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El portal de Belén no era un zoológico, copón

A punto de entrar en tiempo de Adviento, encontré a la hacedora de mis días desesperada pasillo arriba pasillo abajo (corto paseo, no imaginen ustedes otra cosa, por un pasillo de piso de cooperativa). Mirándome con cara de mosqueo me inquiere:

-¿Y ahora qué pongo en la mesita del recibidor al lado de Olentzero? (mi madre denomina como recibidor al rincón junto a la entrada de su casa) -exclamaba con el buey en la diestra y la mula en la siniestra al tiempo que miraba la caja donde guarda el resto del año el Nacimiento, también llamado Misterio, que tiempo atrás, único don recibido que la diosa Fortuna nos regaló en un sorteo de la Caja de Ahorros de Navarra (cuando todavía los navarros teníamos caja de ahorros)- Federico, hijo, sin la estrella, el buey y la mula el portal queda triste y vacío.

-Mamá si no eres partidaria de aplicar el minimalismo japonés en el pesebre, pídeles a los de La Caixa (antigua CAN) un caganer. Un tipo defecando y sin papel es la expresión plástica que mejor resume la situación en la que nos encontramos.

-Qué cosas tienes, cuanto más mayor más cascarrabias. Por cierto estás más gordo. Te estás dejando mucho.

-Gracias mamá, yo también te quiero.

Dense cuenta, lectores con criterio, los problemas y tensiones que están ocasionando las ocurrencias del amigo Ratzinger en los hogares con tradición belenística del mundo.

Ahora, el ocupa de la silla de Pedro, se pone estupendo y en plan científico dice que ni bóvido ni equino alguno, ni siquiera algunas pajas proveían de calor al Esperado. Ni pastorcillos cantando aleluya, ni ovejas balando de alegría, ni ángel anunciador colgado del portal. La estrella que guió a los Magos de Oriente dice que fue una supernova. De momento no dice nada acerca del tipo de supernova, desconocemos por lo tanto si se trata del tipo I o del tipo II o si era la suma de una enana blanca y una gigante roja.

Yo no quiero añadir perplejidad a mi descorazonada madre en sus preparativos prenavideños, por ello obviaré los comentarios escuchados en los corrillos próximos al Santo Padre, donde ya hay quien aventura a decir que la florida vara de José no se trataría de un bastón con que ayudar su paso sino su propio nardo enhiesto rebosante de tanto amor retenido. Porque lo que está más que demostrado, dice Benedicto, es la virginidad de María antes, durante y después del parto. O sea, que el verdadero símbolo sagrado del nacimiento del Mesías no resulta ser un himen extremadamente elástico o, por el contrario, más duro que turrón de Alicante, sino que fue concebido por una madre que no conoció varón. Aparte que a nadie gusta imaginar a su santa madre en los oscuros menesteres de la cosa sexuá, como bien explicaría Freud en su momento, en el caso que nos ocupa, que a Mari no la cubrieran es lo científico y lo primordial y no la presencia de animales en un pesebre. Choca un poco tanta zoofobia por parte de un Pastor alemán ¿No?

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