“No me quedan más lágrimas que derramar”, asegura Sajjad Ghaderzadeh en una carta dirigida a los 27
"Si tienen necesidad de venganza, descárguenla sobre mí. Deténganme y liberen a mi madre para que pueda abrazar a mi hermana", implora a los gobernantes iraníes Sajjad Ghaderzadeh, el hijo mayor de Sakineh Ashtianí. Desesperado ante el empeño de las autoridades por vincular a su madre con el asesinato de su padre, Sajjad ha escrito una carta a los Ventisiete en la que les pide ayuda.
"No me quedan más lágrimas. Por eso pido la ayuda de los Veintisiete países europeos antes de que la República Islámica ejecute la sentencia contra mi madre", afirma el joven en el texto dado a conocer por la Campaña Internacional contra la Lapidación.
Sajjad interviene después de que el poder judicial respaldara ayer la versión del Gobierno iraní, según la cual Sakineh habría sido condenada a muerte por el asesinato de su padre. Su portavoz y fiscal general, Gholamhosein Mohsení-Ejeí afirmó que Sakineh va a morir en la horca "porque ha sido encontrada culpable de asesinato [de su marido] y esa condena precede a la de adulterio", según la agencia semioficial Mehr. Esta reinterpretación del caso no se corresponde con los hechos conocidos.
Sakineh fue condenada a morir lapidada por un presunto delito de adulterio. Sin embargo, la movilización internacional contra ese castigo inhumano ha llevado a las autoridades a reescribir su caso. Desde del verano, la diplomacia iraní defiende que la mujer no está condenada a morir apedreada y que se estaba investigando su complicidad en la muerte de su marido. Sin embargo, "nunca ha habido un juicio en el que Sakineh haya sido acusada de asesinato", recuerda un comunicado de la Campaña. El responsable de ese delito fue condenado a muerte por un tribunal de Tabriz y luego perdonado por los hijos del matrimonio.
"No he perdido toda mi esperanza mientras ustedes los políticos, los medios de comunicación, los humanitarios, la gente del mundo y nuestro abogado, Houtan Kian, sigan a nuestro lado", concluye Sajjad en su llamamiento.
