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El primer presidente islamista turco promete defender el Estado laico

La elección del moderado Gül refuerza al partido del Gobierno y presagia tensiones con el Ejército El nuevo mandatario apuesta por proseguir las reformas cara a la adhesión de Turquía a la UE

Turquía tiene, desde ayer y para los próximos siete años, el primer presidente islamista de su historia. Eso sí, Abdulá Gül tomó posesión jurando lealtad "a la democracia y a la República laica" y "desempeñar el cargo imparcialmente", según la expresión acuñada en la Constitución. Con su elección, los islamistas moderados (PJD) del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, controlan los principales resortes del poder, con la muy notable excepción del Ejército. La cohabitación se augura tensa.
Tras seis largos meses de incertidumbre, la crisis institucional turca se cerró, como se preveía, en la tercera votación del Parlamento para elegir al nuevo presidente. El hasta ahora ministro de Exteriores cosechó 339 de los 448 votos emitidos (de 550 posibles) y superó holgadamente la mayoría simple que necesitaba en esta ocasión.
En su discurso ante el Parlamento, Gül defendió vigorosamente los principios fundamentales de la República, en especial el laicismo, que definió como una norma para la paz social que también garantiza la libertad religiosa. Asimismo, subrayó que con su elección, Turquía ha optado por ser miembro de la Unión Europea y que para ello debe seguir el camino de las reformas.
NUEVO GOBIERNO Inmediatamente, la maquinaria institucional se puso en marcha. El primer ministro y líder islamista Recep Tayyip Erdogan, tras felicitarse por la elección de su más estrecho colaborador, anunció que hoy mismo someterá el nuevo Gobierno –bloqueado por el laico y puntilloso predecesor de Gül– a su aprobación.
Consolidado en el Gobierno por la victoria electoral de julio, que le dio una amplia mayoría parlamentaria (341 de 550 escaños), el PJD se hace ahora con la máxima representación institucional del país. Pero, por encima de todo, el desenlace de la crisis supone una victoria en toda regla de los islamistas frente a los nacionalistas laicos, apoyados por el Ejército, el gran poder en la sombra en la historia moderna de Turquía.

Al PRP, el principal partido de la oposición laica, que en abril logró boicotear la elección de Gül hasta forzar la anticipación de las legislativas, no le quedó esta vez otra opción que el pataleo, y no participó en la votación. Pero nadie, ni siquiera los partidos laicos minoritarios, le siguió.
Los militares, por su parte, recurrieron de nuevo a amenazas más o menos veladas. En la víspera, el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Yasar Büyükanit, advirtió que el Ejército no permanecerá impasible ante "los centros malignos que intentan erosionar la estructura laica del país" y "no hará concesiones" en su tarea de "resguardar la República".
No parece, según los analistas, que las Fuerzas Armadas vayan a pasar de las palabras a los hechos. La figura conciliadora y aperturista del nuevo presidente se consolida tanto fuera como dentro de sus fronteras. Su elección es "una oportunidad de dar un impulso fresco, positivo e inmediato al proceso de adhesión a la UE", dijo José Manuel Durao Barroso, el presidente de la Comisión Europea. "Nos acercará un poco más a la madurez democrática", escribía el diario liberal Miliyet. Pero todos los pasos que dé Gül, cuyos detractores le atribuyen la ambición secreta de islamizar el país, serán vigilados con lupa por los poderosos medios laicos.
PODER LIMITADO
La elección de Gül despeja además el camino al PJD cara a la reforma constitucional. Los islamistas planean reducir los de por sí limitados poderes del presidente, que comanda las Fuerzas Armadas, nombra a cierto número de jueces y tiene la potestad de vetar las leyes procedentes del Parlamento una vez (si la Asamblea las aprueba de nuevo debe aceptarlas) y convocar referendos sobre las reformas que afecten a la Constitución.

El velo de la primera dama no molesta a la mayoría de turcos

El uso del velo islámico por Hayrunnisa Gül, la esposa del nuevo jefe del Estado turco, se ha convertido en una cuestión de protocolo de alto nivel, mucho más importante que una moda o una simple costumbre ancestral. Es un desafío político que permite evaluar el grado de evolución hacia la modernidad del régimen turco.
Como mandan los cánones islámicos más tradicionales, Hayrunnisa siempre lleva la cabeza cubierta por un pañuelo. Asunto que, por cierto, preocupa muy poco a los turcos de a pie, que no han hecho del laicismo su bandera. Un encuesta reciente señala que el 75% de la población considera irrelevante el hecho de que la esposa del presidente vista velo islámico, o türban, aunque para el 23% su uso es contemplado como un símbolo del peligroso ascenso del islam más radical a la máxima jefatura del Estado.
Hayrunnisa asegura que su devoción no le impide ser moderna y se rebela contra las restricciones impuestas a las mujeres en otros países musulmanes. "El velo cubre mi cabeza, no mi cerebro", declaró en una ocasión. "No puedo imaginar vivir en un país donde las mujeres no puedan conducir", afirmó igualmente. La señora Gül, de 42 años, madre de una hija que va a la universidad con peluca (para tapar su cabello) y de dos hijos, ha decidido modernizar su aspecto sin renunciar a sus principios. Para ello cuenta con la ayuda del prestigioso diseñador de moda Atil Kutoglu, nacido en Estambul en 1968 pero afincado en Viena con gran éxito. Su estilo exótico ha conquistados a figuras como Naomi Campbell, Catherine Zeta-Jones e Ira de Fürstenberg.
EL SELLO KUTOGLU
Especialista en el diseño de extraordinarios complementos, como chales, pañuelos, turbantes y adornos de joyería y bisutería, Kutoglu está estudiando la fisonomía de la señora Gül. Aunque Hayrunnisa no ha sido requerida para desempeñar funciones más allá del papel de primera dama, tampoco da muestras de querer pasar desapercibida como la mayoría de sus predecesoras. A excepción, quizá, de Latife Usakligil, que fue esposa de Mustafá Kemal Ataturk, el padre de la Turquía moderna.
El ejemplo de Latife es una referencia reveladora. Ella, que solo estuvo casada con Ataturk de 1923 a 1925, usó indiscriminadamente el velo tradicional. A veces lo llevaba y a veces no, según su criterio. Y se divorció al amparo de las leyes progresistas aprobadas bajo la presidencia de su esposo. Hayrunnisa no realizó estudios universitarios porque no quiso quitarse el velo y ha encabezado, incluso ante la Unión Europea, peticiones para que esa prohibición que se aplica en las instituciones públicas, como universidades y ministerios, sea derogada. Por su parte, Usakligil enarboló la bandera del voto, derecho que las mujeres turcas consiguieron en 1934, sin apenas haber luchado para conseguirlo.

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