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El miedo a ataques marca la Navidad de los cristianos iraquíes

Los templos de Bagdad han limitado las celebraciones y han extremado las medidas de seguridad tras las renovadas amenazas de Al Qaeda

La Nochebuena de Ban Zaki, una cristiana iraquí, ha sido distinta a todas las demás. Vestida de riguroso luto, ha acudido con sus tres hijos a la iglesia para honrar a su difunto esposo, asesinado junto a otras 51 personas durante el asalto de las fuerzas de seguridad a un templo donde habían sido secuestrados el 31 de octubre.

"Murió en este lugar", dice esta mujer de 49 años señalando el suelo de mármol de la iglesia católica. "Este año no habrá ni fiestas ni celebraciones. Las imágenes del ataque y la forma en que mataron a mi marido están todavía en mis ojos. Fueron cuatro horas que no olvidaré durante el resto de mi vida".

Zaki recibió un disparo en el abdomen durante el asalto. "Yo estaba aquí, en el suelo, sangrando", cuenta ella, con voz entrecortada."Mi marido estaba allí, a dos o tres metros de distancia de mí, pero no pude llegar a él. Tenía miedo de moverme, de dejar desprotegidos a mis hijos, que tenía abrazados".

"No estoy dispuesta a hacer más sacrificios", dice Zaki, que quiere abandonar el país que la vio nacer. "Ya es suficiente".

El ataque derivó en un nuevo éxodo interno de cristianos iraquíes. La agencia de refugiados de la ONU cifra en un miles las familias cristianas que han abandonado sus residencias habituales para dirigirse a zonas menos hostiles como el Kurdistán o Mosul. La población cristiana iraquí llegó a contar con alrededor de 1,5 millones de personas. En la actualidad ha quedado reducida a la mitad, de un total de 30 millones de habitantes.

El Estado Islámico de Irak, grupo terrorista perteneciente a la red Al Qaeda, reiteró la semana pasada sus amenazas contra la comunidad cristiana. Entre sus exigencias está la liberación de un grupo de cristianos coptos que supuestamente fueron secuestrados tras haberse convertirdo al islam en Egipto. También acusaban a los cristianos iraquíes de proselitismo y fraternizar con las fuerzas de ocupación.

El temor a nuevos ataques ha obligado a los líderes cristianos a limitar las celebraciones de la Navidad. En la víspera de la Nochebuena, el único signo festivo era el coro de niños que ensayaba villancicos en la iglesia de Nuestra Señora de la Salvación, bajo la atenta y nerviosa mirada de sus padres.

Los templos cristianos de la capital iraquí han reforzado su seguridad. Nuestra Señora de la Salvación está ahora rodada de altos muros de alambre de espino. "Forma parte de las nuevas medidas de seguridad para las iglesias de Bagdad", cuenta el Mohammed Abed Aswad, de pie junto a la iglesia del Sagrado Corazón, en el céntrico distrito de Karrada.

Para algunos feligreses, los muros de protección son un recordatorio deprimente de los peligros a los que se enfrentan. "Te juro que me eché a llorar cuando la vi por primera vez," cuenta Jalid Yusif, un feligrés que acude al templo de Nuestra Señora de la Salvación con sus dos hijos. "Míralo. No parece a una iglesia. Se ve como una fortaleza o una prisión", dice mientras señala las marcas del ataque en los muros del templo.

Debajo de la elegante decoración de caligrafía árabe, las paredes están plagadas de agujeros de bala y en algunos aún son visibles las manchas de sangre. Los ventanales del edificio permanecen rotos. Delante del altar, sobre una alfombra verde, los fieles han colocado fotos de las decenas de muertos en el ataque.

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