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El Vaticano ultima el mayor acto de beatificación de la historia

La ceremonia podría elevar a los altares a medio millar de españoles El inventario más solvente de víctimas de la persecución dice que son 7.000 La apertura de procesos de santidad derivados de la contienda ha ido en aumento desde el 2005 Las diócesis de Barcelona y Tortosa son las que llevan un mayor número de peticiones al Vaticano

La Congregación para la Causa de los Santos, dirigida por el cardenal portugués José Saraiva, prepara un acto para beatificar al mayor grupo de mártires de la persecución religiosa desatada en España entre 1931 y 1939 para este mismo año, según fuentes del Vaticano. La cifra de beatificados podría acercarse al medio millar, de acuerdo con las mismas fuentes, con lo que se doblaría el número de beatos españoles que son venerados por ese motivo.
Hasta ahora, el goteo de beatificaciones de mártires iniciado en 1987 con tres religiosas asesinadas en 1936 en Guadalajara alcanzó su cénit en marzo del 2001, cuando se concedió la condición de beato a 233 mártires en un solo acto. En aquella ocasión le fue concedido ese rango a un joven de la diócesis de Lleida, Francesc Castelló Aleu, que destacó por su firme determinación cristiana.

LAS CIFRAS
El inventario más solvente realizado hasta ahora de víctimas martirizadas por motivos religiosos en los años de la contienda fue publicado en la década de los 60 por el hoy arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, Antonio Montero Moreno. En él se cifran los mártires en cerca de 7.000, de los que más de 4.000 eran sacerdotes y 2.400 religiosos, además de obispos, seminaristas y religiosas.
Posteriormente, el historiador y sacerdote valenciano Vicente Ortí añadió otros 3.000 integrantes de Acción Católica en un estudio que la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española también adopta como referencia.

TOLEDO
El recuento de peticiones de beatificación y canonización de mártires procedentes de las diócesis españolas es por ahora una tarea imposible. La demarcación de Toledo, cuyo arzobispo, Antonio Cañizares, fue ascendido a cardenal en el primer consistorio celebrado por Benedicto XVI, lidera con ventaja la carrera de peticiones. En una sola causa de las instruidas se concentran 900 víctimas. El arzobispado de Valencia se ha mostrado igualmente muy activo en este sentido.
El Vaticano se puso en contacto en el 2000 con la Conferencia Episcopal para tratar de agrupar en "cuatro o cinco grandes actos" la concesión de la santidad a la interminable lista de aspirantes avalada por los obispos. Sin embargo, siete años después el final del proceso sigue sin atisbarse y hay expertos que sostienen que todavía se prolongará por espacio de 15 años más.
El interés por realizar nuevas incorporaciones a la nómina de santos mostrado por Juan Pablo II no parece haber decaído con Benedicto XVI. El Papa polaco llegó a proclamar unos 1.500 santos y beatos frente a los cerca de 4.000 de todos sus 264 predecesores juntos.

 La Iglesia catalana quiere beatificar a 750 mártires de la guerra civil

Si España es "una tierra de santos", como viene proclamando su episcopado en los últimos años ante la avalancha de propuestas de beatificación de mártires de la guerra civil enviadas a Roma, Catalunya no se queda atrás. Aquí no hay hecho diferencial. En los anaqueles de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano aguardan su resolución más de una decena de procesos que afectan a unos 750 sacerdotes, religiosos o laicos asesinados "por odio a la fe" que han recibido el aval de las diócesis de Barcelona, Tarragona, Tortosa y Lleida.
A ellos hay que sumar los patrocinados por la diócesis de Vic y las órdenes religiosas de Girona, a las que el obispado ha trasladado el protagonismo de la solicitud. Nadie tiene las cifras en orden, pero los expertos coinciden en que los mártires a los que las iglesias locales aspiran a venerar se aproximan al millar.
La lluvia de propuestas de la Iglesia catalana ha comenzado a arreciar en los últimos tiempos. La diócesis de Tortosa, por ejemplo, descargó un expediente con más de 200 nombres en junio del 2005. Y la de Lleida hizo lo propio, con otros 169 "presuntos mártires", el pasado mes de noviembre. Junto a esos grandes paquetes convive un goteo fino e incesante de iniciativas destinadas a enriquecer el santoral.

PARALELISMO
Las dos últimas han sido protagonizadas recientemente por el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, con pocos días de diferencia. La primera corresponde a un acto cargado de simbolismo que guarda paralelismo con una práctica muy contestada por los sectores más conservadores del catolicismo: la apertura de fosas comunes donde fueron arrojados miles de fusilados por el bando nacional.
Sistach presidió el 20 de enero la ceremonia de inhumación de los restos de Joan Roig Diggle, joven activista católico ejecutado en 1936, en una capilla de la iglesia de Sant Pere de El Masnou (Maresme). Ante la perspectiva de su pronta beatificación, los restos fueron extraídos de su tumba en el cementerio de Santa Coloma de Gramenet y trasladados a un lugar vinculado a su vida y más acorde con su futura dignidad. Cinco días más tarde, el arzobispo abrió una nueva causa de beatificación de 16 cristianos, 13 religiosos y 3 laicos, "inmolados durante la persecución religiosa" registrada a partir de 1936 en el que exaltó su ejemplo.
Las listas más largas de mártires aspirantes a la santidad han sido presentadas por las diócesis de Barcelona y Tortosa: más de 200 en ambos casos. Entre los candidatos barceloneses, y de acuerdo con los datos del juez eclesiástico Josep Maria Blanquet, "147 ya disponen del decreto de martirio", lo que significa que el proceso de beatificación se halla en una fase avanzada.
Entre las causas introducidas y que dormitan a la espera de nuevas indagaciones figura la del obispo Manuel Irurita, sobre cuya muerte a manos de milicianos anarquistas existen versiones contradictorias. La Iglesia defiende que fue asesinado en 1936 mientras que han aparecido testimonios que sostienen que en 1939 seguía con vida.

UN GRUPO PREDECESOR
Desde que Juan Pablo II abrió el camino de los altares a los mártires de la guerra civil española en los años 80, los catalanes que han accedido a la condición de beatos o santos por esa vía aún son pocos. La diócesis de Urgell cuenta con un primer grupo de siete sacerdotes beatificados en el 2005.
En su primera carta pastoral como obispo de Urgell, Joan Enric Vives, los presentaba como "expresión viva de lo que podría denominarse un pensamiento fuerte". "El mártir –añadía– es un hombre íntegro, en el que hay unidad de pensamiento y acción". Vives aseguraba en el texto que "su beatificación escapa a toda polémica y aún más de cualquier utilización interesada o partidista", insistiendo en que se trataba de hombres pacíficos que se vieron abocados a la muerte por "el simple hecho de ser sacerdotes católicos".

LOS REQUISITOS
Para convertirse en beato de la Iglesia católica y poder ser venerado a nivel local es preciso que se pruebe la existencia de un milagro, excepto si a la persona propuesta se le reconoce la condición de mártir de la Iglesia, o sea, víctima de una persecución por razones religiosas.
La canonización (inclusión en el canon de santos de la Iglesia) es un escalafón superior al que se accede cuando se documenta la existencia de un milagro protagonizada por un beato. El Papa, sin embargo, puede obviar este requisito. Los canonizados disfrutan de culto público en la Iglesia universal y se les asigna un día de fiesta en el calendario.

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