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El laicismo en la periferia

Comunicación presentada en el Simposio de la Federación Humanista Europea, celebrada en Toledo durante los días 24 y 25 de junio de 2006

El desarrollo del laicismo en la periferia, está condicionado por una serie de factores que dificultan la formación de un movimiento laicista fuerte y autónomo, así como el desarrollo de una cultura laica que impregne las acciones cotidianas de nuestra vida o las relaciones sociales.

 Entre esos factores condicionantes podemos destacar:

 1. La fuerte tradición religiosa en la sociedad española, especialmente en la España más conservadora, como es el caso de muchas de nuestras ciudades.

 2. La mentalidad conservadora propia de estructuras sociales más cerradas y apegadas a valores tradicionales

 3. La presión social en las pequeñas ciudades, por no hablar del mundo rural, donde esta situación se hace insoportable, incluso en pueblos menos rurales, como es el caos de un pueblo de la Costa del Sol donde un compañero sufrió enormes presiones por manifestar simplemente una opinión diferente y repartir unos papeles contrarios a la religión en la escuela.

 No cabe duda que estos factores afectan de modo general a España, como periferia dentro del marco europeo,

 A pesar de la escasez de práctica religiosa, una tendencia que va en aumento, sin embargo la religiosidad llamada popular, o la mentalidad basada en lo sagrado, en el mito del milagro, en los mitos de los dioses (vírgenes, santos, santones,…) siguen teniendo una presencia muy importante en nuestra sociedad, a veces en contradicción con las propias jerarquías eclesiásticas.

 La presencia de los religioso en la vida cotidiana sigue siendo muy fuerte lo que impide desligar el ámbito de las creencias y doctrinas de la vida social y política. La presencia de lo simbólico y ritual juega un papel muy importante en la cohesión social del mundo rural y de las sociedades más ligadas a esta mentalidad.

 Las peticiones de educación religiosa en las escuelas, en su mayor porcentaje se debe a la practica de rituales sociales posteriores, especialmente la primera comunión, que con la convicción de los padres de que esta enseñanza sea necesaria o adecuada que se de en los centros educativos. Por otra parte la simplificación de la doctrina religiosa a unos simples mandatos morales “de ser buenos”, de “tener temor de dios”, y de creer en algo (qué explica la existencia de este mundo)  llevan a muchos al convencimiento de que la religión “no hace daño, enseña cosas buenas”. Valorando de una manera simplista que lo religioso es bueno y quienes no tienen esos sentimientos, ni ese temor de dios, no puede ser muy bueno.

 A este panorama sociológico, hemos de añadir un elemento político de la joven “democracia” española. Quizá por un miedo o un sentimiento de culpa, cierta izquierda política española trata de alejar la imagen de anticlericales y quema conventos que machacaron como historia oficial a la república y a la izquierda. Y para ello nada mejor que aliarse a las creencias religiosas, potenciar la presencia de cristianos en los partidos de izquierdas, en unos casos aprovechando las ideas progresistas de algunos grupos católicos, y en otros simplemente potenciando y promoviendo las creencias religiosas populares. De este modo parece eliminarse el sambenito histórico de una izquierda atea, y por otro se atraen a capas populares, sobretodo rurales o de poblaciones medias que

 El caso de los matrimonios puede ser un paradigma de esta situación social que se produce en nuestras ciudades, frente a otros lugares de España más cosmopolitas y avanzados.

 Costumbre, motivos familiares, tradición o creencia religiosa. Los motivos por los que una pareja decide dar el paso de unirse en matrimonio por el rito católico son variados y parece que siguen convenciendo a la mayoría de la población, aunque la proporción que opta por casarse por la iglesia va bajando. Desde el año 2000 hasta 2005, el número de parejas que se dio el "sí, quiero" frente a un altar en Granada ha bajado 7,5 puntos. Si en 2000 el 82,8 por ciento de los contrayentes decidía convertir su matrimonio en un sacramento, en 2005 la el porcentaje bajó hasta el 75,37, según los datos oficiales del Instituto de Estadística de Andalucía, IEA.

