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El Príncipe honra a los caídos en Afganistán

Nuevamente una ceremonia religiosa como funeral de Estado, vulnerando la aconfesionalidad constitucional

El Príncipe presidió ayer el acto solemne para despedir con los máximos honores a los dos militares fallecidos el domingo en un atentado en Afganistán: Manuel Argudín, natural de Gijón, de 34 años, y Niyireth Pineda, colombiana, de 31. Bajo un telón de nubes negras, en la base Ramírez Alemán en La Isleta (Gran Canaria), a la que pertenecían los militares, el arzobispo castrense, Juan del Río, ofició el funeral. "¿Qué precio tiene la libertad?", se preguntó, en referencia al sargento y la soldado que habían topado "con aquellos que han hecho del terror su vida". "La muerte es una llamada a la plenitud de la existencia", intentó consolar a los familiares.

Al acto asistieron la viuda y la suegra del sargento Argudín, y la hermana, también militar, y el hijo de nueve años de la soldado Pineda. El Príncipe se detuvo especialmente con la hermana de Niriyeth, segunda mujer que pierde la vida en una misión exterior. Con gran entereza, el hijo de la fallecida recogió la Gran Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo que el Príncipe impuso a título póstumo a las dos víctimas del atentado y la bandera que cubría el féretro. Ambos ataúdes estaban rotulados con un letrero que decía "Soledad". Los compañeros de los fallecidos apenas podían contener las lágrimas y uno de ellos tuvo que abandonar el acto.

Niriyeth Pineda era madre soltera y maestra de escuela en Colombia. Decidió venir a España hace siete años e ingresar en el Ejército para mejorar las oportunidades de su hijo, según relató su hermana a la agencia Efe. Será enterrada en su país natal. El sargento Argudín será enterrado en Palencia, donde viven sus padres.

Al funeral asistieron la ministra de Defensa, Carme Chacón, toda la cúpula militar, el presidente canario, Paulino Rivero, y el portavoz del PP en el Senado, Pío García Escudero, entre otros.

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