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El Gobierno espera que Ratzinger evite toda referencia a España

Jáuregui confía en oír solo «un mensaje religioso internacional» Un Zapatero en retirada prevé hablar hoy de la pobreza con Benedicto XVI

El viaje del Papa a Madrid no quita el sueño al Gobierno. Desde el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero se confía en que la entente cordiale que mantiene con la curia romana disuada a Benedicto XVI de lanzar críticas a la situación de España como las vertidas en su anterior viaje del pasado mes de noviembre. Altos responsables del Vaticano han hecho llegar a la Moncloa mensajes tranquilizadores en este sentido, aunque nada puede descartarse en una visita organizada por el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio Maria Rouco Varela, con el objetivo de reafirmar la identidad católica de España.

El contexto en el que tiene lugar la tercera visita del actual Papa, un encuentro mundial de la juventud católica, facilita que este pase de puntillas sobre la situación local, como se ha encargado de recordárselo Ramon Jaúregui. El ministro de la Presidencia apuntó ayer en este sentido que espera «un mensaje religioso internacional sin referencias a nuestro país».

Las primeras palabras del Papa tras aterrizar en Madrid y en el avión que le transportó desde Roma, sin ninguna crítica a la política interna española, parecen corroborar la impresión del Gobierno. Y contrastan con la dura diatriba contra la vuelta de España al «anticlericalismo» previo a la guerra civil que Benedicto XVI lanzó precisamente en el vuelo que le llevó a Santiago de Compostela el pasado noviembre.

LAS DOS CUMBRES / Que el buen clima se mantenga dependerá también del desarrollo de las dos cumbres paralelas que hoy se celebrarán en Madrid. El Papa recibirá en audiencia a Zapatero en la Nunciatura por espacio de una media hora. Se trata de una formalidad obligada por la presencia del jefe de Estado del Vaticano en la que el presidente del Gobierno tiene como prioridad hablar de la pobreza en África y del apoyo a las revueltas contra los regímenes teocráticos de los países árabes, pero también es consciente de que probablemente el Papa ponga sobre la mesa, como en ocasiones anteriores, asuntos espinosos como el de la ley del aborto. Lo más probable es que Zapatero se limite, también como en ocasiones anteriores, a tomar nota respetuosamente de la opinión de su interlocutor.

El Ejecutivo da por descontado que el jefe de la Iglesia católica trufará sus discursos públicos con mensajes de defensa de la familia y la vida, pero espera que se limite a la apelación genérica, dirigida a un auditorio de ámbito mundial.

La situación del líder socialista, a un paso de su retirada de la vida política y sin margen para retocar ni impulsar nuevas reformas legislativas, abonan también la idea de una cumbre de bajo perfil, más protocolaria que efectiva.

Algo similar a lo que se prevé para la otra cumbre que reunirá en un almuerzo en la Moncloa a Jaúregui y a la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, con el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarsicio Bertone, el verdadero primer ministro de la curia romana y uno de los hombres que están detrás del acercamiento al Gobierno español en connivencia con la exvicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.

EL VALLE DE LOS CAÍDOS / La agenda del almuerzo es densa, pero tampoco se prevén acuerdos trascendentes. Se hablará de la reforma del Valle de los Caídos, del sistema educativo, de la financiación de la Iglesia en España, de la liberación de los presos cubanos y de la situación en Oriente Próximo, según fuentes de Presidencia.

Al día siguiente, el sábado, el Papa recibirá al líder de la oposición, Mariano Rajoy. Un encuentro que si en anteriores ocasiones ha sido protocolario ahora revestirá especial relevancia al tratarse, con toda probabilidad, del próximo presidente del Gobierno español. Las contrarreformas del PP estarán sobre la mesa.

Zapatero estrecha la mano de Benedicto XVI, flanqueado por los Reyes, ayer en el aeropuerto de Barajas. AGUSTÍN CATALÁN

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