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El detenido por el doble ataque de Noruega: “Las acciones eran atroces pero necesarias”

El noruego Anders Behring Breivik confiesa ser el autor del doble ataque. Envió poco antes de los atentados un manifiesto de 1.500 páginas a políticos de la ultraderecha finlandesa en el que culpa a la élite marxista y al islam de la decadenci

"Las acciones eran atroces pero necesarias". Así ha calificado Anders Behring Breivik su doble atentado en Noruega que ha causado al menos 93 muertos, según las últimas cifras ofrecidas por los medios noruegos, y decenas de heridos.

El presunto autor del ataque ha declarado este sábado tras ser detenido el viernes por la policía. Su abogado, Geir Lippestad, ha firmado que el detenido está deseando explicar el lunes en el Tribunal los hechos.

"Ha dicho que creía que las acciones eran atroces pero que en su cabeza eran necesarias", ha afirmado el abogado.

Un documento de 1.500 páginas que la prensa noruega atribuye a Breivik, y que la Policía noruega está estudiando, aclara algo esta frase críptica. En el texto, titulado Declaración de Independencia de Europa, Andrew Berwich (se cree que es el nombre modificado del asesino), culpa a la élite marxista y al islam de la decadencia de Europa.

Según el diario VG, el asesino lo envió poco antes de la matanza a un partido populista. Al mismo tiempo, colgó en YouTube un vídeo, que ya ha sido retirado, en el que llamaba a una gran guerra contra el islam y el marxismo.

Además, un diario noruego ha publicado un vídeo en el que se ve la operación de rescate de la policía en la isla Utoya.

Explicación de la carnicería

En su supuesto manifiesto, Breivik explica con detalle cómo preparó la carnicería durante 80 días e incluso da consejos sobre cómo perpetrar futuros ataques similares. Recomienda, por ejemplo, adquirir fertilizantes para fabricar explosivos sin llamar la atención; es decir, creando una empresa agrícola como hizo él mismo.

El terrorista se compara varias veces con un templario

En su delirio, el terrorista se compara varias veces con un templario. El documento concluye con una frase que escribió el viernes poco antes de la matanza: "Creo que ésta es mi última entrada. Es viernes 22 de julio y son las 12.51".

La confesión no despejó anoche muchas incógnitas tan importantes como si hubo cómplices en la masacre o un segundo pistolero.

El infierno de Utoya

La frialdad del relato de Breivik contrasta con el horror de lo que sucedió en Utoya. Nada es tan perturbador como imaginar la idílica isla de Utoya entre las 17.30 horas y las 19.00 horas del viernes.

En esa hora y media, el ataque de odio causó la muerte de un mínimo de 85 personas, la mayoría adolescentes, ya sea a balazos o ahogados al intentar huir de la isla convertida en infierno. Los supervivientes explican que Breivik disparaba en todas las direcciones, se acercaba al mar buscando a los que huían… Si se confirma que actuó solo, sería el atentado con más víctimas perpetrado por una sola persona. Y no acabó hasta que, llegó la policía. Pero eran ya las 19.00 horas y la isla se había llenado de cadáveres.

"¡Debéis morir, debéis morir todos!"

Según la Policía, Breivik llegó a Utoya tras colocar la bomba en Olso. Se hizo pasar por agente y reunió a un grupo para explicarles qué medidas de seguridad debían tomar tras el atentado: "Acercaos, tengo información importante", les decía, según explicó un testigo a la agencia NTB. Cuando les tuvo juntos, bramó: "¡Debéis morir, debéis morir todos!". Y empezó a disparar.

Todo indica que la carnicería fue preparada minuciosamente, como confirmó luego el propio criminal. El 4 de mayo, Breivik compró, a través de la empresa agrícola que había fundado en 2009, seis toneladas de fertilizante, material que utilizó luego para fabricar el explosivo que colocó en Oslo. La investigación trabajaba anoche con la hipótesis de que el objetivo básico del bombazo, que mató a siete personas, era desviar la atención.

Mientras tanto, cogió el ferry y llegó a Utoya disfrazado de policía, a la búsqueda de jóvenes laboristas. Según el superviviente Adrian Pracon, ni siquiera entonces perdió la calma: "Se le veía seguro, tranquilo y bajo control. Sabía lo que estaba haciendo", explicó a la BBC.

El viernes, muchos se acostaron pensando que uno de los países más tranquilos había sido golpeado por el fundamentalismo islamista. Pero al despertar se econtraron con que el fundamentalista resultó ser un rubio que decía ser muy cristiano.

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