Casi a la misma velocidad, a 7,57 puntos, han ido ascendiendo el número de parejas que optaron por una ceremonia civil para contraer matrimonio. En 2000, el porcentaje se situaba en un 16,8 por ciento, mientras que en 2005 alcanzaba los 24,37 por ciento.

Según los datos aportados por el IEA, el año pasado las iglesias granadinas vivieron 3.315 enlaces matrimoniales, 500 menos en relación a 2004. Las bodas civiles también disminuyeron, ya que de 1.090 durante 2004, en 2005 sólo alcanzaron los 1.072 enlaces. Lejos, sin embargo, de la proporción existente en otras comunidades autónomas como Cataluña o las Islas Baleares, donde las ceremonias civiles igualan o superan, en muchas ocasiones, las que se realizan según el rito católico.

En Granada esta tendencia no se produce con esa intensidad, así en el mes de enero del año pasado, las bodas civiles superaron a las católicas con 69 y 40 matrimonios, respectivamente.

Igual podríamos decir de los padres que solicitan educación religiosa para sus hijos, aunque se detecta un ligero descenso de las solicitudes de esta materia, las diferencias son muy claras entre unas zonas y otras.

 En el presente curso escolar han disminuido los porcentajes de inscritos en Religión en todas las etapas. Así, la asignatura es demandada por el 85,5 por ciento de los matriculados en Educación Infantil (frente al 87,4 por ciento del curso 2004/2005), por el 86,5 por ciento en Primaria (frente al 88,3 por ciento), por el 64,8 por ciento en Secundaria (frente al 66,6 por ciento) y por el 53,7 por ciento en Bachillerato (frente al 56,9 del curso anterior).

 En la diócesis de Córdoba, el 81,79% de los alumnos cordobeses de todos los niveles educativos estudia la materia de Religión en centros públicos.

En los últimos cinco años, en Infantil se ha pasado del 97% al 96%; en Primaria, del 97% al 95%; en el primer ciclo de ESO: del 81% se ha pasado al 71%; en el segundo ciclo de ESO el descenso es del 67% al 61%, mientras que en Bachillerato, del 58% se ha pasado al 44%.

 La religión es solicitada en primaria por el 50,9% de los alumnos, si bien este porcentaje ha caído en un quinquenio más de tres puntos, a la vez que ha subido hasta el 48,5% el de quienes no piden religión y se ha estabilizado en el 0,5% el de los que optan por religiones minoritarias. En cambio, en secundaria el porcentaje de quienes escogen religión ha subido del 37% al 40,4% en los últimos cinco años, según datos del Departamento de Educación.

 Por otra parte el peso de alumnos que reciben otras enseñanzas religiosas, aunque pequeño, aumenta cada año en nuestra zona. Así un total de 8.696 alumnos andaluces –o sus familias– ha solicitado recibir clases de religión islámica o evangélica en los centros públicos de la comunidad durante el presente curso. En concreto, y según datos oficiales facilitados por la Consejería de Educación, 4.301 escolares pidieron clases de islam y 4.395, de evangélica, las dos confesiones religiosas que, junto con la católica, mantienen acuerdos con el Estado.

 Y es que en nuestro caso la presencia musulmana es un elemento de tensión y ambivalencia, pues de una parte se manifiesta una valoración y proximidad a la época islámica de Granada, algo similar puede decirse de otras zonas andaluzas, que se traduce en una aceptación generalizada socialmente de aquel periodo de nuestra histórica, especialmente tras la fase dictadura franquista, en el que la búsqueda de raíces andaluzas, llevó a sobrevalorar y mitificar esta etapa; y por otra parte, la presencia en nuestras calles de musulmanes norteafricanos, que en algunos casos se reivindican como los herederos de aquellos reinos islámicos y de su imaginario (Alhambra), lo que unido en los últimos tiempos al llamado peligro islamista, están generando un rechazo a este colectivo. Lo que ha dado origen a polémicas especialmente con la instalación de mezquitas, afortunadamente en muchos casos esa ambivalencia ha permitido una reflexión sobre el respeto a las creencias de cada cual y el respeto a las normas comunes (normativa urbanística) facilitando la convivencia social.

