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El discurso de los creacionistas pasa sin pena ni gloria por BCN

El científico Thomas Woodward pronuncia su conferencia en una sala semivacía Las universidades de León y Vigo rechazan el ciclo «Lo que Darwin no sabía»

Thomas Woodward asegura que estamos viviendo un momento científico excitante, que investigadores “de todo el mundo” están allanando el camino para desmontar de una vez y para siempre la entelequia darwinista. Y en el abanico de teorías que, dice, “dentro de 20 años podrán explicar mejor el origen de las especies”, incluye sin titubeos la búsqueda de inteligencia extraterrestre. En su favor hay que decir que le da pocas posibilidades, y que, sin decirlo abiertamente, parece inclinarse más por la victoria del diseño inteligente. Son algunas de las cosas que se escucharon ayer en la Fira de Barcelona, en la primera de dos conferencias que, según sus autores, no buscan más que demostrar que la propia ciencia ha matado la teoría de la evolución.
Los conferenciantes aterrizaron en Barcelona precedidos por la polémica. Las universidades de León y Vigo, donde estaba previsto que recalaran la próxima semana, han anulado las charlas tras recibir un alud de quejas de personas que consideran que las instituciones públicas no deben hacerse eco de estas teorías. Los afectados hablan de “persecución inquisitorial”. Las palabras son de Antonio Martínez, médico oftalmólogo y principal representante en España de Médicos y Cirujanos por la Integridad Científica (PSSI, por sus iniciales en inglés): una asociación internacional con sede en EEUU que patrocina la gira española del ciclo cuyo nombre es en sí mismo toda una declaración de intenciones: Lo que Darwin no sabía.

UN SUPERINTELECTO
También es el título del último libro publicado por Geoffrey Simmons, responsable de la segunda conferencia de la jornada. En la primera –con Woodward a la cabeza– los antidarwin encontraron una sala semivacía, lo que chocaba frontalmente con el optimismo expresado en la convocatoria: “La entrada es libre y gratuita hasta llenar el aforo. Se recomienda el registro previo en internet para asegurar la plaza”. Tal vez la culpa fue del lugar: los pabellones de la Fira en L’Hospitalet. O tal vez de la poca publicidad. O de la polémica previa. O quizá es simplemente que los barceloneses no creen en extraterrestres ni en “superintelectos”, palabreja que era la columna vertebral del folleto repartido a la salida del auditorio: “La evidencia indica que un superintelecto diseñó el universo y una gran variedad de formas de vida sobre la tierra, incluyendo a la humanidad. Este diseñador quiere que lo conozcamos”.
Tanto Woodward como Martínez insistieron varias veces en que el PSSI no es un colectivo creacionista. Y, sin embargo, el mismo folleto afirma que ese superintelecto no es otro que “el Dios de la Biblia”, Woodward cree en el Arca de Noé y Simmons forma parte de la junta directiva del Instituto Discovery, una organización ultracristiana y conservadora que defiende la enseñanza del creacionismo en las escuelas públicas de EEUU. “Creemos que no se debe seguir enseñando el evolucionismo como única explicación del origen de las especies”, aseguró ayer el oftalmólogo español; el matiz radica, añadió, en que el PSSI “no defiende ninguna alternativa”.

CUESTIÓN DE FE
Una vez en el estrado, la estrategia argumental que empleó Woodward, curiosamente, fue la de atacar a los darwinistas con las mismas armas que estos suelen utilizar para descalificar a los creacionistas. Sugirió, por ejemplo, que, tal y como ha avanzado la ciencia, creer en la teoría de la evolución se ha vuelto una cuestión de “fe”, y en varias ocasiones tachó los argumentos de sus oponentes de “emocionales”.
Claro que, si había algún darwinista en la sala –de incógnito–, debió de reírse en silencio cuando Woodward habló de la inteligencia extraterrestre como una posibilidad para explicar la vida en la Tierra: justo en ese momento apareció en la pantalla Jodie Foster. La imagen era de la película Contact, en la que la científica Ellie Arroway consigue contactar con los alienígenas.

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