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El número dos del Episcopado también planta a Rouco en su misa de Colón

El cardenal recurre al ultracatólico Kiko Argüello para que movilice a 100.000 seguidores

La tan manida unidad episcopal, invocada desde el Arzobispado de Madrid, parece resquebrajarse a cuenta de la polémica Eucaristía por las familias cristianas convocada por el cardenal Antonio María Rouco Varela en la plaza de Colón el próximo 28 de diciembre. La última y sensible baja entre los prelados es la del obispo de Bilbao y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez.

El obispo Blázquez fue presidente del Episcopado español hasta marzo de este año, en el que Rouco recuperó el cetro de la Iglesia española. Su ausencia, como la de un abultado número de prelados, se debe oficialmente a la celebración de ceremonias en sus respectivas diócesis. En el caso de Bilbao, sí acudirá a la convocatoria de la plaza de Colón el obispo auxiliar, Mario Iceta, quien pertenece a la subcomisión episcopal de familia y vida.

De este modo, Ricardo Blázquez se suma a los cardenales de Sevilla y Barcelona (Carlos Amigo y Lluis Martínez Sistach); los arzobispos de Santiago (Julián Barrio), Mérida-Badajoz (Santiago García Aracil), Tarragona (Jaume Pujol) y Urgell (el copríncipe Joan Enric Vives); y los obispos catalanes y prelados vascos, que ya han anunciado que celebrarán el próximo día 28 encuentros diocesanos.

División en la cúpula eclesial

La ausencia del obispo de Bilbao cobra especial relevancia al tratarse del número dos de la Iglesia y por tanto, miembro del Comité Ejecutivo del Episcopado, el máximo órgano decisorio de la jerarquía española. Por lo que parece, el antecesor de Antonio María Rouco Varela amenaza con sublevarse contra el poder que intenta atesorar el cardenal de Madrid.

El miedo a que se repita el mitin del 2007 ha disuadido a muchos prelados

Así, de los siete miembros que integran el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española (CEE), tres han confirmado que no acudirán a Colón (los cardenales Amigo y Sistach, y el propio Blázquez), mientras que otros tres (Rouco, su auxiliar Camino y Cañizares) sí lo harán. El arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro, todavía no ha tomado, por su parte, una decisión definitiva al respecto.

Este equilibrio se romperá en cuanto Cañizares nuevo prefecto en la Curia vaticana abandone la diócesis de Toledo, momento en el cual el arzobispo de Santiago, Julián Barrio -que tampoco acudirá a Colón- ocupará la plaza vacante del cardenal en el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal.

La falta de organización y de previsión (el acto se anunció hace dos semanas, y ni siquiera se informó del mismo a los obispos en la reunión del pasado noviembre), así como el temor a que se produzca un nuevo "mitin político, como el año pasado", apuntó un prelado, han provocado que muchos obispos y movimientos católicos no hayan entrado en la coordinación del evento, que está bajo la responsabilidad del obispo auxiliar, César Franco.

El papel de los kikos

Así las cosas, las huestes de Rouco Varela han vuelto a echar mano de la inmensa capacidad de convocatoria del fundador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, quien podría poner a disposición del cardenal más de 100.000 efectivos.

Así, y en contra de lo que se había anunciado, Argüello intervendrá en la ceremonia, con una "pequeña monición" según el Arzobispado, que amenaza con convertirse en un nuevo ataque, al estilo del pasado año, contra las políticas del Gobierno.

En la concentración del 30 de diciembre de 2007, Kiko Argüello denunció, entre otras cosas, que los gobiernos "ateos y laicos" pretenden "destruir a la familia". "Tenemos que ayudar a la familia en toda Europa. Gobiernos laicos y ateos nos quieren hacer creer que esta nave que es nuestra sociedad, que es nuestra vida, no va a ninguna parte", proclamó Argüello, guitarra en mano, hace ahora un año, en el mismo escenario en que se llevará a cabo la misa en la plaza de Colón.

No obstante, para esta segunda, que lleva el lema La familia, gracia de Dios, Rouco Varela quiere celebrar la fiesta de la familia cristiana como "uno de los gozos más grandes de la Navidad". En principio, al menos, nada de política contra el Gobierno, pero sí un intento de visibilizar la "fuerza" del catolicismo en la plaza pública.

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