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El IBI que la Iglesia católica no quiere pagar en Getafe: 260.000 euros anuales

De lo general a lo concreto, en esta segunda parte colocamos la lupa sobre Getafe y analizamos los datos para luego opinar con fundamento. ¿Se hace así, no? Ágora nos dio la oportunidad de presentar el informe sobre las propiedades de LA Iglesia y el resto de iglesias que están exentas del pago del IBI en nuestro municipio. Que son todas, por cierto. Y así lo hicimos de la mano de Andrés Aganzo, en representación de la Asamblea Ciudadana, y de Paco Delgado, que vino por Europa Laica.

El dato gélido, angelical

En total la relación que nos facilitaron incluye 62 bienes en el municipio que pertenecen a entidades religiosas y están bonificados. De ellos 54 se corresponden con bienes urbanos y los ocho restantes son rurales. En ocasiones resulta difícil precisar cuáles de estos inmuebles pertenecen a la Iglesia Católica y cuáles a otras confesiones. Los nombres de algunos se las traen. Sí creemos poder asegurar, no obstante, que cinco de las 62 propiedades que figuran en la relación lo son de culto evangélico y que todas estas se encuentran además en el entorno urbano. De ser esto así, las otras 57 deben serlo de LA Iglesia católica. Porcentaje abrumador,sin duda. Pero también sin duda, lo de menos.

En segundo lugar llama la atención la variedad de usos de los inmuebles. El informe lo detalla en la columna marcada con ese campo de manera que a cada uso se le asigna una inicial, que en ocasiones se puede deducir pero en otras nos deja con el índice rascando cogote. A modo de ilustración, consignamos todos los usos y un ejemplo de cada uno de ellos:

Viviendas (V), como la situada en la Plaza Jiménez Díaz, con un valor catastral de 1.226.000 euros (aprox.), un 100% de bonificación y un ahorro de 5.200 euros en el 2016.

Cultural (E). Es el caso de la Casa de Escuelas Pías (PP Escolapios) que en 2016 tuvo un valor catastral de 13.400.000 euros (aprox.) y una bonificación al 100% de 55.317 euros.

Salud y beneficiencia (Y). Por ejemplo, el local de Cáritas de la Plaza del Beso, valorado en 83.203 euros y que se ahorró 344 euros anuales.

Industrial (I). Éste es uno de los usos más curiosos, por hacer un eufemismo, y uno de los que más dudas suscitan incluso entre los partidarios de mantener la exención. En la Calle Guadalquivir, en pleno polígono industrial El Culebro, se encuentran los almacenes ¿de la editorial SM?, propiedad de la Compañia De Maria Marianistas Provincia De España, que con un valor catastral de algo más de 5 millones de euros obtuvo una bonificación por valor de 20.900 euros en 2016.

Religioso (R). Destaca por su enorme cuantía el centro de culto de la calle Medina Azahara en Getafe Norte, por un valor de 3 millones de euros y por el que la Iglesia se ahorró nada menos que 12.000 euros.

Oficinas (O). En la calle Cónsul figura un inmueble con un valor catastral de 1.150.706 euros que dejó de pagar el año pasado 4746 euros (aprox.). No está mal.

Obras de urbanizacion y Jardinería. Suelos sin edificar. (M) También resulta sorprendente que exista una parcela vacía sin edificar, y por tanto sin uso, en el medio de un área industrial. ¿Qué relación tiene esto con el culto? Pues es lo que hay en la calle del Talento, entre el barrio de Los Molinos y Perales del Río, en el Polígono de Los Olivos. Con un valor catastral de 496.000 euros (aprox) y una exención de 1954 euros (aprox.)

Almacén (A). Muy cerca de la Catedral de La Magdalena, un espacio por valor catastral de 7.402 euros y una exención de 30 euros. Calderilla.

Comercial (C). En la calle Estudiantes, un pequeño local con uso de este tipo valorado por el catastro en algo más de 50.000 euros y exento del pago de 208 euros el año pasado.

Agrario (Z). Entre los inmuebles tipificados con este uso, sobresale una parcela situada en el Cerro de los Ángeles, valorada en 1.036.000 euros (aprox.) y bonificada con 10.000 euros (aprox.)

