Los matrimonios civiles superan a los religiosos en Extremadura: El 54% de las bodas celebradas durante los seis primeros meses del año pasado fueron civiles
En el año 1980 apenas una de cada cien bodas de la región se celebraban en los juzgados. Desde entonces la cifra no ha parado de crecer. En 1988 el 8% de los matrimonios eran civiles; en 1992 llegaban al 10% y en el 2000 supusieron un 14% del total de las celebraciones matrimoniales en Extremadura. Una década después la tendencia ya es la contraria, al menos es lo que evidencian los datos del primer semestre del 2013. Según las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 54% de las bodas celebradas en la región son ya de tipo civil. Cae uno de los últimos bastiones que resiste ante el imparable proceso de secularización que vive la sociedad. El sí quiero resuena ya más en juzgados y ayuntamientos que en las iglesias extremeñas. No obstante, este cambio de tendencia es muy reciente y podría variar con los datos del año completo, ya que durante el 2012 todavía fueron más los que pasaron por la vicaría que por el banquillo del juzgado o el salón de plenos. De las 3.644 bodas celebradas en la región ese año, 2.092 siguieron el rito religioso y 1.547 el civil.
TENDENCIA GENERALIZADA Lo que sí está ya ratificado es que el matrimonio civil no ha parado de ganar peso tanto en Extremadura, que es una de las comunidades menos secularizadas del país, como en el resto de las autonomías en los últimos años. En el conjunto del país los enlaces canónicos fueron mayoría hasta el 2009, actualmente seis de cada diez bodas son ya civiles.
En Extremadura, en la última década las bodas alejadas de la religión han pasado de representar el 16% del total de las celebradas en Extremadura en el 2002 al 42% en el año 2012. Mientras, las ceremonias religiosas han caído casi a la mitad, de 3.965 a 2.092 en solo diez años. ¿Qué está pasando para que en una década los matrimonios por la Iglesia hayan descendido casi un 50%? La primera respuesta está en la reducción general del número de bodas. Hasta hace apenas un lustro la cifra no bajaba de los 4.000 en la región, pero el 2012 se cerró con 3.644 enlaces. En los últimos diez años se han reducido un 25%, pasando de los 4.870 registrados en el 2003 a los 3.644 del 2012, último año completo con estadísticas disponibles. Sin embargo, las bodas civiles no paran de crecer aunque de forma modesta en los últimos años.
Otro impedimento para acceder a la Iglesia son los divorcios. Un divorciado no puede celebrar una boda religiosa –salvo en el caso de aquellos cuyo primer matrimonio fue civil–. La cifra de divorciados que se casan por segunda o tercera vez no es nada desdeñable en la región. En el 2012 fueron 313 hombres y 321 mujeres, aunque en alguna boda ambos serían divorciados.
Pero sin duda es el proceso de secularización en el que lleva inmersa la sociedad desde los años 80 el principal lastre del matrimonio canónico, según los sociólogos. En los últimos años están contrayendo matrimonio los jóvenes cuya relación con la Iglesia ha sido escasa o nula y que no reciben la presión familiar que recibieron en muchos casos sus padres. También son ajenos al concepto de unión para toda la vida que la Iglesia predica, señalan los expertos. Y esto es algo que preocupa a la jerarquía eclesiástica y que ya ha puesto en evidencia en reiteradas ocasiones pidiendo a los políticos incluso proteger el matrimonio sin condicionantes.
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