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El laicismo y la historia en México

Las reformas de Carlos Salinas de Gortari —hechas con el apoyo o complicidad del Partido Revolucionario Institucional— a los artículos tercero y 27 constitucionales, le permitieron a la Iglesia, sin obstáculos, introducir la religión en sus centros educativos privados.

Aunque sea pequeño, el paso dado por el Congreso de la Unión para frenar el apetito de poder de la Iglesia, declarando con rango constitucional el estado laico de la República, podría ser el primero para revertir las reformas que hizo el presidente Carlos Salinas de Gortari que devolvieron al clero privilegios políticos que había perdido a lo largo de una tempestuosa historia.

Sueltos de aquellas amarras, las jerarquías han ido penetrando en todos los rincones de la vida diaria, entre éstos los medios de comunicación masiva, televisión y radio.

Las reformas de Salinas —hechas con el apoyo o complicidad del Partido Revolucionario Institucional— a los artículos tercero y 27 constitucionales, le permitieron a la Iglesia, sin obstáculos, introducir la religión en sus centros educativos privados y prepararse al asalto de los públicos como ha sido siempre su deseo, no lo lograron, a pesar de los esfuerzos de Josefina Vázquez Mota en su paso por la Secretaría de Educación Pública. Sin embargo ampliaron su presencia en la vida diaria incluyendo la apertura religiosa de funcionarios panistas de todo nivel.

La declaratoria de constitucionalidad del laicismo oficial, podría estar frenándolos, sin que ello signifique ataque alguno a la libertad de creencias como falsamente acusó la autoridad clerical.

El Estado laico sólo define y ordena toda ausencia religiosa en función del gobierno y de los funcionarios, y en la educación pública. Y —esperamos— limiten los campos pastorales del clero lo que sin duda debe preocupar a las jerarquías son los cambios que la Iglesia ha sufrido en las recientes tres décadas en las que ha venido perdiendo terreno frente a la proliferación de iglesias, igual en la línea de la cristiandad que en el protestantismo o en el evangelismo.

Que el catolicismo no tiene la misma dimensión que en aquellas épocas es un hecho innegable. En qué proporción se ha visto disminuido, tal vez vaya mas allá de los 20 millones de seguidores.

Cuando era delegado apostólico monseñor Girolamo Prigione, cierta estadística acusaba una disminución de diez millones de feligreses.

Independientemente de la disminución de la asistencia de su feligresía al culto, hay incluso un fenómeno dentro del catolicismo, provocado tal vez por el alejamiento de los sacerdotes de sus funciones virtuales el guadalupismo, que tiene a la Virgen de Guadalupe como devoción por encima del todo en la religión.

Frente a todo lo anterior no resulta inexplicable la preocupación clerical frente a eventuales cambios de su status actual que tanto trabajo y tiempo les costó.

De una u otra forma, tras las acciones del Congreso de la Unión no se busca poner diques a la libertad religiosa sino volver las cosas al estado en que han permanecido desde las Leyes de Reforma, a Dios lo que es de Dios, al Estado lo que es del Estado, actitud que se justifica al examinar la difícil historia que México ha tenido desde su Independencia, en su relación con la Iglesia católica.

*Periodista y escritor

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