Insistimos en que todos estos son simples ejemplos y que la relación total se puede comprobar en el informe cuyo enlace se encuentra disponible más arriba, en este mismo artículo. En él se precisa el uso de cada inmueble uno a uno, incluidos los de otras confesiones, que también son variados. Pero sin duda es LA Iglesia católica la que se beneficia de la exención para una tipología mucho más amplia de usos, la mayoría de los cuales, además, no guarda relación directa con el culto.

Tres penúltimos elementos objetivos que merece la pena consignar respecto del dato frío.

El primero es que en todos y cada uno de los casos se bonifica el 100% de la cuantía del importe. No se trata de una aminoración en el porcentaje, sino de una exención indiscriminada, sin criterio o con todos, que es lo mismo. El hecho que la justifica es la pertenencia a LA Iglesia. Por eso, con independencia del destino final del inmueble o la parcela que sea, de si está edificada o no, o de si se utiliza para algo o no, la exención es siempre la misma: 100%.

En segundo lugar la cuantía final. Y no me refiero a los alrededor de 260.000 euros, centimillo arriba o abajo, que supone el montante de la exención. Dentro del dato frío del informe esa magnitud nos deja indiferentes porque siempre habría que compararla con otras y por el momento no existen. Sólo por el momento, que todo se andará. Con la cuantía final nos referimos al sumatorio demoledor que arroja la tabla al agregar todas y cada una de las cantidades de los valores catastrales individuales; nos referimos a los 67 millones de euros impactantes que eso supone y que nos hacen sudar de escalofrío. Nos referimos, nos preguntamos, nos sobrecogemos al pensar en una institución que, solo en el municipio de Getafe, cuenta con bienes inmuebles por un valor catastral conjunto más de 60 millones de los antiguos euros.

Y finalmente, ahora sí: los 260.000 euros de exención que, como personas interesadas que somos, vamos a pasear bajo palio allá por donde vayamos. Claramente lo vamos a posicionar de parte nuestra pero sin caer en el dogma; sólo para enfocar el camino que recorremos abanderando el laicismo. Si fuéramos sectarios, que es como nos llaman, si como dicen estuviéramos recorridos por un espíritu anticlerical, diríamos que la Iglesia se ahorra esa cantidad, o parecida, año tras año en Getafe. Pero para nosotros no es lo importante lo que se beneficia la Iglesia, sino lo que deja de ingresar el Ayuntamiento – éste y cualquier otro – a partir de un impuesto que por lo demás resulta esencial en el desarrollo económico de un municipio. La clave no es el ahorro, sino el coste de oportunidad de esos 260.000 euros que bien podrían destinarse a otras partidas seguramente más urgentes, más importantes, más necesarias, inapelables e inaplazables que bonificar parcelas vacías, negocios editoriales y educativos o viviendas de obispos.

Ahora la opinión

Hasta este momento hemos puesto sobre la mesa elementos que nadie puede refutar. Pero nos va la brega y aceptamos ansiosos un debate que por otro lado llevamos tiempo esperando dar. Sobre todo si con él logramos minar los cimientos de un privilegio tan de manual como es éste.

Para preparar el terreno en que nos movemos merece la pena hacer unas cuantas vistas gruesas:

– No vamos a hablar del dinero que recibe la Iglesia a través de los conciertos educativos. Dinero que si se detrae de algún lugar es de los presupuestos para la educación pública – y esperamos que laica -.. Podríamos, pero no es éste el objeto de este artículo.

– No vamos a hablar del convenio firmado entre la Comunidad de Madrid y la Iglesia por el que las tres diócesis de la región se repartirán 1,8 millones de euros… ¡para proteger un patrimonio por el que no pagan tampoco IBI! Calla y come, son lentejas. No es el objeto de este artículo.

– No vamos a hablar de los casi 1,5 millones de euros que recibe en forma de subvenciones el arzobispado por parte de la Comunidad de Madrid. No empezamos este artículo para esto y tampoco para interpretar los caminos inescrutables a los que se refieren esas subvenciones.

