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«El odio al islamismo ha llevado a las elites a olvidar la cuestión social»

Entrevista al presidente de Túnez, Moncef Marzouki

Cae la noche en el palacio de Cartago, un palacio con más de 350 habitaciones que bordean los Puertos Púnicos. Esplendor y desmesura. En él recibe el presidente de la República. El hombre se instaló en Dar Salem, una casa de campo tunecina anidada dentro de este recinto presidencial. Sobre la mesa de café hay un ejemplar del New York Times doblado en cuatro. Es la edición del 2 de diciembre. A la vista está la caricatura firmada por Patrick Chappatte en la que se ve a Mubarak salir intacto de un sarcófago en el que está escrito “antiguo régimen”. Es una caricatura publicada al día siguiente de la absolución del Rais. “Está dicho todo. Aquí es parecido”, suelta el anfitrión. El 21 de diciembre se enfrentará a Beji Caïd Essebsi en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Un duelo a distancia ya que Essebsi ha rechazado cualquier debate televisado. Traje negro, camisa blanca, Moncef Marzouki habla sin ambages y explica que es inminente el peligro de volver a la dictadura. Sabe que la batalla no es fácil, que él no es el favorito de las elites. Nunca mencionará el nombre de su adversario, nunca pronunciará el nombre de Nidé Tunis, el partido construido en torno a quien fue varias veces ministro con Bourguiba antes de presidir durante dos años la Asamblea Nacional con Ben Ali. Preferirá utilizar el término RCD*, el partido del dictador destituido, disuelto al día siguiente de la revolución por decisión judicial. El hombre está en forma. Examina los retos cruciales de este escrutinio tan raro en el mundo árabe: libre. Moncef Marzouki es claro: dinero sucio, intimidación, posible liquidación de la Primavera árabe. Y habla de un Túnez que concierne a África, Europa…

¿Qué significa ser presidente de Túnez, elegido por el pueblo, en 2014?

Es la primera vez que eso ocurre en Túnez. Bajo Bourguiba se trataba de una coronación republicana. Después vino Ben Ali. En 1994 me presenté contra él. Al día siguiente yo estaba en chirona. Más tarde Ben Ali aprendió la lección y organizaba falsas elecciones con candidatos falsos. Por consiguiente, es la primera vez que el pueblo toma conciencia de su fuerza. Hago campaña, observo los balbuceos de la democracia, las inquietudes. Lo importante no es saber quién será elegido, aunque me gustaría mucho serlo. El árbol no debe ocultar el bosque. Hoy el bosque es la vuelta de la dictadura con su aparato del RCD que se vuelve a instalar con una fuerza que yo había subestimado. Frente a él está la maquina popular que se despierta. La experiencia democrática se toma por el lado equivocado. Se están despertando todos los restos de la dictadura: el dinero, los insultos en los medios “amigos”, las campañas de denigración; en una palabra, todas las técnicas de Ben Ali. En dos semanas se sabrá si ha ganado la nueva o la vieja maquina.

¿Por qué se ha autorizado vía la ley electoral la candidatura de los ex partidarios de Ben Ali? ¿Fue una cuestión de ingenuidad o una apuesta?

Ambas cosas. Si no se hubieran hecho estas concesiones, no hubiéramos pasado estos tres años pacíficamente. Era el precio que había que pagar para tener una Constitución, para tener una transición política… Si se hubiera excluido a los ex miembros del RCD, hubieran hecho lo imposible para que no se celebraran elecciones. Prefiero derrotarlos en unas elecciones libre y honestas a impedir que se presenten.

¿Cree usted que hay riesgo de violencia si usted resulta elegido?

Van a hacer de todo. Sin duda van a cuestionar los resultados ante los tribunales y a cuestionarlos, a secas. Ahí donde voy la gente me dice: “¿Se da usted cuenta de la cantidad de dinero que circula?” Su maquina contraviene todas las reglas éticas. Se dedican a intimidar, la gente me lo dice sobre el terreno. Amenazan, como en los tiempo del RCD…

¿Qué papel desempeña el dinero en esta campaña?

