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El Gobierno marroquí intenta recuperar las riendas del islam en mezquitas y Ejército

Ignacio Cembrero explica en El País que se les llama “guías religiosos”, pero su función es la misma que la que tuvieron los capellanes castrenses en algunos ejércitos europeos. Todas las unidades de las Fuerzas Armadas marroquíes dispondrán de imames para enseñar a los reclutas un islam alejado de todo radicalismo.

La iniciativa -entre otras que afectarán a las escuelas y las mezquitas- es una de las adoptadas por las autoridades de Marruecos después de los atentados del 16 de mayo, en Casablanca, para combatir a los integristas no sólo con la represión policial, sino con la propagación de una religión tolerante.

El pistoletazo de salida de esta ofensiva ideológica contra la teología de los fanáticos lo dio, la semana pasada, en vísperas de la gran fiesta musulmana del Aid (Fiesta del Sacrificio), el titular de la cartera de Asuntos Religiosos, Ahmed Taufic. El ministro presentó una reforma de su departamento que consiste en crear una dirección de las mezquitas que se encargará de recuperar los templos que escapan al control del Estado, y otra de la enseñanza tradicional, que modificará los libros de texto.

Taufic, un ministro nombrado directamente por el rey Mohamed VI, descartó que la reestructuración de su ministerio fuese “una reacción a los actos terroristas”. Insistió, en cambio, en que se debía a la “preocupación por adaptar el instrumento de gestión del hecho religioso a una realidad social en mutación”. Pero nadie se llama a engaño, porque las explosiones que sacudieron en mayo de 2003 Casablanca obligaron a Rabat a tomar conciencia de hasta qué punto el integrismo había hecho mella en la sociedad.

Más de un tercio (37%) de las 30.000 mezquitas de Marruecos va por libre. Se escabullen de la tutela del ministerio. Son, eso sí, las más pequeñas, construidas apresuradamente, cuando no se trata de un mero garaje habilitado para orar. En ellas predicaban -ya que muchos están huidos- imames radicales que solían tachar al Estado de impío. Ante sus puertas se venden casetes con, por ejemplo, sermones de Mohamed al Arifi, que aboga por conquistar el Vaticano.

En los libros de enseñanza islámica de las escuelas primarias no existen las mujeres, excepto en algunas fotografías en las que las niñas aparecen con velo. La formación religiosa de los jóvenes sigue enfocada a deslegitimar a una izquierda impía y, de paso, a un capitalismo inmoral. “Un esfuerzo destacado se ha llevado a cabo para limpiar los manuales con contenidos que contradicen los valores universales de la democracia. (…) Pero debe continuar porque aún persisten numerosos deslices”, escribe el órgano socialista Libération.

En manuales o en muchas prédicas, el mensaje religioso está, con frecuencia, impregnado de wahabismo, la teología islámica que impera en Arabia Saudí. La introducción de esa doctrina en Marruecos, donde se practica el rito malekita, se remonta al siglo XIX, “pero hubo que esperar a finales de los años setenta para que recibiera cierto apoyo de las autoridades” como dique de contención de la izquierda, explica Mohamed Darif, profesor de la Universidad de Mohamedia.

Los saudíes ayudaron, además, financieramente a Rabat para que resistiera en el Sáhara Occidental a la embestida del Frente Polisario. “A cambio, Marruecos tenía que acoger a los ulemas [doctores] formados en Arabia Saudí”, recuerda Darif. “Ése era el precio a pagar”. La situación llegó a tales extremos que el anterior ministro de Asuntos Religiosos, Madaghri Aloui, se pronunció contra la mejora del estatuto de la mujer. “El 16 de mayo cambió todo”, afirma, “significó la ruptura con el wahabismo”.

Deshacer el camino andado no va a ser fácil. Para empezar, Taufic pretende, a la vez, poner firmes y seducir a los imames, todos ellos funcionarios, excepto los de las mezquitas no oficiales. Recibirán formación y consignas para sus sermones -el ministerio publica ahora el Boletín de los imames y de los

predicadores-, al tiempo que su situación mejorará porque tendrán derecho a un seguro médico. El año pasado, 6.875 nuevos licenciados en estudios islámicos se incorporaron al mercado de trabajo.

A los islamistas legales, del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD), o ilegales pero tolerados, de Justicia y Caridad, no les ha gustado la reforma. Al Asr, el semanario del PJD, se preguntaba si el objetivo del ministro es “restaurar la confianza en las casas de Dios (…) o garantizar el control policial de las mezquitas”. Más crítico aún, Fathallah Arsalan, el portavoz oficial del movimiento que capitanea el jeque Yassin, lamentaba que la reestructuración “busque circunscribir el hecho religioso a las mezquitas” cuando tiene que trascender a la vida cotidiana.

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