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«El Estado siempre debe ser laico ya que cualquier religión es excluyente»

El prestigioso hispanista francés, exdirector de la Casa de Velázquez y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2014, Joseph Pérez, alertó ayer del alarmante retroceso que se está produciendo actualmente en el mundo en la necesaria separación entre la religión y la política, lo que está generando «una vuelta atrás» en detrimento del laicismo del Estado.Todo ello está salpicado por diferentes manifestaciones violentas, como sucede con el escalofriante e imparable auge del yihadismo. En su opinión, el telón de fondo que subyace en esta preocupante tendencia es que «cualquier religión siempre es excluyente ya que se considera a sí misma como la única verdadera».

Joseph Pérez efectuó estas profundas reflexiones con motivo de la conferencia que pronunció en la Facultad de Geografía e Historia para inaugurar el VI Congreso Internacional e Interdisciplinar de Jóvenes Investigadores, que se desarrolla bajo el título genérico de ‘Las violencias y la historia’. El reputado historiador abogó en todo momento por un concepto de Estado «laico y neutro», ajeno a las cuestiones religiosas. Lamentablemente se está volviendo en los convulsos tiempos actuales a una «situación crítica y violenta», todo ello en nombre de la religión y fusionada ésta con el poder.

El Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales apuntó como dato especialmente llamativo que en el año 1905 se promulgó en Francia un decreto que establecía no subvencionar ningún culto religioso, de manera que fuera cada confesión religiosa la que se autofinanciara sin depender del erario público. Sin embargo, también hoy en el país galo se está apreciando un retroceso.

Tolerancia medieval

En su exploración histórica, Joseph Pérez rememoró que durante la Edad Media se toleraba que coexistiera el cristianismo con religiones minoritarias, como la musulmana y la judía. Sin embargo, con el inicio de la Reconquista, los Reyes Católicos decidieron expulsar a los judíos y se pulverizó ese actitud tolerante. A partir de entonces, la Monarquía comenzó a considerar a quienes profesaban otros cultos al margen del católico como sediciosos y enemigos del Estado. Pérez aportó como hecho ejemplificante una misiva que envió Carlos V a su hija, Juana La Loca, donde el monarca cargaba duramente contra los brotes luteranos que afloraron entonces en Sevilla y Valladolid. En la carta, todas estas personas eran catalogadas como rebeldes y auténticos opositores del Estado. «A partir de entonces –aseveró– para ser un buen español había que ser un buen católico». En Francia comenzó a ocurrir otro tanto en aquella época bajo el reinado de Francisco I.

Durante su alocución, Pérez reivindicó figuras históricas dentro de la Iglesia como modelos a seguir a la hora de diferenciar el hecho religioso del poder del Estado. Citó en este sentido a Fray Luis de León y al padre Suárez, quienes creían ante todo en la idea de los buenos ciudadanos, «aunque si se era buen cristiano, era todavía mejor». Curiosamente, en otras órbitas religiosas también se persiguió a quienes no profesaban su culto, como le sucedió a Miguel Servet, quemado en la hoguera en Ginebra por los protestantes bajo el auspicio de Calvino.

El vicerrector de Profesorado y Planes de Estudios de la Universidad, Mariano Esteban, inauguró el congreso, junto con el decano de Geografía e Historia, Javier Lorenzo; los directores de los departamentos de Historia Medieval, Moderna y Contemporánea y de Arqueología, José Luis de las Heras y Enrique Ariño, respectivamente, y el presidente de la Asociación de Jóvenes Historiadores-Estudios Interdisciplinarios de la Usal, Pablo Poveda.

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