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El Estado debe ser absolutamente laico

El Estado debe ser laico y aunque exista una mayoría que profese cierta religión, como puede ser el catolicismo en la Argentina, no debe tener esta iglesia ninguna protección ni promoción especial, en desmedro de otras religiones o de las personas que, como en mi caso, no profesamos creencias de este tipo.

El tema religioso tiene implicancias culturales. Por supuesto que cada vez más los países respetan la existencia de una pluralidad de culturas en contra de la homogeneidad, y muchos pueblos, muchos grupos sociales, tienen una identidad enraizada con componentes religiosos. Sin embargo no debe confundirse el respeto a la religiosidad con las obligaciones que en este sentido tiene el Estado. El Estado debe ser laico y aunque exista una mayoría que profese cierta religión, como puede ser el catolicismo en la Argentina, no debe tener esta iglesia ninguna protección ni promoción especial, en desmedro de otras religiones o de las personas que, como en mi caso, no profesamos creencias de este tipo. Esta polémica por supuesto resurge en todos los países y ya se sabe que cuando el Estado o la sociedad civil permite que cualquier iglesia, como puede ser la católica, avance sobre temas públicos, la iglesia avanza para imponer. El Estado debe ser laico y la tolerancia pasa por permitir que todos se expresen, pero no que tengan algún tipo de prebenda con fondos que son públicos. En España recientemente se repitió esta discusión ante un fallo judicial que obligó a retirar crucifijos de un colegio público.
Es un caso emblemático que sirve como ejemplo de lo que debe ser en una sociedad plural y bajo preceptos democráticos. Un juzgado de Valladolid ordenó quitar los símbolos religiosos de las aulas y espacios comunes. Los magistrados sostuvieron que el mantenimiento de imágenes y símbolos religiosos va en contra de "derechos fundamentales" consagrados en la Constitución, referidos a la igualdad y la libertad de conciencia. Tiempo atrás pasó lo mismo en Alemania. En el marco de esta polémica, el escritor peruano Vargas Llosa, saludó a través de un artículo el fallo que obligó a retirar cruces de escuelas públicas. Vargas Llosa ya se sabe es un gran escritor, aunque particularmente no me guste el giro al liberalismo más crudo que en lo económico mantiene desde finales de la década del ’60, cuando se desengañó de la revolución cubana y de las ideas de izquierda. Pero en lo político es un liberal a la vieja usanza, que respeta la vigencia de una sociedad laica, donde la libertad de conciencia y la libertad del individuo son intocables y no deben ser avasalladas ni por los Estados ni por las iglesias ni por ninguna corporación. Por eso dijo con razón ante el fallo judicial en Alemania, que tiene validez para lo que pasó en España recientemente, que un requisito de la sociedad democrática es que en materia religiosa el Estado debe ser neutral. Reproduzco algunos conceptos del artículo del peruano: "¿Porqué no sería cristiano el Estado si la gran mayoría de los ciudadanos lo es?.. Por una razón muy simple: ninguna iglesia es democrática… se negaría a sí misma. Se suicidarían si fueran tolerantes y retráctiles y estuvieran dispuestas a aceptar los principios elementales de la vida democrática, como son el pluralismo, el relativismo, la coexistencia de verdades contradictorias, etc… Cuando está en condiciones de hacerlo el catolicismo no vacila un segundo en imponer sus verdades a como dé lugar y no sólo a sus fieles, también a todos los infieles que se le pongan a su alcance. Por eso una sociedad democrática… debe velar para que la iglesia, cualquier iglesia, no desborde la esfera que les corresponde, que es la de lo privado e impedir que se infiltre en el Estado y comience a imponer sus particulares convicciones al conjunto de la sociedad…".
Éste es el eje del artículo con el que coincido. Tengo algunas diferencias secundarias. Vargas Llosa dice también que la más alta cultura democrática se alcanza con más vida espiritual y moral "indisociable de la religión", así como fue primordial la fe y prácticas religiosas cristianas para la aparición de la cultura democrática. Creo lo contrario. Ciertas características de la religión también ayudaron a la acumulación del capital en los albores del capitalismo, progresivo en su momento, como describió acertadamente Max Weber. ¿Y qué? Los ejemplos de la religión como basamento de guerras, totalitarismos, etc., son tantos que, a pesar de sus contribuciones para que primen valores más humanos, en el balance nada compensa su contribución al retroceso de la modernidad, del humanismo, de la civilización, de valores democráticos, de la racionalidad, etc… Sería bueno que copiemos este tipo de fallos en la Argentina, ya que es habitual que en escuelas y no sólo en escuelas, en organismos públicos, veamos cruces y otras figuras identificadas con el catolicismo. De la misma manera que hay que avanzar en otros temas que por el peso de la iglesia no tienen resolución, como el aborto y revisar cómo las escuelas privadas, católicas en un 80%, son financiadas por millonarios aportes estatales.

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