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El «niqab»

LA Junta Islámica española, a través de su portavoz, ha expresado su postura contraria al uso en las escuelas del niqab, que cubre el rostro completo de las mujeres, con una estrecha ranura que les permite la visión.

Dice además esa Junta que el Corán no  obliga al uso del niqab, y que las mujeres musulmanas deben cubrir  el pelo y el cuello con un pañuelo o un velo, pero no el rostro. Tenemos ya una voz autorizada, nada sospechosa de antiislamista, que no está conforme con el uso del niqab en los  centros de enseñanza, pero podemos ir más lejos: Erdogan, hombre  religioso y que gobierna un país, Turquía, de mayoría musulmana, mayoría creciente, ha enviado a sus hijas a estudiar a Estados  Unidos, porque en Turquía las mujeres no pueden acudir al colegio ni a las universidades con el velo tradicional. Es decir, en algunos países occidentales somos más papistas que el Papa, más flexibles con los musulmanes que la sociedad de los países musulmanes. En nuestra lógica defensa de la identidad cultural y religiosa de las personas, aceptamos usos y costumbres que ni siquiera son aceptadas en sus países de procedencia. El niqab esconde el rostro de una mujer que no iguala en derechos al hombre, una mujer supeditada al varón, a su marido, a su padre y hermanos. Ellos deciden sobre cualquier acontecimiento de su vida, conciertan su matrimonio, la separan de sus hijos varones, le impiden mostrar su rostro y le impiden cualquier  posibilidad de iniciativa o capacidad de decisión. El niqab significa que una mujer antepone sus conceptos radicales religiosos a las leyes del país de adopción y, de la misma manera que vela su rostro, puede impedir en determinado momento que sus hijas acudan a clase aunque en España la educación es obligatoria, les puede enviar al país de origen para sufrir la ablación o puede también obligarlas a casarse con  el hombre que conviene a la familia. Blair ha dado carta blanca a las escuelas para que decidan según su propio criterio; Francia no autoriza el velo en los colegios, y tampoco Italia. España, en cambio, con la bandera del  respeto a todos los credos y tradiciones, lo permite. Pero un velo no es lo mismo que el niqab, y quizá ha llegado la hora de tomar  medidas antes de que sea demasiado tarde. Porque estamos hablando de derechos de la mujer en un país en  el que se han aprobado importantes medidas de igualdad, pero  debemos hablar también de seguridad: en los aeropuertos no nos permiten subir al avión con un pequeño bote de crema hidratante… y sin embargo no hay problema para que las  mujeres con niqab tengan libertad plena de movimiento.

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