Gianluigi Torzi, el empresario que ayudó al Vaticano a comprar propiedades de lujo en Londres en un turbio acuerdo de 200 millones de dólares, fue arrestado ayer. Está acusado de extorsión, malversación de fondos, fraude y lavado de dinero. Y espera, en el cuartel de la Policía del Vaticano, una pena de 12 años si es declarado culpable.
Primeras detenciones en un escándalo, por si no tuvieran pocos tras el de dar cobertura a curas acusados de abusar de menores, que está desatando una gran crisis en el Vaticano, otra más. En el fondo del asunto, la compra de un bloque de apartamentos en el exclusivo barrio londinense de Chelsea por parte del Secretariado de Estado del Vaticano –encargado de las funciones políticas y diplomáticas– con el dinero de la Iglesia, que el propio Papa Francisco sugirió que era un trato corrupto al señalar que las personas que habían participado en el mismo «habían hecho cosas que no parecían limpias».
Durante el proceso de investigación, en el que está implicado el Secretariado de Estado, que controla miles de millones donados por católicos de todo el mundo, se han producido varios episodios sospechosos. La filtración de una memoria interna sobre la investigación en torno a cinco funcionarios del Vaticano provocó la dimisión del guardaespaldas personal del Papa y jefe de la Policía del Vaticano. En febrero, ordenadores y documentos del responsable financiero y exsecretario de Estado Alberto Perlasca fueron requisados por el mismo cuerpo. La detención ayer del empresario Gianluigi Torzi viene a confirmar la magnitud de la crisis.
«Desorientación e inquietud»
Esta misma semana, el Papa Francisco anunciaba una nueva ley de transparencia en la compra de propiedades y los acuerdos financieros. Sin embargo, a finales del año pasado defendió abiertamente la práctica de la compra de propiedades con el dinero de la Iglesia «siempre que sean éticas». Y dejó claro que considera que el dinero de la Iglesia no debería «guardarse en un cajón».
Por su parte, el cardenal Angelo Becciu, ex alto funcionario de la Secretaría de Estado, dijo el lunes, con cierto afán de grandeza, que el valor de la inversión en Londres se había triplicado, pero reconoció que intermediarios no especificados se comportaron de manera incorrecta.
En noviembre del año pasado, el Papa ya asumió que se sospechaba que había corrupción relacionada con esa compra, pero dijo que estaba «contento» de que se descubriera por denuncias que venían de dentro del Vaticano en lugar de información proveniente del exterior.
Según Francisco, esto mostraba que los controles financieros internos estaban funcionando en el Vaticano. Ahora ya ha cambiado el tono y reconoce que el escándalo inmobiliario ha causado «desorientación e inquietud» entre los católicos.
Tras las primeras redadas, el Grupo Egmont de unidades de inteligencia financiera mundial suspendió como miembro de pleno derecho al Vaticano debido a las dudas sobre su capacidad para mantener seguros los documentos confidenciales.
CUENTAS SUIZAS
La investigación se centró en cuentas suizas del Vaticano que se utilizaron para financiar la compra de propiedades de lujo en el distrito londinense de Chelsea, con enorme beneficio para el vendedor.
GUARDAESPALDAS
Domenico Giani, jefe de la Policía vaticana y guardaespaldas personal del Papa, tuvo que dimitir tras la filtración de informes internos que hacían referencia al escándalo de corrupción.