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«El problema es la incoherencia institucional, no el catolicismo»

Plaza de Catalunya. Sábado 13 de agosto. Borja, Laura y Oriol se preparan para viajar juntos a Madrid. Los dos primeros van a participar en los actos de rechazo a la visita del Papa. Oriol aprovecha el viaje de sus compañeros para trabajar temas del 15-M y Democracia Real Ya. Aunque tienen puntos de vista distintos sobre la visita del Papa, están de acuerdo en algo. «No es que no nos gusten los valores cristianos o que un montón de jóvenes de todo el mundo se reúnan para compartir experiencias y aprender; eso también se está haciendo en las plazas: compartir, aprender, reinventar», dice Laura. Oriol añade: «Es constructivo que la gente joven se una y busque puntos comunes para acabar con la injusticia en el mundo».

Conciliadores, abiertos y dialogantes, representan el espíritu heterogéneo del movimiento 15-M, que ha dejado en manos de la libertad individual la asistencia de los indignados a la marcha contraria al Papa del miércoles en Madrid. Borja y Laura sí están indignados con la visita papal. «El problema no es el catolicismo, sino cómo se están comportando el Estado español, Europa y el Vaticano -dice Laura-. Es un problema de política de Estado. El estado español se declara aconfesional pero el Papa será recibido como jefe de Estado, cuando su visita es pastoral. No se están separando bien las cosas».

Con respecto al gasto de dinero público que supone la visita del Papa, inexistente según la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), Borja reconoce que hay informaciones diversas. Sin embargo, opina que «el gasto se puede enfocar como dinero que se invierte o como dinero que se deja de ingresar. Las empresas que hacen donativos a la JMJ están exentas de los impuestos de donaciones, por no hablar del gasto en marquesinas de los autobuses, la cesión de espacios públicos, con su personal de mantenimiento, o el billete de transporte público. Si el Gobierno está haciendo recortes y ahora deja de ingresar… ¡Un poco de coherencia!».

Creyentes en el 15-M

Para Laura, «el problema es la incoherencia institucional». Y añade: «Sin ánimo de hacer demagogia, está calculado que esta visita del Papa va a costar 50 millones de euros, los ponga quién los ponga, y para paliar la epidemia de hambre que está habiendo en Somalia se necesitan 60. Se podrían organizar para salvar a los niños que están muriendo».

Oriol, de 35 años, es camarero. Borja, de 22, y Laura, de 26, son universitarios. Él estudia Biología y ella Ciencias Políticas en la Universitat Autònoma de Barcelona, y además trabajan como monitores de escuela. «Vamos en coche a Madrid porque es lo más barato», dice Borja. Llevan días buscando compañeros de viaje para compartir el gasto de gasolina. Oriol bromea al comparar su viaje con el de los jóvenes de las JMJ. «Ellos se organizan bien, nosotros o hacemos autostop o vamos andando», sonríe. Laura es más tajante. «Cuando yo tengo que ir a Madrid no haciendo autostop pero casi, porque alguien me lleva, ver que parte de nuestros impuestos van a que la gente haga turismo me indigna. No me parece moralmente aceptable».

Antes de terminar, Borja recuerda que «hay muchos miembros del 15-M que son católicos, y hay hindús y musulmanes. La cuestión es que quieran colaborar…». Y Oriol concluye la frase: «…con el cambio, porque unos pocos están decidiendo sobre muchos, y estos muchos no estamos de acuerdo con lo que se está haciendo en el mundo. Ni a escala local ni a escala planetaria».

Los indignados Borja, Oriol y Laura, el sábado en la plaza de Catalunya, antes de partir en coche a Madrid para protestar contra la visita del Papa. JAVIER CORSO

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