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El ministro Caamaño, la masonería y la caverna

La corrupción que parece incrustada en la médula del PP se perfila como un asunto de gravedad incalculable. Para mitigar este hedor, la caverna ha comenzado a disparar contra el nuevo ministro, Francisco Caamaño.

Le “acusan” de pertenecer a la masonería, organización centenaria y de acrisolado prestigio en los países de larga tradición democrática. Esta asociación, perseguida salvajemente durante la dictadura de Franco, fue legalizada en España por el Tribunal Supremo y se encuentra inscrita en el Registro de asociaciones del Ministerio de Justicia.

La masonería es una organización de carácter universal, filosófico y filantrópico que postula la solidaridad y el librepensamiento. Podemos deducir inmediatamente que la concordia y las mentes libres exasperan a nuestra caverna que, a fin de cuentas, vive de la crispación, el sectarismo, la tergiversación y el dogmatismo.

Muy al contrario de lo anterior, fue masón Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina y la más brillante luz de nuestra historia científica.

Fue masón Antonio Machado, gloria de la literatura universal.

Fue masona Clara Campoamor, la mujer que consiguió implantar el sufragio universal y el voto femenino en España.

Fue masón Vicente Blasco Ibáñez, nuestro novelista más internacional.

Fue masón Emilio Castelar, insuperable orador y ministro de Estado que abolió la esclavitud en Puerto Rico.

Fue masón Fernando de los Ríos, catedrático de Derecho Político y profesor en las Universidades de México y Nueva York.

Fue masón José Echegaray, dramaturgo, notable matemático, ingeniero y premio Nobel de Literatura.

Fue masón Claudio Moyano, ministro de Instrucción Pública que implantó la enseñanza primaria obligatoria y gratuita en una España podrida de analfabetismo.

Fue masón, Ramón Gómez de la Serna, vanguardista literario y creador de las inolvidables Greguerías.

Fue masón Juan Gris, pintor cubista.

Fue masón Alberto Lista y Aragón, poeta, sacerdote y canónigo de la catedral de Sevilla.

Fue masón Meléndez Valdés, icono de la Ilustración española.
Fue masón Segismundo Moret, muñidor del apartado de Libertades de la
Constitución de 1868.

Fue masón Nicolás Salmerón, político y catedrático que dimitió de su cargo de presidente de la República para no firmar una pena de muerte.

Fue masón el Conde de Urquijo, que introdujo la vacuna en España e intentó suprimir la Inquisición y la trata de negros en las colonias…

… y masón fue también un hombre a quien todos debemos mucho: Alexander Fleming, descubridor de la penicilina.

Junto a los anteriores, Mozart, Winston Churchill, Joseph Haydn, Bach, Louis Armstrong, Clark Gable, John Wayne, Benjamín Franklin, Sigmund Freud, Albert Schweitzer, Franklin Delano Roosevelt, Rudyard Kipling, Víctor Hugo, Stendhal, Rabindranath Tagore, Alexander Pushkin, Walter Scott, George Washington, Benito Juárez, Ruben Darío, Douglas Mac Arthur…

Sin embargo, la masonería no es tan solo una cantera de premios Nobel, estadistas o genios. Mucho más importante, la masonería se encuentra abierta a cualquier individuo deseoso de ser mejor y de contribuir a la construcción de una Humanidad más libre, ilustrada y justa.

La masonería, en suma, conforma una organización, abierta a cualquier persona libre y de buenas costumbres que ame el librepensamiento, la democracia y la ruptura con los dogmas.

Y esta grandeza es la que enciende la envidia y el odio de la caverna.

Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor

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