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El yin y el yang metropolitano

El barrio de Fondo, en Santa Coloma, es la cara de la convivencia, y el badalonés Sant Roc, la cruz «El `educador social¿ aquí es el concejal de Seguridad», asegura un mediador de Badalona

Al barrio de Fondo (Santa Coloma de Gramenet) sobre el papel no le faltaría nada, ni siquiera un nombre presto a los juegos de palabras, para aparecer como un Guadiana de las malas noticias en la prensa. Pero no es así. Sant Roc (Badalona) debería ser el anverso de la moneda. Tiene un nombre amable y no se ha quedado al margen de las inversiones públicas…, pero tiene a Xavier García Albiol. Esto, en cualquier caso, no pretende ser un juicio a las políticas sociales del PP en Badalona. Quiere ser solo una excursión a dos barrios del área metropolitana bastante cercanos geográficamente pero cuyas trayectorias sociales divergen hoy exponencialmente. Fondo (aunque nunca está de más cruzar los dedos o tocar madera) es un barrio que vive en paz. Sant Roc (por decirlo de un modo amable) es un niño a punto de meter los dedos en el enchufe. ¿Por qué?

Este paseo por los barrios inmobiliariamente más baratos del área metropolitana comienza en el Ateneu Sant Roc, de la mano de Juanjo Guerrero, educador social, al que bastan dos minutos para comenzar a mirar con asombro, pues, nada más salir a la calle con él, tres jóvenes gitanos, bastante fornidos, aparcan su furgoneta, se apean y uno de ellos tira una cajetilla vacía de tabaco en mitad de la calzada. Guerrero le señala con el dedo y se lo recrimina. Le ordena que lo recoja. Ustedes, por favor, no intenten hacerlo. Él puede. El más cachas de los gitanos recoge la cajetilla y, atención, hasta se lleva una colleja amable y cómplice de Guerrero. Es con esa sensación de andar guiados por una suerte de Shacklelton de Sant Roc que la expedición llega a la plaza de Camarón de la Isla, epicentro de los últimos incidentes del barrio, que aunque todavía menores, son el síntoma de que algo no anda bien en Badalona. Es una plaza grande, cada anochecer un hervidero de no se sabe muy bien qué y donde cada viernes unos 500 musulmanes ocupan una destartalada pista de fútbol sala que hay en el centro para orar. Cada viernes, la escena es chocante.

Hace dos semanas, algunos jóvenes les lanzaron huevos. Otro viernes, la comunidad paquistaní tuvo que suspender la oración porque la tensión con los gitanos de la zona así lo aconsejaba. Era el día de Reyes y algunos niños del barrio querían ir a patinar a la pista. Para eso, por ejemplo, sirve un educador social o un mediador, para que incidentes así no lleguen a ser palabras mayores.

La cuestión es que conviene memorizar el nombre de la plaza de Camarón de la Isla porque cualquier día de estos se merecerá un titular bien gordo en los diarios. Hay tensión entre dos comunidades y el ayuntamiento, lejos de mediar, ha tomado parte. García Albiol, que hace menos de un mes pretendió sin éxito aprobar una moratoria de un año en la construcción de centros de culto en Badalona, recalcó anteayer que a los musulmanes que oran en esa plaza ya les dijo hace medio año que tenían que buscarse un lugar mejor para realizar sus rezos. Es decir, con una mano aprieta (la moratoria) y con la otra ahoga (váyanse). Jorge Luis Borges lo decía de Juan Domingo Perón, pero para el caso también vale. El albiolismo no es ni bueno ni malo, es incorregible. En su descargo, no obstante, hay que reconocerle dos cosas. El uso de una plaza pública para orar es extraño y, segundo, Sant Roc ya era un barrio en la unidad de curas intensivas antes de que él fuera elegido alcalde.

La incógnita ahora, desde este punto de vista, es saber si el paciente mejora o empeora.

Durante los últimos cuatro años, Ricard Vilaragut coordinó parte de los equipos de mediadores y educadores sociales de Badalona. «Todo eso está siendo desmantelado por el PP», asegura, y teme que el error se pague caro. Vilaragut sostiene que para garantizar la «paz social» en un barrio difícil se requieren tres condiciones: la Administración tiene que mantener perfectamente engrasada toda su maquinaria social, tiene que haber en el barrio una entidad fuerte y respetada (una asociación de vecinos, un ateneo, etc…) y debe haber una firme voluntad de colaboración por parte de, por ejemplo, las escuelas y comerciantes de la zona. En Sant Roc ya solo se cumple una condición y media, pues el Ateneu, víctima de los recortes, no da para más. Con el voluntarismo no basta.

La receta alternativa del ayuntamiento para garantizar la paz social es de sobra conocida. Mano dura. Durísima. «El educador social aquí es el concejal de Seguridad, Miguel Jurado», subraya Vilaragut. Jurado no solo es el jefe de la policía local, sino que tiene incluso el aspecto que se supone que debería tener todo jefe de la policía si de un casting cinematográfico se tratara.

Si esta es la receta municipal, concluye Guerrero, esto es un disparate. «Con la policía se resuelven los delitos, pero no los problemas de convivencia».

García Albiol niega de entrada la mayor. «La red de mediadores no se está desmantelando, y quien diga lo contrario, miente», afirma el alcalde. No obstante, no esconde su fe en las recetas policiales. De hecho, ayer mismo anunció una. Abrirá una pequeña comisaría de la policía local en Sant Roc. Será la guinda de la reestructuración de la Guardia Urbana que ha planificado durante las últimas semanas, mano a mano con Jurado. Asegura que gracias a él patrullan ahora las calles de Badalona 160 agentes. Hace poco eran solo 90, dice que les ha sacado de los despachos.

Pero Sant Roc, mientras tanto, tiene ya la punta de los dedos en el enchufe. No solo porque es un barrio sin quioscos de prensa y sin ninguna librería, lo cual ya es revelador, sino porque, según avisan varias voces, la de Guerrero entre ellas, se está mimando a la comunidad gitana local para utilizarla como ariete contra los colectivos extranjeros. El porcentaje de votos a favor más alto en las últimas elecciones municipales lo obtuvo el PP en Sant Roc. Uno de cada dos votos en el barrio fue para García Albiol. A algunos le extrañó aquel día la inesperada presencia de interventores gitanos en algunas mesas. Ahora ya no. Creen que García Albiol logró algo tan noble como que los gitanos no pasen de las elecciones, pero con un propósito vil, usarles después para hacerle la vida imposible a otras comunidades.

Sant Roc, en resumen, no es un lugar fácil, pero tiene en el área metropolitana espejos en los que mirarse. Fondo, el barrio más poblado de Santa Coloma, podría ser uno. Allí, un 45% de la población es de origen extranjero, mayoritariamente china. Quien sabe. Quizá Fondo es el yang que todo yin, Sant Roc, necesita según la sabiduría oriental.

Chicas paquistanís y hombres gitanos en Sant Roc, el lunes. ALBERT BERTRAN

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