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El Islam Político: génesis y evolución · libro de Waleed Saleh

Es el título de una breve obra de Waleed Saleh, publicada recientemente por la Universidad Nacional Autónoma de México.

El texto define el fenómeno del Islam Político, explica sus orígenes y aborda alguno de los movimientos islamista más conocidos como el grupo de los Hermanos Musulmanes, el Estado Islámico o Boko Haram. Analiza de forma detallada varios textos que forman la base del pensamiento del islamismo, la mayoría se pueden consultar únicamente en lengua árabe. Trata también temas como la islamización, la reislamización, el islamismo y la democracia y el islamismo y las minorías.

Los grupos islamistas alegan ser organizaciones moderadas, dialogantes y pacifistas. Un análisis inteligente y serio de su historia, su comportamiento y su literatura deja al descubierto la falsedad de esta pretensión, además del doble discurso de sus líderes. Sus palabras y afirmaciones varían mucho según el público y el lugar de su pronunciamiento. Las declaraciones hechas en los medios de información no coinciden con otras realizadas en un foro de seguidores y mucho menos las expresadas en la intimidad. Lo que dicen en el parlamento dista mucho de lo que expresan en las mezquitas y lo que exponen en los países occidentales se aleja de lo que anuncian en los países musulmanes.

El islam político “moderado” ha sabido venderse bien para sustituir al islamismo violento en países como Egipto, Argelia, Turquía, Iraq, Irán, Marruecos… La única preocupación de las potencias occidentales ha sido controlar el terrorismo religioso utilizando a los islamistas como instrumento para esa tarea sin fijarse lo que ocurría con los derechos de la mujer, las minorías o los derechos humanos en general.

Algunos políticos creen que recurrir a los “islamistas moderados” es el mejor sistema para frenar a los violentos. Pero lo cierto es que unos y otros tienen como referentes principales a Ibn Taymiyya y a Qutb como fuente en la que beben y estos pensadores como se sabe no conocen moderación alguna. El islam político en todos sus tonos y colores tiene un objetivo común: combatir a las fuerzas de la izquierda, a los liberales y los laicos, considerados por el islamismo apóstatas e infieles.

El Estado nacional con su constitución y con sus partidos políticos y sus instituciones visto por los islamistas es el mal absoluto. Es un invento de los “cruzados y judíos” que merece ser combatido y derrotado para sustituirlo por el Estado islámico. El Estado nacional en opinión de los islamistas es un instrumento occidental que pretende borrar la identidad islámica.

Uno de los problemas más serios del pensamiento yihadista y del islamismo en general es la pobreza total de pensamiento pragmático, la ingenuidad de su visión sobre las relaciones internacionales y la falta de conocimiento del desarrollo de la Historia.

Después de casi tres décadas de la retirada de la ex Unión Soviética de Afganistán, los partidarios del islamismo siguen pensando que aquella huida de las tropas soviéticas fue una victoria de los Talibán y de Al Qaeda. Los defensores de esta tesis ignoran que aquel conflicto fue un capítulo más de la guerra fría entre EEUU y la ex Unión Soviética donde el primero por medio de sus instituciones de seguridad y la CIA utilizó a los yihadistas para derrocar a su enemigo en un territorio ajeno a las dos potencias.

Otro de los escollos del islamismo es considerar el islam un sistema completo que sirve para todos los lugares y tiempos, capaz de crear una sociedad que goce de la justicia, la igualdad y la libertad. Esta suposición ha llevado a los islamistas y en especial a los yihadistas a vivir aislados de sus sociedades dominadas por otros patrones y los arrojó a un mundo marginal alejado del progreso social y cultural. Esta actitud les hace sentir ajenos y extraños en sus propias sociedades. Sienten una frustración que les promueve para recurrir a métodos violentos que pretenden castigar a los que rechazan ser sus cómplices.

Otro de los argumentos polémicos del islamismo es que existe un complot contra el islam y los musulmanes. Cualquier crítica, aunque sea constructiva y fundada contra el islam se convierte en “islamofobia”. Para ellos, la historia del islam es impecable y los sucesivos gobiernos musulmanes son intachables. Los pensadores críticos, musulmanes o no, si reclaman la modernización y la reforma de las normas de esta fe son según esta visión reduccionista quintacolumnistas y agentes de Occidente.

Los jóvenes pertenecientes a organizaciones islamistas son víctimas del funcionamiento interno de estos grupos. No les dejan ningún margen para la libertad de pensamiento fuera del marco de la propia organización. El islamismo ve a la sociedad como un conjunto homogéneo. Tanto musulmanes como pertenecientes a otras religiones, creyentes o laicos, mujeres y hombres deben escuchar y obedecer. El islamismo que cuenta con grupos potentes carece de un proyecto político o de gobierno. Suelen ser organizaciones suntuosas, aunque sus seguidores no lo vean así. Tiene fe, pero carece de una visión política y representa un ataque a la libertad de los pueblos.

Si los islamistas no renuncian a sus propósitos declarados u ocultos que es la instauración de un Estado islámico y la aplicación de la sharia, permanecerán fuera del marco del progreso y, los derechos de los ciudadanos sufrirán profundamente en aquellos lugares donde gobiernen, en particular los derechos de la mujer y las minorías. Para ser aceptados por la comunidad internacional deben convivir con el avance tecnológico, científico, social y político. Las necesidades económicas y sociales no se resuelven con los ritos religiosos como el rezo y el ayuno. Hacen falta proyectos maduros para la educación, la economía, la organización social y la justicia.

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