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El Estado laico

Las consecuencias de los asesinatos de los periodistas de Charlie Hebdo perpetrados por musulmanes fundamentalistas, así como  la secuela de violencia y posturas religiosas y políticas que han desencadenado, van más allá del delito.

Esos crímenes jalan materialmente al mundo moderno caracterizado por la racionalidad, la ciencia, la libertad de conciencia y la consecuente tolerancia, al oscurantismo medieval. Los opresores siempre se han distinguido por la imposición de sus doctrinas religiosas y políticas para dominar y obtener poder y riqueza.

Lamentablemente, abundan en la historia ejemplos: la imposición del catolicismo como religión oficial y única, las cruzadas y la inquisición; la expulsión española de árabes y judíos; la colonización; el tráfico y explotación de esclavos; y el fascismo, el nazismo, el socialismo de estado y el maoísmo. La materialización de esas formas de dominación es el totalitarismo; régimen político que concentra todos los poderes públicos,  interviene en todos los órdenes de la vida individual y social, impone las creencias y prácticas religiosas, y dirige el conocimiento científico.

La lucha por la libertad de conciencia que comprende la libertad de pensar y actuar de acuerdo a las propias creencias y convicciones religiosas, políticas y sociales, cuyo límite es el reconocimiento y respeto de la misma libertad en los demás, ha recorrido un largo camino.     En efecto, la ruta de la libertad tiene como puntos señeros la sabiduría griega, el budismo, el cristianismo evangélico, el liberalismo de los filósofos ingleses y franceses, la ilustración y los derechos del hombre y del ciudadano forjados en la independencia americana y la revolución francesa.

Proceso que culmina en el Estado laico y democrático: separado de la iglesia y libre de imposiciones totalitarias; donde la conducta sólo está sujeta al imperio de las leyes humanas.El Estado mexicano también fue creado en ese proceso libertario que para nosotros se concretizó en las Leyes de Reforma; fruto de las meditaciones y anhelos de los liberales mexicanos: Mora, Prieto, Ramírez, Ocampo, Lerdo de Tejada y Juárez, entre otros.

Sin embargo, los fundamentalismos religiosos islamistas, judíos y cristianos; políticos y económicos, con su decisión intransigente de someter a todos a sus doctrinas, son actuales y beligerantes. En su contra debemos de oponer la razón, la libertad, la tolerancia y el respeto mutuo como la única fórmula para vivir en comunidad y desarrollar las facultades individuales.

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