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El islam político florece tras la primavera árabe

A finales del pasado diciembre los tunecinos tomaron las calles al grito de "El pueblo quiere la caída del régimen". El clamor se extendió luego por las calles egipcias, libias, yemeníes o sirias. Y 2011 se convirtió en el año que los árabes -sojuzgados por décadas de autocracias, represión y miedo- se levantaron para pedir libertad, pan y dignidad.

El pasado domingo, diez meses y siete días después de que el joven Mohamed Bouazizi se quemara a lo bonzo y prendiera la mecha de la 'Revolución de los jazmines', las urnas hablaron alto y claro en Túnez. El incontestable triunfo del partido islámico moderado 'En Nahda' (Renacimiento, en árabe) en el país más avanzado de la región descubrió lo que las dictaduras ocultaron con la complicidad occidental: el protagonismo del islam político.

Túnez

"La 'sharia' (legislación islámica) no es algo ajeno o extraño en nuestras sociedades", declaró la semana pasada el líder de En Nahda, Rashid Ghanuchi, que vivió durante 22 años exiliado en el Reino Unido. "No consideramos que la 'sharia' interfiera en la vida privada o en la libertad para vestir. La libertad personal es muy importante para nosotros", agregó.

Lograda la victoria, el partido ya ha iniciado conversaciones con partidos izquierdistas para "formar alianzas basadas en un programa económico, social y político compartido", un movimiento que deja sin crédito a algunos agoreros occidentales.

Túnez es, sin duda, el país más moderno del mundo árabe. Su situación actual es legado del primer presidente de la República Habib Burguiba, que modeló una sociedad liberal con escasa influencia de los ulemas, y que preservó la dictadura de Ben Ali.

Las mujeres tienen acceso a métodos anticonceptivos desde 1962 y el aborto fue legalizado tres años más tarde. La igualdad reina en el salario y el derecho de divorcio. La poligamia está prohibida. Los dirigentes de 'En Nahda' han anunciado que no modificarán el estatuto de la mujer y han prometido que no prohibirán el consumo de alcohol y el uso de biquinis.

Los primeros representantes del islam político que aspiran a gobernar como resultado de la primavera árabe deben demostrar su moderación ejerciendo.

Como el resto de países de la región, la actual constitución tunecina reconoce el Islam como religión del Estado pero –a diferencia de sus vecinos- no menciona la 'sharia' como base de su sistema legal. Las raíces laicas de su sociedad dificultarán que 'En Nahda' pueda situar este conjunto de normas religiosas en la nueva Carta Magna.

Ganuchi es un seguidor confeso del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), la formación islámica moderada del primer ministro turco Recep Tayyip Erdoðan. Desde su llegada al poder en 2003, el 'milagro de Ankara' contiene tres elementos: democracia laica, liderazgo islamista y éxito económico.

Egipto

Entusiasmados con el éxito de sus homólogos tunecinos –con quienes comparten cierta admiración hacia el modelo turco-, los influyentes Hermanos Musulmanes afrontan las primeras elecciones democráticas del país árabe más poblado, que deben comenzar el próximo 28 de noviembre.

Su partido, 'La Libertad y la Justicia', lidera la 'Alianza democrática', una heterogénea coalición formada por otras 11 formaciones. La liberal 'Al Gad' (Mañana), del conocido candidato presidencial Ayman Nur, y la izquierdista nasserista 'Al Kamara' (Dignidad) son sus socios más destacados. Una colaboración que también contribuye a minimizar las suspicacias occidentales.

La Hermandad Musulmana –fundada en 1928- es un movimiento políticamente reformista pero moralmente ultraconservador. Respaldó el golpe de estado de 1952 pero fue ilegalizado dos años más tarde. Desde entonces, sus miembros han sido el blanco de las dictaduras de Gamal Abdel Nasser, Anuar el Sadat y Hosni Mubarak, que permitió su comparecencia electoral en calidad de independientes.

En los comicios de 2005, llegaron a hacerse con una quinta parte de los escaños en liza pero en la cita del pasado año –protagonizada por las irregularidades y la compra de votos- no consiguieron ni un solo diputado.