 En todo caso, esto viene a poner de manifiesto una nueva realidad, multiconfesional, que está poniendo de manifiesto la necesidad de generar y potenciar ese espacio ciudadano común, laico, frente a quienes desde el poder o desde sus creencias religiosas, potencian el multiconfesionalismo en la vida política para tratar de sacar ventaja de las adhesiones de unos y otros creyentes, o por la convicción de que mejor es un creyente religioso, que quienes no lo sean. Desgraciadamente esta idea, que pudiera ser representativa de la derecha política, también es asumida por la socialdemocracia gobernante.

 Para ello se utiliza el “mito democrático” de las mayorías para tratar de imponer sus ideas. Así cuando el espacio público va a ser ocupado con una imagen de la patrona, la Virgen de las Angustias, reclaman el derecho a ello por la mayoría de ciudadanos que la apoyan; cuando unos padres reclaman y consiguen que se retiren los crucifijos de las aulas de sus hijos, 400 padres firman un escrito en contra tachandolos de que son una minoría que les quiere imponer sus ideas; igual cuando el gobierno andaluz “invierte” millones de euros para restaurar patrimonio religioso con unas condiciones y luego no se respetan,…

 Pero este asunto de las mayorías y minorías, además de ser un debate falso, cuando se trata de respetar derechos fundamentales, tampoco responde a la realidad estadística:

 Según estos datos, en España hoy 39.470.000 católicos, que suponen el 94,1% de la población. Queremos recordar que esas cifras contrastan con los estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas (Barómetro de opinión de abril de 2006) que indican que el 76.1% de los españoles se declaran católicos pero la mitad de ellos confiesa que no va a misa casi nunca, según el último barómetro del CIS, hecho público el primer día de agosto. Junto a ese 76.1% de católicos, hay un 1,5% de personas que se declaran creyentes de otra religión, mientras que un 13.3% dice ser no creyente y un 7% se declara ateo. De entre los católicos, un 49,1% no va casi nunca a misa y un 18.9% acude varias veces al año, sin contar bodas, comuniones, bautizos o funerales. Los practicantes rondan el 29% del total de católicos, ya que un 11,8% va a misa alguna vez al mes, un 16,9% casi todos los domingos y festivos y el 1,9% varias veces a la semana. Otro estudio sociológico, el informe Jóvenes Españoles 2005, de la Fundación Santa María, dirigido por el catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid Pedro González, dice que menos de la mitad de los jóvenes entre 15 y 24 años (el 49%) se considera católico, mientras que hace una década se definía como tal el 77%.

 Pero es que la transición política y la llegada de los nuevos socialistas ha tenido un papel muy importante en la promoción y recuperación de estas prácticas, que se habían ido perdiendo, en la medida que habían sido ligadas al régimen franquista y su dictadura, cuando la iglesia y el poder mantienen una total relación y dependencia.

Pero lo que los nuevos políticos de la derecha y del franquismo, no se atreven a realizar durante los primeros años de la “democracia”, si lo hace la clase política de la llamada “izquierda”. Así son los ayuntamientos regidos por gobiernos de “izquierdas”, los que en un afán de romper con los mitos franquistas de anticlericales y “quema conventos”; y por un desmedido afán electoralista y de sacar votos de sectores de clase media más devotos y ligados a la iglesia, los que potencian la recuperación de fiestas y tradiciones religiosas que habían caído en el olvido o que pervivían a duras penas. Ahora ofrendas florales con motivo de fiestas patronales, presencia y apoyo a procesiones religiosas, potenciación de tradiciones como pueda ser la Toma de Granada, ayudas para las cofradías y los desfiles de semana santa,… terminan potenciando el fervor del ritual religioso, que aunque no haya supuesto un incremento en la práctica religiosa cotidiana, pero sí ha servido para potenciar la presencia de la religión en los rituales sociales (cofradías, procesiones, primeras comuniones,…) que hacen más difícil realizar esa necesaria separación entre lo religioso como creencia del ámbito privado y el ámbito de lo público, de lo general y político, ya que esa religiosidad pública como rito social hace más difícil esa separación.

