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El histórico enredo de la Junta con las procesiones escolares

Sendas actuaciones de la Consejería de Educación en 2013 y 2015 impusieron restricciones a estos eventos, que siguen siendo objeto de polémica. El consejero Imbroda apela a la autonomía de los centros y defiende estos eventos como “tradiciones”

¿Es una procesión escolar un acto religioso? ¿Se deben circunscribir las actividades vinculadas a la Semana Santa a los horarios y las aulas de Religión? Los centros escolares carecen de directrices claras para saber si pueden celebrar actividades vinculadas con las fiestas religiosas hasta el punto de que, en los últimos años, la misma Consejería de Educación -entonces gobernada por los socialistas- ha dado indicaciones dispares en relación a eventos muy similares que se han resuelto en función del criterio del inspector o del delegado de turno.

Así, en el año 2015, el CEIP Rodrigo Caro de Utrera (Sevilla) se vio obligado a suspender la procesión que sacaba a la calle cada Viernes de Dolores por instrucciones de la delegación de Educación. Según el acta -a la que ha tenido acceso EL MUNDO- de la reunión celebrada el 23 de marzo de 2015 entre los inspectores de zona, la dirección del centro y los representantes de los padres de alumnos, la actividad, tal y como estaba planteada, «no era adecuada», pues su organización, siendo «una actividad complementaria que implica al centro educativo en su conjunto», se había vinculado directamente al área de Religión, «en un centro aconfesional que debe guardar la máxima neutralidad en este tipo de asuntos».

La inspección no se oponía al «estudio de la Semana Santa, dada su relevancia cultural y social en la localidad», si bien consideraba que éste tiene que enfocarse de forma multidisciplinar, «con el trabajo en equipo del profesorado y la aportación desde las diferentes áreas».

Los inspectores concluyeron que, dado que la actividad propuesta (una procesión escolar por las calles del pueblo) había adquirido «una dimensión de actividad complementaria» e implicaba la participación de alumnado de todos los grupos, «debe tener una conexión con el currículo y debe ser el resultado final de un proyecto de aprendizaje, de una tarea o una unidad didáctica». El centro alegó entonces que no tenía ya tiempo material para revestir su procesión con toda esa parafernalia técnica, a lo que la Inspección respondió invitándole a organizarlo adecuadamente para el siguiente curso.

Dos años antes, en 2013, la delegación de la Consejería de Educación en Córdoba se vio obligada también a emitir un escrito dando instrucciones a la vista de la proliferación de actividades relacionadas con la Semana Santa, «que incluyen la preparación de pasos y desfiles procesionales». En el texto dirigido a los directores de los centros se dice expresamente que, «cuando desde la propia administración educativa, esto es, desde los órganos de gobierno de los centros públicos educativos, se organizan estas actividades de tan significativa confesionalidad con una determinada fe religiosa, se podría estar poniendo en cuestión la obligada neutralidad de los poderes públicos y el debido respeto al pluralismo religioso».

La delegada que firma el informe, Manuela Gómez Camacho, recomienda como la alternativa «más respetuosa con la doctrina constitucional» la programación como «actividad extraescolar», es decir fuera del horario lectivo y con carácter voluntario para el alumnado.

En el caso de que se programe como actividad complementaria, o sea, «dentro del horario escolar y de acuerdo con el proyecto curricular», entonces «debe enmarcarse en la programación del área de religión católica, por lo que afectará exclusivamente al alumnado que curse esta enseñanza o al que sus familias expresamente autoricen».

Como se ve, ante actividades muy similares, la respuesta de la Consejería de Educación ha sido dispar e incluso contradictoria.

En los últimos días, varios centros de Sevilla han decidido suspender las procesiones previstas por las quejas de algunas familias. Y, aunque la Consejería de Educación niega haber prohibido los eventos y reivindica su carácter cultural y tradicional, el caso es que ni las direcciones de los centros ni tampoco las familias que se oponen a la celebración de este tipo de representaciones religiosas tienen claros los criterios de la autoridad educativa, dirigida ahora por el consejero Javier Imbroda, de Ciudadanos.

A preguntas de este periódico, la Consejería de Educación, a través de su portavoz oficial, respondió que las procesiones escolares tienen una «connotación religiosa» que no está amparada por la normativa general que regula el funcionamiento de los centros. Más tarde, sin embargo, rectificaría, poniendo en valor su naturaleza cultural y de defenesa de las tradiciones y defendiendo la celebración de la Semana Santa siempre que sea una actividad que tenga el respaldo de claustro y del Consejo Escolar.

Este jueves, durante el pleno del Parlamento, y a petición de Vox, el consejero Imbroda insistió en este criterio y explicó que la Inspección Educativa, «con la ley en la mano», analizó los casos en los que ha saltado la polémica e informó favorablemente para que esas actividades se celebren, dado que tenían el aval del Consejo Escolar. «Autorizadas están», insistió. Otra cosa es que algún centro «en el marco de su autonomía» decida finalmente no celebrarla, añadió.

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