En el Estado profundo funcionan fuerzas ocultas. Hoy se constata a simple vista este fenómeno. Están decididos a ganar estas elecciones por todos los medios, incluida la intimidación. Son los mismos miembros del RCD que antes amenazaban a pobres campesinos durante la campaña: “¡Cuidado, si votas a Marzouki, no vas a cobrar la pensión!”. Es profundamente escandaloso pensar que semejante partido pueda instalar la democracia en este país. La única manera es impedirles que tomen todo el poder. Si soy reelegido, seré un contrapoder. Sin contrapoder este país volverá a caer en la dictadura.

Por lo tanto, será un presidente de contrapoder…

No solo eso. Se han ampliado las prerrogativas del futuro presidente. Preside el consejo de ministros, lo cual, en caso de que yo sea reelegido, les molesta extraordinariamente. Trabajaré con el gobierno electo si respeta los derechos humanos y la democracia.

Usted es un hombre de principios en una región en la que son raros los principios democráticos. ¿Cuál es su propuesta para los cinco próximos años?

Atenerme a estos principios, como desde hace treinta años. Nadie se pierde en una carretera recta. No puedo hacer de otra manera. No cambiaré ni sobre Siria ni sobre Egipto. Nunca.

¿Cómo analiza usted la situación en Libia? ¿Asistimos a las primeras consecuencias para Túnez?

En este salón he recibido a los protagonistas de ambos lados. Siempre mantengo el mismo discurso: siéntense, discutan, tengan cuidado de que su país no se convierta en una apuesta de las potencias extranjeras, porque entonces perderán su autonomía. Se trabaja mucho con los argelinos, que tiene la misma disposición que nosotros. Nosotros tratamos de apagar el incendio mientras que otros lo avivan. Las consecuencias son graves para Túnez: aproximadamente 1.800.000 refugiados, lo cual tiene consecuencias en la vida cotidiana (inflación). Cuando se quema la casa de tu hermano, no puedes decirle que se quede ahí. Somos países hermanos. Hay una estrategia internacional de liquidación de la Primavera Árabe y de liquidación de la democracia en el mundo árabe. Túnez es el último bastión y yo soy el cerrojo de este bastión. Si esto cae, eso significa la normalización, la vuelta al antiguo régimen, salvo que quienes mantienen esta estrategia no entiendan nada de nada. En primer lugar, los occidentales se equivocan estrepitosamente al dejar hacer. Si Túnez cae a su vez, eso significará el final de la democracia en el mundo árabe durante mucho tiempo puesto que se va a volver al enfrentamiento entre islamismo radical y dictadura, se va a volver a la década de 1990. Esta región se va a volver verdaderamente inestable. La solución son los gobiernos de unidad nacional, el reparto de poder. Me agobia la idea de ver a cierta burguesía imaginarse que con el antiguo régimen habrá una vuelta a la normalidad. ¿Qué harán en caso del siguiente seísmo?

Para su adversario, Essebsi, la prioridad principal es el tema de la seguridad. ¿qué opina usted?

¡Es algo normal en él! Mi prioridad: la pobreza. No se trata solamente de un problema de ingresos, sino de acceso a la salud, a la educación. A fin de cuentas, el caldo de cultivo del terrorismo es la pobreza. La cuestión fundamental en Túnez es la pobreza. La corrupción se ha desarrollado porque no había libertad de denuncia. Hace falta libertad para que el pueblo pueda denunciar. He recibido al primer ministro. Me dijo que la maquinaria económica estaba bloqueada. Si no se produce nada, el país puede explotar.

¿La herencia de Ben Ali?

Siempre he dicho de Ben Ali que le podía perdonar la tortura y la corrupción, pero no lo que hizo de la enseñanza. Destruyó literalmente la universidad. Por estupidez, por inconsciencia y también por voluntad.

¿Cuál es el remedio?

Yo tenía la esperanza de que se acabaría con esta fase política porque durante los cinco próximos años nos íbamos a dedicar a desarrollar la economía. Según el primer ministro, si hay estabilidad política, se puede esperar un inicio de recuperación en 2017. Si no es el caso, la máquina se va a invertir y habrá graves crisis económicas y sociales. No sé cómo podría salir el país de ellas.

