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El mundo árabe boicotea al Noé de Russell Crowe

El islam considera «pecaminoso» que se realicen representaciones de los profetas

Russell Crowe ha enfurecido al mundo árabe más conservador. Y al católico. Y al judío. Su interpretación de Noé — el “único justo” en quien Dios pudo confiar para rescatar en su arca una muestra de cada ser vivo del planeta antes de arrasarlo con el diluvio universal— le está granjeando críticas y censuras tanto de estados como de comunidades concretas que consideran que la cinta ofende a su credo.

El veto más severo es el anunciado por Emiratos Árabes Unidos, Catar, Bahréin y Kuwait, que han decidido no proyectar la cinta, coprotagonizada por Jennifer Connelly y Anthony Hopkins, porque “entra en conflicto” con el islam. Egipto y Jordania están decidiendo qué hacer pero, según indican en el departamento de relaciones públicas de Paramount Pictures, se espera que también anulen el estreno, previsto para el 28 de marzo (4 de abril en España).

Lo que más molesta en estas naciones es la aparición física en la pantalla de Noé, cuando “cualquier representación de un profeta o de sus compañeros” se considera haram, es decir, pecaminosa, como ha recordado la Universidad Al Azhar de El Cairo, una de las escuelas teológicas suníes más importantes del mundo, que ha recomendado que se prohíba el filme. “Lo hacemos por respeto a los sentimientos religiosos no solo del islam, entra en conflicto con muchas religiones”, ha explicado, por su parte, el Consejo Nacional de Medios de Emiratos.

En Estados Unidos, grupos católicos de Nueva York, Washington y Nueva Inglaterra se han manifestado ante los cines que ya lucen su cartel porque entienden que desvirtúa una de las historias más conocidas de la Biblia. Algunos judíos, para quienes Noah-Noé es igualmente un referente esencial, estiman que se “frivoliza” con su figura y su relación con Dios, como señala el rabinato hasídico de Jerusalén.

El director, el judío Darren Aronofsky (Cisne negro, La fuente de la vida), defiende que ha sido “muy respetuoso” con la historia original, que los creyentes hallarán en ella “valores” y los ateos, “emoción”. Paramount ha incluido una nota al inicio de la película que explica que se han tomado “licencias artísticas” en el relato, pero el matiz no calma a sus críticos.

Ajeno al ruido, Crowe trata de ganar espectadores de altura. Vía Twitter, ha invitado a que vea la película al Papa Francisco, al que cree que le gustará “por su mensaje poderoso, fascinante y evocador”. Hasta tuvo que pedir disculpas a los gestores de la cuenta del pontífice (@Pontifex) por tantos retuits que recibió.

Noé está siendo noticia estos días porque, a la polémica religiosa, se ha sumado la denuncia de Emma Watson sobre la dureza del rodaje con Aronofsky. Convencido de que la cinta debe enviar un mensaje respetuoso con el medioambiente, impidió que los actores dispusieran de botellas de plástico para no contaminar. Watson bebió de un contenedor con agua, estancada de tres semanas, y se intoxicó. El director, entonces, la hizo actuar enferma para tener “más realismo”, según ha confesado la Hermione de Harry Potter.

Noé de Russell Crowe

Jennifer Connelly y Russell Crowe en una escena de la película ‘Noé’. / Niko Tavernise (AP)

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