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El PP, la Iglesia y la sexualidad femenina

Por desgracia, sigue habiendo quienes disfrutan vetando, censurando y prohibiendo…, y con ello, quebrantando las leyes naturales de la vida.

Al parecer, Madrid continúa en su camino de convertirse en un reducto vergonzoso de ultra-derechismo casposo, rancio, de absurda moralina católica y, eso sí, de tendencias muy liberales en la economía, que, según parece, es lo que más tienta a la plana mayor del PP y de la Iglesia ("Tanto monta, monta tanto").
 
Y digo esto por el ridículo veto de la Comunidad de Madrid -esta vez a través de Telemadrid-, junto al de la Cope y la empresa que gestiona las marquesinas de los autobuses madrileños -dependiente esta del Ayuntamiento de Madrid, regido por el autoproclamado centrista Gallardón- al cartel de la película "Diario de una ninfómana" del director Christian Molina. Y que la Cope censure los carteles que le dé la gana, es natural porque se trata de una empresa privada de la Conferencia Episcopal, es decir, de los obispos; y ya sabemos cómo son los obispos en cuestiones de respeto a las libertades… Pero que lo haga Telemadrid es cuestión muy distinta porque, aunque el consorcio de la Sra. Aguirre no lo tenga en cuenta, la financiación de la televisión pública (sí, digo "pública", aunque parezca increíble) sale del dinero de todos los contribuyentes, incluídos aquéllos que defienden la democracia, las libertades y los derechos humanos.

Pues bien, el cartel censurado en cuestión muestra un cuerpo de mujer semidesnudo, en ropa interior y en una pose que sugiere (por cierto, con gran acierto estético) el placer sexual femenino. Y hablar de placer para estos "botarates" es mucho hablar; y si es de placer fememino, ya es la "repera", vamos, pecado mortal, de arder en llamas en medio de ángeles caídos con tridentes afilados, por los siglos de los siglos…

En fin, mis disculpas por el sarcasmo y la ironía, que no puedo evitar cuando reflexiono sobre este tipo de absurdas "patochadas" con las que nos han educado a los que hemos nacido antes de que empezara la democracia, y con las que, por desgracia, pretenden seguir educando –o reprimiendo y adoctrinanado, que es distinto-. Y cuando digo "patochadas" me refiero, en realidad, a cosas muy serias; tan serias como la falta de respeto a la vida, el desprecio al cuerpo humano, la denigración de la sexualidad, el menosprecio más absoluto al universo femenino, la infame coartación de las libertades y, en definitiva, la negación del placer y el derecho a la felicidad. Y esto sí es realmente "pecado" -utilizando su terminología-, no contra ningún dios, sino contra el género humano.

Pienso, en este sentido, que los que promueven la violencia política, los que incitan al odio y a la crispación social a través de sus voceros particulares, los que pretenden imponer sus dogmas represores y antidemocráticos, los que se enriquecen vorazmente y llenan sus arcas a base de inescrupulosas operaciones políticas y urbanísticas, los que promueven el oscurantismo y la mentira, los que se niegan a dejar de adoctrinar vilmente las mentes de los niños en las aulas, los que, según parece, se muestran como herederos de la represión de una dictadura asesina y los que defienden la hipócrita moral de criminalizar la libertad de los demás, que no la depravación propia,….esos no deberían escandalizarse ante el erotismo y la inofensiva imagen de un cuerpo femenino, con su sexualidad incluída. Lo que sí les debería escandalizar es la perversión sistemática de los que viven su sexualidad en la represión y en el sentimiento de culpa.

Y me viene a la mente la letra del poema "Es pecado prohibir" de Eladia Blázquez, quien, denunciando poéticamente a los que se dedican a censurar, a vetar y a prohibir, dice que "…No se puede prohibir el impulso vital, ni la gota de miel ni el granito de sal; ni las ganas sin par, ni el deseo sin fin de reír, o llorar… No se puede prohibir ni una pizca de amor, ni del alma el vibrar, ni del pulso el latir, ni la vida en su andar. No se pueden prohibir…"

Por desgracia, sigue habiendo quienes disfrutan vetando, censurando y prohibiendo…, y con ello, quebrantando las leyes naturales de la vida.

Coral Bravo es Doctora en Filología, Miembro de Europa Laica

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