¿Será crucial el papel del presidente ante una Asamblea sin mayoría absoluta?

Esa es la razón por la que van a luchar para obtener este puesto de presidente. La situación es muy inestable. Ennahda** no se va a poner en primera línea, van a negociar unos con otros, es un partido importante, prudente y responsable, que no va a hacer aventurismo.

¿Cuales serán las primeras medidas que tomará si resulta elegido?

Reactivar los programas dedicados a la gran pobreza, tranquilizar a los tunecinos sobre su unidad nacional, calmar el juego, ya que me preocupan mucho las divisiones regionales.

¿Cómo explica el extremadamente violento clima mediático reinante?

Lo lamento mucho. Hay una enorme agresividad verbal… Me digo que esta agresividad sirve de válvula de escape e impide la agresividad física. Pero si esa agresividad verbal supera un punto, se transformará en agresividad física. Estamos justo por debajo de este punto peligroso. Hay que bajar el nivel de agresividad.

Essebsi ha calificado a las personas que le votan a usted de “salafistas, yihadistas, islamistas, etc”, ¿es esa la base de su pensamiento o un calculo políticos?

¡Ambas cosas! Lo paradójico es que ha habido manifestaciones en el sur después de sus declaraciones. ¡Pero soy yo quien envía emisarios al sur para calmar a las poblaciones tras estas declaraciones! Y la desfachatez consiste en afirmar: “¡Él es el responsable de la división del país!”.

¿Asistimos a una traición de los intelectuales?

¡La obnubilación por un peligro que no existe! Desde hace veinte años las elites se han focalizado en el peligro islamista. ¡Y lo que reprocho a nuestra izquierda es haber olvidado la cuestión social a fuerza de odiar el islamismo! Yo vengo de esta izquierda, pero nunca me he equivocado de adversario: la dictadura, la corrupción, la pobreza. No el islamismo, no otro tunecino. Pero nunca he llegado a convencer de esta evidencia. Para ellos, existen los buenos y los malos. Los buenos son los modernos, los laicos que hablan francés y los otros, los barbudos que son los enemigos, a los que hay que elimina. ¿Cuál es la solución para el islamismo en Túnez? Tirarlos al mar. Convertirlos en ciudadanos de segunda. Somos una sociedad plural que no quiere aceptar su pluralidad, al menos una cierta elite. Cuando afirmé que el papel del Estado era proteger a las mujeres, lleven velo o nada, ¡hubo un clamor de protesta! El papel del Estado es proteger las libertades de llevar la vestimenta que se quiera, la libertad de conciencia. Si una persona quiere beber, que beba; si quiere rezar, que rece, si quiere ponerse un velo o un vaquero, ¡no es asunto mío! Definir a los buenos y a los malos es una concepción muy medieval del Estado, muy primitiva para un partido que se dice modernista… La modernidad es la aceptación de la pluralidad, de la democracia. Su adhesión a la democracia me parece superficial.

¿Qué posibilidades tiene de ganar?

Me daban un 3% y terminé la primera vuelta con un 33%. Eso demuestra que esta sociedad es vivaz. Aunque pierda, he ganado. Esta voluntad de no ser devorado por el antiguo régimen demuestra que los ciudadanos despiertan. El pueblo es capaz de hacer frente a una nueva dictadura.

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Notas de la traductora:

* RCD: Rassemblement constitutionnelle democratique, el partido hegemónico y, en los hechos, único durante la dictadura de Ben Ali.

** Ennahda: partido islamista perseguido bajo la dictadura y encabezado por Rachid Ganoushi, referente ideológico, por ejemplo, del gobierno turco de Erdogan. Ganó las primeras elecciones tras la revolución en 2011 y en las recientes legislativas ha quedado en segunda posición, superado por Nidé Tunis, coalición que, como se afirma en la entrevista, recoge los restos muy activos del antiguo régimen.

Fuente: http://assawra.blogspot.fr/2014/12/tunisie-marzouki-la-haine-de-lislamisme.html

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