamente despiertan los fantasmas del  miedo para justificar políticas de control de otro modo injustificables. La creciente islamofobia que nos envuelve es un producto en gran medida inducido que alimenta ese miedo”.[8]

Este mensaje permanente que se envía desde los medios de comunicación para que las gentes tengamos miedo a la llamada ‘inseguridad ciudadana’, viene inducido/provocado por los poderes y por grupos de violentos para que aceptemos ir sacrificando los derechos ciudadanos y demos prioridad a la seguridad personal. Detrás de todos estos mensajes que provocan miedo del otro, y odio contra el otro, subyace una filosofía nazicapitalista. Hemos de estar atentos a no defender fobias que tengan siempre al otro como enemigo.


[1] Ignacio Ellacuría, uno de los principales teólogos de esta corriente religiosa, y que contribuyó activamente en el desarrollo de la Filosofía de la liberación, planteaba “la viabilidad de una Civilización del Trabajo, en la que quien mueva la historia, quien sea el sujeto efectivo de la historia sea el trabajo, pero no el trabajo para producir el capital, sino el trabajo para desarrollar la humanidad”.

[2] “Demócrito, dando origen material al universo, suprimía la intervención divina y con ella el fanatismo religioso, librando al hombre de supersticiones que perturbaban su alma. Lo mismo hizo Lucrecio, importándole poco cualquier explicación de los fenómenos de la naturaleza, con tal de que en éstos fuese innecesaria la intervención de los dioses”. De la naturaleza de las cosas: poema en seis cantos, de Tito Lucrecio Caro; traducido por D. José Marchena.

[3] Antes de tomar postura, recomendaría al lector las interesantes reflexiones que hace Regina Martínez en Marxismo y religión: mucho más que opio. En http://www.kaosenlared.net/noticia/marxismo-religion-mucho-mas-opio

[4] http://www.fmmeducacion.com.ar/Historia/Documentoshist/1776declavirginia.htm

[5] http://www.fmmeducacion.com.ar/Historia/Documentoshist/1789derechos.htm

[6] http://es.wikisource.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_Universal_de_los_Derechos_Humanos

[7] http://noticias.juridicas.com/base_datos/Admin/constitucion.t1.html

[8] Islamofobia e Islam. La comunidad pakistaní del Raval.

    En http://www.kaosenlared.net/noticia/islamofobia-islam-comunidad-pakistani-raval

 

 

 

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