Cuentan con una amplia y organizada base social gracias a su red de mezquitas y asociaciones de caridad. Su consolidado granero de votos contrasta con el desafío de las nuevas formaciones liberales y laicas, que han nacido en ochos meses de transición y buscan aún a su electorado.

Pocos dudan de que Egipto mantendrá el islam y la 'sharia' como credo estatal y principal fuente legal. Los dirigentes de 'La Libertad y la Justicia' –cuya coalición estima ser la opción mayoritaria con entre el 30 y el 35% de los escaños- aseguran que abogan por un "Estado democrático con bases islámicas". Su discurso deliberadamente ambiguo se desvelará cuando deban hacer compatible democracia e islam.

La opción islamista radical comparecerá en las elecciones bajo las siglas de 'Alianza Islamista', un bloque formado por partidos como 'Al Nur' (La luz) o el partido de la 'Construcción y el Desarrollo', el brazo político de la otrora organización terrorista 'Al Gama Al Islamiya', que asesinó a Sadat y perpetró sangrientos atentados. Según los analistas, su defensa estricta de las leyes islámicas podría recibir hasta el 10% de los sufragios.

Libia

El pasado domingo el líder del Consejo Nacional de Transición, Mustafa Abdul Yalil, sorprendió a muchos cuando en su discurso de liberación se deslizó hacia la naturaleza del nuevo Estado. "Como nación islámica hemos tomado la 'sharia' como la fuente de legislación, así que cualquier ley que contradiga los principios del islam está legalmente anulada", proclamó.

E ilustró sus palabras con la legislación del divorcio y matrimonio vigentes durante la dictadura de Muamar Gadafi, que autorizaban el divorcio y prohibían la poligamia. Al día siguiente, suavizó su declaración.

Todo son incógnitas. El papel definitivo de la 'sharia' quedará fijado en la nueva constitución que empezará a redactarse tras las elecciones parlamentarias del próximo verano y que deberá ser aprobada en un referendo popular.

Según Alamin Belhaj, del CNT y dirigente islamista, los Hermanos Musulmanes apenas tienen un millar de miembros. Los movimientos islamistas, integrados inicialmente por 'muyahidines' (guerreros santos) que regresaron a Libia después de participar en Afganistán en la guerra contra los soviéticos (1979-1989), fueron perseguidos por el régimen de Gadafi.

"Mayoritariamente suní, el pueblo libio es conservador y religioso pero nunca ha mostrado un interés real por el islam radical defendido por la red Al Qaeda", señala a ELMUNDO.es el experto Robert Bruce St. John, autor de varios ensayos sobre Libia.

Siria

El régimen de Bashar Asad resiste desde marzo con el riesgo de que se convierta en una guerra civil y sectaria. Actualmente la dictadura, sustentada por el partido Baaz, tiene un gobierno laico pero su constitución menciona el islam como fuente de derecho.

El Consejo Nacional Sirio, creado recientemente, cuenta con 19 miembros. Cuatro pertenecen a los Hermanos Musulmanes sirios y seis son islamistas independientes. La Hermandad, fundada en 1945, mantuvo a finales de los 70 y principios de los 80 un enfrentamiento total con la dictadura.

Según el blog que mantienen dos investigadores españoles sobre la cofradía en Egipto y Siria (www.hermanosmusulmanes.es), los Hermanos Musulmanes sirios "carecen de una base popular sólida". Además, ante las críticas del régimen, que los suelen usar de 'cabeza de turco', mantienen "un plano bastante cauteloso".

El renacimiento del islam político coincide con una primavera árabe que enarboló la bandera de los derechos humanos y la democracia. Ni más ni menos que en Occidente pero a su modo. Los demócratas, feministas, laicistas, cristianos y los fieles de otras minorías religiosas podrían temer una aplicación rígida de la 'sharia'.

Pero el triunfo de 'En Nahda' o la probable victoria de la coalición de los Hermanos Musulmanes egipcios llaman a la tranquilidad. Están lejos de las posiciones intolerantes de las corrientes salafistas. Y no pueden gobernar solos. Necesitarán ejercitar el pacto para llevar a cabo un programa de justicia social y desarrollo económico –la primavera egipcia ha desencadenado, por ejemplo, en un duro invierno económico-. Y liderar un gobierno basado en las libertades democráticas y la lucha contra la corrupción.

 

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