 

Organización

Nuestra experiencia nos lleva a reflexionar sobre las distintas formas de organizarse y su repercusión en la  mejor promoción de la laicidad:

Observamos que se han generado dos tipos de organización de los laicistas:

A.Por una parte un modelo de organización específica laicista en general, es decir, que trata de afrontar toda la compleja gama de problemas que existen. Es el modelo que nosotros hemos preferido, para poder incluir globalmente una lucha por la sociedad laica, dentro de la cual, como elemento fundamental, está la lucha por una escuela laica.

B.Otro modelo surge en muchos lugares de la periferia española (Albacete, Córdoba, Valladolid, León, Motril,…) donde la iniciativa organizativa surge de la problemática existente en una escuela que mantiene los lazos de nuestro pasado, donde la religión y la iglesia siguen siendo importantes factores en el modelo educativo.

No cabe duda que otros laicistas, no están específicamente organizados, y trabajan por la laicidad desde otras organizaciones.

Sin embargo, creemos que la promoción de la laicidad debe llevarnos a una organización laicista específica. La laicidad, hoy, en España, en Europa y en el Mundo necesita una militancia específica, unas organizaciones capaces de realizar la labor de reflexión, de seguimiento y de denuncia que la lucha por una sociedad laica necesita. Este tipo de organización permite estar presente en las pequeñas o grandes cosas que suponen un atentado a la laicidad en cada ciudad, permiten su denuncia, permiten ser un referente, tanto para cualquier ciudadano que pueda ver sus derechos mermados por la acción confesionalista, o para los medios de comunicación locales, más proclives a dar la palabra a organizaciones de su propio ámbito.

Quizás la iniciación a través de asociaciones que luchan por un problema concreto, crucifijos en las aulas, clases de religión en los centros educativos, falta de atención a los alumnos que no asisten a las clases de religión en los centros, falta de libertad de expresión, ataques a modos de expresión cultural,… pueden ser un buen camino para aglutinar un grupo base. Pero si esta asociación no amplía sus miras hacia la búsqueda de una sociedad laica global, se corre el riesgo, ya contrastado, de que el paso del tiempo, la solución del problema concreto, o el cansancio tras no verle salidas al mismo,… pueden llevar a una vida lánguida y pobre, sin capacidad de respuesta ante los problemas que sin embargo continúan.

Igualmente una organización específica tampoco debe enquistarse en ella misma y debe estar presente en el conjunto social, aportando reflexiones, promoviendo iniciativas, formando y aclarando conceptos, rompiendo esquemas y hábitos sociales,…

Y que duda cabe, que esta lucha en el ámbito local, que consideramos imprescindible en esta necesaria promoción del laicismo, necesita de una fuerte organización a nivel estatal, que pueda coordinar las grandes acciones, es el caso de Europa Laica. De este modo podemos presentar batalla en nuestra campaña por una sociedad laica, religión fuera de la escuela, contra el concordato y los acuerdos de la Santa Sede y el Estado,… Por ello nosotros hemos optado por una doble militancia, en Granada Lacia y Europa Laica, lo que nos permite una autonomía y una presencia en lo local, y a la vez una conexión y coordinación con una estructura estatal, y a través suya con el ámbito internacional, cada vez más importante en un mundo más globalizado en lo económico y del que debemos aprender para coordinar mejor nuestras acciones de promoción y solidaridad por una sociedad laica en todo el mundo.

 
Nuestras acciones

En esta situación desde Granada Laica, hemos promovido la organización de una estructura que nos permita coordinar nuestros esfuerzos a nivel de Andalucía, Andalucía Laica.

 Además venimos actuando con el fin de superar los problemas que hemos visto anteriormente:

 Símbolos religiosos

Escuela laica

 Subvenciones

 Presencia de cargos en actos religiosos

 Actos religiosos en centros docentes o en la universidad

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