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El reto islamista en la Unión Europea

Los Hermanos Musulmanes iniciaron su ofensiva contra los valores seculares en 1989 e inventaron la denuncia por islamofobia para silenciar las críticas

La política de apaciguamiento puesta en marcha por las autoridades durante tres décadas ha favorecido la expansión del islam radical en Europa

El linchamiento mediático y la posterior decapitación del profesor francés Samuel Paty en nombre de Alá por explicar la libertad de expresión en clase evidencia la amenaza de la ideología islamista, que combate la democracia y las libertades en la Unión Europea (UE) y que pretende encuadrar a los musulmanes en comunidades separadas, regidas por el islam y no por la ley estatal.

El islamismo va más allá de la creencia personal, es una ideología política de carácter totalitario, teocrático e identitario, que busca organizar y regular el mundo profano a nivel social, político y económico en base a la religión y someter todos los aspectos de la vida individual al estricto cumplimiento los preceptos del Corán y la Sunna en su interpretación integrista. El islamismo se posiciona como una alternativa a Occidente, indica Hakim El Karoui, del Instituto Montaigne.

La democracia es un “falso ídolo”, incompatible con el islam, sostiene Suhaib Hassan, dirigente del Consejo Europeo de Fetua e Investigación. Para el islamismo, la única ley posible es la ‘sharia’ que emana de Alá, y la democracia, los parlamentos y sus leyes se consideran una sustitución infiel de Alá.

El islamismo se agrupa alrededor de cuatro ejes en la UE: la Federación de Organizaciones Islámicas en Europa (FIOE), vinculada a los Hermanos Musulmanes y financiada por Qatar; la turca Milli Gorus (Visión Nacional), al servicio del Gobierno turco; el Tabligh, de raíces indo-paquistanís; y el salafismo, donde predomina el wahhabismo, promovido por Arabia Saudí.

Caldo de cultivo

Los Hermanos Musulmanes iniciaron su ofensiva contra los valores seculares en 1989 al incitar a tres menores a ir con velo a la escuela en Francia, recuerda Gilles Kepel. Los Hermanos Musulmanes inventaron en los 90 las denuncias por islamofobia para silenciar toda crítica al islam y a la agenda política islamista, reconoció Abdur-Rahman Muhammad, exmiembro del Instituto Internacional de Pensamiento Islámico, que ideó esa estrategia.

La política de apaciguamiento de las autoridades en las últimas tres décadas ha favorecido la expansión del islamismo en la UE. El islamismo y el islam radical, promovidos desde mezquitas, asociaciones, cadenas de televisión, internet y redes sociales, crean el caldo de cultivo para el surgimiento de yihadistas, les da la complicidad de un tejido social y sirven de justificación para sus actos terroristas. Las organizaciones islamistas se han movilizado precisamente contra las medidas antirradicalización de los gobiernos.

El entorno del islam radical en Europa facilita las actividades sociales y religiosas en los que los individuos se radicalizan, señala Europol. El imán de Ripoll, Abdelbay Es Satty, hablaba abiertamente en la mezquita de “yihad, de lucha armada y de matar infieles”, según la investigación del atentado de Barcelona del 2017, pero nadie de la comunidad musulmana alertó a la policía. En el 2016, un taxista musulmán asesinó en Glasgow a un tendero paquistaní porque había infringido la doctrina salafista al escribir en Facebook: “Felices Pascuas a mis queridos conciudadanos cristianos”, relata Adrien Candiard en ‘Del Fanatismo’. El caricaturista danés Kurt Westergaard ha sufrido tres tentativas de asesinato por islamistas.

Amenazas en las redes

En el 2002, ‘Los territorios perdidos de la República’, exponía los testimonios de profesores, recopilados por el historiador Georges Bensoussan, sobre el impacto islamista en la escuela en Francia: antisemitismo, misoginia, temas que no se pueden abordar en clase…  El libro fue acogido con silencio y rechazo, al igual que en Bélgica en el 2005 el libro de la periodista Hind Frahi ‘Infiltrada en el pequeño Marruecos’, donde desvelaba la expansión islamista en Molenbeek, en la capital belga, cuna y santuario de yihadistas, desde los atentados de Madrid del 2004 a los de París y Bruselas del 2015 y 2016.

Una encuesta reveló en el 2018 que el 20% de los escolares musulmanes en Francia consideraban aceptable defender la religión “con las armas”. La presión islamista y las amenazas en las redes fomentan la autocensura entre profesores, escritores, intelectuales y artistas, reconoce ‘Le Monde’. El diario danés ‘Jyllands Posten’, que publicó en el 2005 las caricaturas de Mahoma, admite que tras cuatro atentados se autocensura. Que en pleno juicio del atentando a ‘Charlie Hebdo’ del 2015, dos personas fuera heridas en septiembre en un nuevo atentado y que una directiva, Marika Bert, tuviera que abandonar precipitadamente su piso por amenazas, es otro ejemplo del poder de la propaganda islamista.

Eliseo Oliveras

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*Los artículos de opinión expresan la de su autor, sin que la publicación suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan todo lo expresado en el mismo. Europa Laica expresa sus opiniones a través de sus comunicados.  

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