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El Papa irrita a los judíos al rehabilitar a un antisemita

Ratzinger levanta la excomunión a Richard Williamson y a otros 3 obispos cismáticos La decisión puede complicar aún más el anunciado viaje del Pontífice a Israel

Pasan los días y el anunciado viaje del Papa Benedicto XVI a Israel, previsto para el próximo 11 de mayo, se presenta cada vez más complicado. Después de su recuperación de la controvertida oración de Viernes Santo –en la que se pide la conversión de los judíos–, su impulso para beatificar a Pío XII –acusado por los historiadores de hacer poco o nada para impedir el Holocausto–, y las declaraciones de uno de sus cardenales sobre la guerra en Gaza –"aquello es un gran campo de concentración", dijo–, el Pontífice ha conseguido sublevar todavía más al mundo hebreo al rehabilitar, según publicó el jueves la prensa italiana, a cuatro obispos lefebvristas, hasta ahora excomulgados y conocidos, entre otras cosas, por sus impulsos antisemitas.
En Italia y Estados Unidos rabinos y organismos judíos alertaron ayer al Papa de que contribuirá a tensar aún más las siempre delicadas relaciones entre católicos y judíos con su decisión de levantar la excomunión de los prelados, en especial la de uno de ellos, Richard Williamson. Tres días atrás, en una entrevista con la televisión sueca, el ultraconservador Williamson negó la existencia del Holocausto. "No existieron las cámaras de gas" dijo el prelado, quien, como el resto de discípulos del fallecido arzobispo Marcel Lefebvre, es contrario al reformismo del Concilio Vaticano II, al diálogo entre religiones y a las misas que utilicen las lenguas vernáculas y no el latín. De acuerdo con Williamson, la cifra de seis millones de judíos muertos a manos de los nazis, proporcionada por las investigaciones más rigurosas, es una patraña; como mucho, señaló, "fallecieron 300.000".
La rehabilitación de Williamson, dijo el principal rabino de Roma, Riccardo Di Segni, abrirá una "profunda herida". "Es obsceno", declaró, entre muchos otros, el director de la Liga Anti-Difamación de Estados Unidos, Abe Foxman, para el que la iniciativa del tradicionalista Joseph Ratzinger, hasta ahora no publicada pero tampoco desmentida, "será un insulto para las relaciones entre los católicos y los judíos y para la memoria de los millones de judíos que murieron por ser judíos".

LA IMAGEN DE PÍO XII
Estas declaraciones se produjeron el mismo día en el que se inauguraba, en Berlín, una exposición organizada por el Vaticano para tratar de rehabilitar la imagen de Eugenio Pacelli, conocido como Pío XII durante su papado. A través de fotos, cartas, vestidos y objetos personales de quien ocupó la silla de Pedro entre 1939 y 1958, la muestra, impulsada por el propio Benedicto XVI, cubre toda la vida de Pacelli, e incluye documentos hasta ahora inéditos que, según los organizadores, vendrían a probar lo que la Santa Sede lleva décadas sosteniendo: es falso que Pío XII no echara mano de su poder moral para denunciar las atrocidades; todo lo contrario, gracias a sus discretas habilidades diplomáticas se salvaron miles de judíos centroeuropeos.
Mucho menos preocupado por la política que su antecesor Juan Pablo II, Benedicto XVI se encuentra cómodo cuando reflexiona sobre historia de la Iglesia y teología cristiana. De hecho, había previsto que su viaje a los lugares sagrados de Oriente Próximo fuera, sobre todas las cosas, una peregrinación a la cuna de su fe. Su propósito, ahora mismo, resulta casi imposible de cumplir.

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El Papa rehabilita a un lefebvrista que niega las cámaras de gas

Ratzinger levanta la excomunión a Richard Williamson y a otros 3 obispos cismáticos La decisión puede complicar aún más el anunciado viaje del Pontífice a Israel

 El Papa Benedicto XVI acaba de dar uno de los últimos pasos para rehabilitar a la ultraconservadora Fraternidad de San Pío X, una sociedad fundada por el cismático arzobispo Marcel Lefebvre que es contraria al reformismo del Concilio Vaticano II, celebra las misas en latín y niega la validez de cualquier religión distinta a la católica. Según publicó ayer el diario italiano Il Giornale, el Pontífice ha firmado el decreto que revoca una decisión de su antecesor, Juan Pablo II, quien en 1988, tras más de una década de enormes disensiones, excomulgó a Lefebvre, a su mano derecha, Ant“nio de Castro Mayor, y a los cuatro obispos consagrados por el arzobispo que llegó a decir que durante el Concilio Vaticano II la silla de Pedro y la autoridad de Roma estaban ocupadas "por anticristos".
Los dos primeros ya han fallecido, pero no Bernard Fellay, Tissier de Mallerais, el español Alfonso de Gallareta y Richard Williamson, y en la decisión del tradicionalista Joseph Ratzinger de devolverlos al redil y zanjar el tercer cisma de la Iglesia católica en el siglo XX –tras los de las iglesias nacional checa, en 1920, y china, en 1950– parecen haber pesado poco o nada las explosivas, xenófobas y antisemitas declaraciones de los prelados, en especial del último, quien ha dejado dicho cosas como esta: "La vida, tal y como la conocemos, está llegando a su fin. Quizá ha llegado la hora del martirio. Quizá nuestra sangre sea necesaria para limpiar la Iglesia católica".
Hace solo un par de días, la televisión sueca emitió una entrevista con Williamson en la que este, midiendo mucho sus palabras, lleva a cabo una suerte de manual del perfecto negacionista. "Creo que no existieron las cámaras de gas –dijo el obispo lefebvrista–. Entre 200.000 y 300.000 judíos murieron en los campos de concentración, pero ni uno solo dentro de las cámaras de gas". Las cifras más contrastadas sobre la magnitud del genocidio nazi hablan de seis millones de judíos asesinados. Cuando el entrevistador le dice que sus palabras son antisemitas, Williamson contesta: "Si el antisemitismo es malo, es porque va en contra de la verdad. Cuando algo es verdadero, no es malo. Yo no estoy interesado en la palabra antisemitismo".

VISITA EMPAÑADA
Nadie en la Fraternidad de San Pío X ha desautorizado las palabras del obispo, pero aunque alguien lo hubiera hecho, estas vendrían a complicar aún más el anunciado viaje de Benedicto XVI a Israel, previsto para el próximo 11 de mayo y ya empañado por la decisión del Papa de beatificar a Pío XII –acusado de no hacer nada para detener el Holocausto– y la recuperación del tradicional rezo de Viernes Santo, en el que se llama a la salvación de los judíos. La oración, aunque modificada, volvió después de que Ratzinger, a mediados del 2007, permitiese la celebración de las misas al estilo preconciliar, como les gusta a los lefebvristas: en latín.
Fue ese un gesto de acercamiento hacia los cismáticos, pero no el primero. Juan Pablo II ya había iniciado el camino, y el proceso se aceleró con su sucesor, quien hace tres años y medio, en su residencia veraniega, se reunió con el ahora rehabilitado Bernard Fellay, cabeza de una comunidad que cuenta con 450 sacerdotes en 59 países, dos centenares de monjas, seis seminarios y 260 capillas, según sus propias cifras. El decreto por el que se anulan las excomuniones de los cuatro obispos se publicará en los próximos días, y ahora, para la total reinserción de los ultraconservadores en el rebaño de la Iglesia, solo faltaría dar un estatus jurídico a su organización: una prelatura personal, se especula, que permitiría a los lefebvristas responder solo ante su líder, nunca ante el obispo local. Como el Opus Dei.

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