“Los errores y escándalos no deben ser cubiertos, sino reconocidos y corregidos o castigados, tanto en el campo económico como en otros. Somos muy conscientes de que el intento de ocultar la verdad no conduce a la curación del mal, sino a aumentarlo y empeorarlo”.
“Hay demandas correctas de justicia, transparencia y competencia económica que debemos aprender y respetar con humildad y paciencia para evitar los escollos”, subraya Parolin, que admite que “a menudo los hemos subestimado y nos hemos dado cuenta tarde”.
“Se espera un buen testimonio en particular de aquellos que se presentan como «maestros» de la honestidad y de la justicia”, destaca el purpurado, quien pide “crecer en humildad y mejorar”.
“La Iglesia es una realidad compleja compuesta por personas frágiles, pecadoras, a menudo infieles al Evangelio, pero esto no significa que pueda renunciar a proclamar la Buena Nueva”.