– No vamos a hablar de las partidas dentro del Proyecto de Presupuestos generales de la Comunidad de Madrid para 2017, que quieren irse a los brazos de la Iglesia. Si esos 2 millones de euros lo fueran en moneda no cabrían ni entre los de la Columnata de Bernini. Pero no; no es el objeto de este artículo.

Por no citar, ni siquiera vamos a nombrar los 260.000 euros que no se pagan en Getafe por el IBI. ¿Para qué, si es ese el objeto del artículo? Total, eso es pecata minuta, asunto venial que bien cura – de sanar – una bula.

En realidad lo que nos apetece con todo esto no es el dato en sí, sino es darle una vuelta de tuerca a los principios que sostienen este debate. Porque este camino de la objetividad nos conducirá irremediablemente a que se metan con nosotros. Y cuando las cosas se pongan tiesas cabrán dos opciones: o bien toparse con la Iglesia y pelear a cara de perro o bien birlarle el único argumento que ya no tienen pero del que siguen abusando. El argumento aburrido y gastado de que cualquier punto de vista distinto al que marca la doctrina oficial es, por definición, un ataque. Por eso vamos a hacerlo de manera tal que nadie nos pueda acusar de buscar el fin de la Iglesia – entendiendo fin como el acabose y no la finalidad – sino todo lo contrario; de manera tal que nos reconozcan el mérito de haber hallado la única vía de hacerla tirar palante; de manera cual que nadie pueda caracterizarnos como el enemigo a batir.

Así que rescatamos a Robert Fogel, un autor que reside en ciertas antípodas ideológicas, para que no puedan reprocharnos, y le tomamos prestado su método científico e iconoclasta para preguntamos qué ocurriría en el futuro si LA Iglesia tuviera que pagar el IBI por sus propiedades. Es decir, justo lo contrario de lo que ha venido ocurriendo hasta ahora. Y les aseguro que dejando de lado cualquier otro condicionante que no sea el económico, basando nuestra respuesta en los datos fríos que hemos desgranado de manera quirúrgica y escrupulosa, llegamos siempre a la misma conclusión aplastante e irrefutable.

Pues es evidente que nunca podría LA Iglesia hacer frente a ese desembolso – ¿a cuánto ascenderá el IBI en todo el Estado? – y se vería entonces obligada a soltar lastre, a desprenderse de la mayor parte de las propiedades: las industriales, las comerciales, las parcelas vacías y baldías, las oficinas y todas las demás. Que debería quedarse exclusivamente con los edificios religiosos y aún así estos tendrían que pasar a manos del Estado – el que sí que somos todos – que asumiría como es de recibo su mantenimiento. Y que, lejos de verse reflejada como el emporio que es hoy, una vez expulsados los camellos de los ojos de la aguja y los fariseos del mercado en que convirtieron el templo, entonces sí que la feligresía podría entender que LA Iglesia habría dejado de ser incoherente con su doctrina de la pobreza y poblaría de nuevo por voluntad propia, como nunca lo  ha hecho en realidad, los edificios de culto.

Pero mientras se dedique a acumular patrimonio habrá que recordarle a LA Iglesia que se está convirtiendo en una especie de Tío Gilito impostadamente afectado, una Astroc o una Martinsa-Fadesa cualquieras; habrá que recordarle que existe una relación directa y estrecha entre el nivel escandaloso de riqueza que atesora bajo la casulla y la desafección impenitente e incesante de los y las fieles. Y que la exención del pago del IBI es la mejor manera que han encontrado algunos de hacer que los pastores engorden y no puedan seguir el paso de rebaño disperso ya y falto de referente. Lo que nos lleva a colegir que, indefectiblemeente, si LA Iglesia continúa sin pagar el IBI se pone ella solita en grave peligro de extinción y acabará por desaparecer.

Por qué no ser nosotros, que hemos desvelado su secreto a voces, los que la prevengamos que con la exención del pago del IBI alguien la está engañando y conjura y conspira poder administrarle algún la antaño Extremaunción; los que la advirtamos que con este falso beneficio y privilegio cierto lo único que anhelan los nuevos ángeles caídos es su desaparición eterna. Y los que le aconsejemos, siempre por su propio bien, que si quiere durar veinte veces otros veinte siglos, debe pagar el IBI.

Enrique Herrero, concejal de Ahora Getafe

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