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El voto católico se perfila decisivo para las presidenciales en Costa Rica

Mujeres del colectivo feminista ‘Somos Nuestras’ que protestan contra la amenaza fundamentalista en Costa Rica. EFE

Los datos arrojados por las encuestas en los últimos de la campaña electoral en Costa Rica sitúan en “empate técnico” a los candidatos Fabricio Alvarado (Partido Restauración Nacional, PRN) y Carlos Alvarado (Partido Acción Ciudadana, PAC). Para intentar ganar apoyos, los aspirantes han recurrido a la búsqueda del voto católico tradicional para intentar sacar ventaja en la reñida competencia, de cara a la segunda vuelta de las presidenciales de este domingo.

El aspirante del PRN, una agrupación confesional basada en comunidades evangélicas (el 22% de la población), se disputa el poder con el oficialista del Partido Acción Ciudadana (PAC), un católico no practicante que acusa a su rival de atizar posiciones cristianas extremas que riñen con la tradición de catolicismo conservador en Costa Rica.

El voto católico engloba a una porción de indecisos que pueden resultar claves el domingo, donde más de la mitad de la población es católica. Hay un “empate técnico” señalado por la última encuesta de la Universidad de Costa Rica (UCR), publicada 10 días antes de la segunda vuelta. El PRN salía vencedor con el 43% de los apoyos y frente a un 42% del PAC. El 15% se declaraba indeciso. Fuentes de ambos bandos se atribuyen ventaja a su favor, pero coinciden en que será por pocos puntos. Por eso despliegan mensajes y operativos en las zonas en las que el resultado está menos claro. El PRN —vencedor en la primera vuelta con el 24,8% de los votos— es fuerte en las zonas de menor desarrollo del país, con mayor presencia de iglesias evangélicas, y el PAC—que obtuvo el 21,6% de los apoyos en la primera ronda—, en los centros urbanos y población de mayor nivel educativo.

La encuesta de la UCR muestra que el pequeño grupo de indecisos está compuesto en partes similares por cuatro grupos: católicos, evangélicos, personas sin religión y de otras denominaciones. Así las cosas, la religión ha saltado al campo de batalla entre los dos candidatos presidenciales costarricenses. Carlos Alvarado ha increpado a su adversario por las prédicas de su líder espiritual, Rony Chaves, un pastor autoproclamado profeta que considera “un ser diabólico” a la “Virgen de los Ángeles” que suele convocar a cientos de miles de peregrinos. Fabricio Alvarado se ha defendido diciendo que su líder espiritual no influye en su propuesta política, pese a varias fotografias de ambos juntos en la Asamblea Legislativa donde el candidato ocupa una curul desde 2014. El candidato del PRN más bien acusa a su adversario de haber escrito contenidos contra la Virgen y la comunión católica en obras literarias de años atrás, además de achacarle intenciones de promover “un Estado sin Dios”, posiciones abortistas y de defensa de minorías sexuales “contrarias a la naturaleza humana”.

Sin los partidos históricos en liza, el debate electoral en torno a criterios religiosos apenas ha dejado espacio para la grave crisis fiscal que amenaza la sostenibilidad de políticas de bienestar, para el crecimiento de la desigualdad o el incremento de la inseguridad.

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